3 de septiembre de 2013

Decreto 1772/91.

Estimados amigos y colegas marinos mercantes.

El 3 de septiembre se cumple un nuevo año del fatídico Decreto 1772/91. Fue el instrumento de la destrucción de la Marina Mercante Argentina, que durante varios años FUE la más importante de Latinoamérica.

En los meses siguientes al Decreto desaparecieron más de 80 barcos pertenecientes a las diferentes empresas estatales y otros tantos de empresas privadas. En aquella época la flota estaba perfectamente consolidada en lo comercial, con personal de largos años y con un buen andamiaje de leyes y decretos que la sostenían, aun así fue suficiente un simple decreto para destruirla en pocos meses.

Pensemos que en la actualidad la Marina Mercante Argentina descansa en otro decreto que después de tantos años continúa siendo un instrumento provisorio y con una flota solo de petroleros y casi exclusivamente con bandera de conveniencia. Tengamos en cuenta que la flota petrolera previa al decreto 1772, era de aproximadamente un 25%  del total de buques y con bandera argentina.

En el otro sector de la flota, hoy haciendo cuentas rápidas los buques no petroleros no llegan a media docena y valga la redundancia, antes eran un 75% de la flota, es decir que los bulk carrier, frigoríficos, pasajeros, cargueros, portacontenedores, etc., no volvieron.

Quienes se incorporaron a la actividad en la década pasada, deben tener en cuenta que cuando hablamos de banderas de conveniencias en los 90, no estamos diciendo con “tratamiento argentino”. En ese periodo no había convenios y las leyes aplicables eran las de las banderas de los buques. Y cuando decimos que desapareció la flota  es porque se cambio la bandera y fuimos reemplazados por extranjeros. Y las pocas empresas que quedaron, fueron exprimiendo al máximo a los que podían conseguir un relevo. Sin horas extras, sin limites en las tareas a bordo, sin recibos de sueldos, con periodos de embarques y francos arbitrarios y una larga lista de calamidades.

Todo empezó durante la dictadura del 76 al 83, cuando desguazaron y destruyeron a la Flota Fluvial del Estado que tenia más de 200 embarcaciones. En su momento fue como una prueba piloto.

Luego durante el gobierno de Alfonsín, armadores privados de cargas internacionales crearon un sello llamado CEMARFLU que pretendía desguazar ELMA, a partir de la falacia: “todo lo estatal es ineficiente”. Prosperó parcialmente, quizás el objetivo de mínima era preparar a la opinión pública y la de máxima quedarse con la empresa, que después supuestamente lo conseguirían con el 1772.

Los Armadores se equivocaron porque evidentemente no consideraron a fondo que en un escenario sin el respaldo de las empresas estatales, había que competir en serio. Lamentablemente los grandes cargadores como ser los importadores, exportadores e industriales, no tienen bandera, solo tienen el signo ganancias como emblema, ellos saben lo que quieren y todo indica que los medios y las formas no entran en sus consideraciones. Fueron los que salieron ganando y prefieren buques tripulados por extranjeros antes que por compatriotas.

Pero más allá de mis análisis que pueden o no coincidir, pienso que es imprescindible recodar y comentar a los nuevos colegas de esta ruinosa experiencia. Se sabe que si no se tiene claro y fresco el pasado, es más fácil de que se repita.

Tal vez seria un buen ejercicio de memoria, que determinemos como Día de Duelo de la Marina Mercante el 03 de septiembre, para que al menos una vez al año sea un tema de discusión y nadie olvide nuestra historia reciente.


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