17 de marzo de 2015

El mar sigue fuera de la agenda nacional

          Comentario. La Fundación Nuestro Mar (FNM), de quienes periódicamente compartimos artículos, el 06.03.2015 publicó la nota que se reproduce al final y sobre la misma agrego algunas reflexiones.

        Coincido en que el Gobierno hizo poco, y que la oposición no criticó lo poco hecho o la falta de política para el sector, tal como lo dice FNM, quienes incluyen a toda la dirigencia política nacional. Casi el único político que se acordó cada tanto, de la industria naval, la marina mercante y a veces la pesca, fue Pino Solanas, tanto en el discurso político como en sus películas.




        En mi caso considero que faltó incluir a casi toda la dirigencia sindical, que para nosotros como marinos es más grave aún, porque se supone son quienes deben tener la visión mínima de conservar las fuentes de trabajo. Alguno podrá demostrar que siempre estuvo en movimiento, pero hubo mucho tiempo de internismo intergremial y de políticas partidarias al extremo, recordemos al grupo de sindicatos que sacó una Solicitada en Clarín contra otro gremio que casi ya tenía ganado su pelea por el impuesto a las ganancias.

Algunas consideraciones
        El Decreto 1010/04 fue promulgado como una medida transitoria camino a una Ley que definiese un marco estable y de crecimiento sostenido de la Marina Mercante.

        Para nosotros como navegantes el Decreto 1010  fue y es importante, porque significó volver a trabajar bajo condiciones argentinas y no con legislación a veces inexistente correspondientes a ignotos paraísos fiscales. Seguramente para algunos armadores también fue un buen negocio y lo podemos verificar en el crecimiento de varios de ellos, aun cuando hay toda una zona gris "inexplicable" de algunos buques extranjeros operando en forma continua en nuestros ríos y mares.

        Ese Decreto fue gracias a la gestión del secretario general de la CATT Juan Palacios, el Secretario de Dragado Juan Schmidt, el Secretario del (Somu) Omar Suarez y del Secretario de Capitanes Marcos Castro, quien habló en la casa de gobierno en agradecimiento de los trabajadores.

        A partir de ese momento y hasta la fecha se presentaron varios proyectos de ley, algunos originados en los sindicatos y otros en Diputados, pero ninguno tuvo una participación sindical activa como forma de visibilizar la necesidad de una marina mercante, a excepción de la gente de Río Santiago.

        Si vimos la participación activa de algunos sindicalistas en sus webs o programas de tv de cable sponsoreados por ellos mismos.

        Por supuesto hubo actos y demostraciones sectoriales entre otros de Patrones y seguramente de otros gremios, pero por alguna razón no fueron persistentes ni acompañados por otros sectores ni tampoco se recuerda convocatorias abiertas a los afiliados.

        Entonces hoy tenemos una Marina Mercante de Conveniencia. Sí, porque más del 90% de la actual flota tiene esa bandera. Eso es igual a tener las fuentes de trabajo sostenido con alfileres.

        Continuamente veo opiniones de amigos mercantes de que no se va a permitir que se repita lo que ocurrió con el 1772/91, pero si en aquella época pudieron hundir una marina que si existía y que estaba respaldada por leyes, decretos y tradición, ¿Como ahora no van a tumbar una marina sostenida por un decreto y con banderas de todo el mundo si lo requieren o algún acuerdo político lo impone?

                Está claro que la sociedad desconoce la marina mercante y de la necesidad de la misma para la expo/impo de nuestras producciones/consumo, que al no tenerla quedamos dependiendo de las flotas de otros países y así perdiendo divisas, fuentes de trabajo y la posibilidad de contar con una industria de servicio esencial para el comercio exterior y de apoyo para la Armada Argentina, tal como fue durante la guerra de Malvinas.

        Pero no podemos reclamar a la comunidad, de lo que como grupo humano somos incapaces de instalar en la agenda política. Como me decía un amigo, si la gente no viene al mar vayamos nosotros a mostrarlo.

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El mar sigue fuera de la agenda nacional

(FNM) Ante el solemne marco del Congreso Nacional, la presidenta  Cristina Fernández de Kirchner se dirigió el pasado domingo al país, para inaugurar la Asamblea Legislativa y dar cuenta del estado de la Nación en el último año de su mandato. En su exposición de casi cuatro horas, en la que recorrió las más variadas temáticas, no pronunció un solo concepto, anuncio ni reflexión vinculados con el quehacer marítimo, corroborando así que las cuestiones del mar siguen fuera de la agenda nacional.

En su repaso de hitos y logros de gestión, no faltaron abundantes referencias al transporte. La celebración de avances en la renovación de las flotas de la aviación comercial de bandera, el impulso a la industria automotriz y a la fabricación de camiones, la incorporación de flamantes unidades al parque ferroviario y hasta el diseño y construcción de satélites y vectores de lanzamiento, contrastó con un absoluto silencio en materia de barcos. Y es que, efectivamente, nada habrá para celebrar en esta última década, como no sea un tardío paso – aún no finalizado- por las mesas de saldos del mercado de usados, o el interminable proceso de reparación y modernización del rompehielos “Irízar” tareas que los funcionarios del sector insisten en elevar al grado de “epopeya” de la industria naval nacional. Habrá que insistir en destacar la ya inconcebible obsolescencia a la que se ha dejado llegar a la flota de buques de Estado en cualquiera de sus segmentos y organismos “armadores” (Armada, Prefectura, Puertos y Vías Navegables, CONICET, INIDEP).  

Los desarrollos en materia nuclear, las centrales hidroeléctricas o el biodiesel, fueron algunas de las referencias energéticas del detallado discurso, en el que –otra vez- estuvieron ausentes las energías marinas. La indefinición de la “política” argentina en materia de exploración de hidrocarburos en el mar ya es exasperante, y la distancia entre el “discurso” y el verdadero apoyo a la investigación de energías renovables de origen marino, inmensa.

La presidenta habló de vacas, pollos y hasta chanchos. El pescado, sin vender.

Estos “botones de muestra”, que podrían extenderse a otros aspectos tratados en el vasto mensaje, son señal clara de la pobrísima mirada gubernamental sobre los espacios y cuestiones marítimas, limitada a la adopción de decisiones puntuales, generalmente reactivas y carentes de una visión totalizadora.

Más aún, en el largo listado de reivindicaciones, la presidenta –y sus asesores-  no juzgaron relevante mencionar a las que tal vez fueran las únicas acciones significativas de su gestión en la materia: la conclusión de los estudios, presentación y seguimiento de los límites de la plataforma continental y el promisorio –aunque todavía indefinido- intento por organizar una programa serio y continuo de investigación científica de nuestros espacios marítimos.  

Vale la pena aclarar que no existieron conflictos ni enemistades serias entre el gobierno y el empresariado o los sectores laborales del mundo marítimo, que pudieran “explicar” las desatenciones mencionadas.

Se trata, de una simple y prolongada ignorancia de la dimensión marítima de nuestro país, que tampoco ha sido privativa del elenco gubernamental próximo a partir. Con escasas y muy puntuales excepciones, estas cuestiones han estado ausentes en la agenda de toda la dirigencia política nacional.

Y esto no es bueno para el país. Es necesario reiterar que desde hace ya bastante tiempo, el mundo ha dejado de considerar al mar como “un tema de futuro”, lejano y postergable.

La simple observación del interés y carrera de las grandes y medianas potencias – sin distinción de sector del espectro político que ocupen- sobre la investigación, aprovechamiento de recursos, uso y control del mar, son más que elocuentes. La creciente presencia y actividad británica en materia petrolera, pesquera y científica  en el ámbito de Malvinas y demás islas del Atlántico Sur, es un cercano e inquietante ejemplo en este sentido.

Un ejercicio similar en el plano regional desnudará claramente la inmensa brecha de retraso que hoy separa a la Argentina de sus socios vecinos, en términos de desarrollo marítimo.

Quienes aspiran a dirigir los destinos de un país con la proyección oceánica de la Argentina, deben reflexionar seriamente sobre la necesidad imperiosa de definir una Política Marítima Nacional, que incluya las adaptaciones institucionales requeridas para cambiar la deshilachada e inconexa red de “ausencia de decisiones” con la que se ha venido gestionando desde hace ya demasiado tiempo  esta porción del patrimonio, cuyo desarrollo es crucial para el presente y el futuro del país. (FUNDACIÓN NUESTROMAR).

06/03/15   


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