6 de mayo de 2016

Amigos marinos mercantes que escriben III

Comentarios: En mi lejana época de estudiante viví en la "Misión del Marino, Apostolado del Mar" de Buenos Aires y recuerdo que habían plaquetas del "Admiral Graf Spee" en una pared destinada a presentes que dejaban algunos tripulantes

Luego en 2011 un colega me contó que a la salida de Astilleros Rio Santiago (ARS) había un bote de desembarco del Graf Spee. El cuenta que lo vio hasta que se fue de la Escuela Naval en 2005 y que estaba abandonado y saqueado.

Copiado del blog del colega Juan Silvano GUERRA "Juanchex27".

Al final enlace al blog y a un interesante video documental uruguayo.

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Admiral Personal
                        Se puede hacer muy poco sólo con fe, no puede hacerse nada sin ella.                                   Samuel Butler
-“Che, “Ruso”: Y si vamos a Chacarita a contarle lo que nos pasa al Capitán del Graf Spee?”- disparó “El Negro” Ortiz en una reacción de desesperación y de necesidad de depositar la fe en algo que ayudase. El “Ruso” Miguel, abrió sus ojitos, celestes, grandes como dos ojos de buey sin poder salir de su asombro. Tomándose su tiempo para no parecer reaccionario pensaba: “Que te pasa Negro? Con que te drogaste? Hace casi un año que estamos buscando, trabajo, con las monedas contadas para viajar y a vos, se te ocurre ir a visitar la tumba de un finadito, alemán, para que te consiga laburo, estas definitivamente “colifa”!”



En verdad, el dinero no sobraba y eso implicaba una larga caminata ya sea de ida o  vuelta a Chacarita para retornar al centro y de ahí volver a su patria chica: Adrogué, donde ambos vivían.

Al “Ruso” le quedó rondando en la cabeza esa, loca, propuesta; amante de la historia de la navegación y sobre todo de los alemanes que, aún, no siendo nazis prestaron un patriótico servicio a su país durante la Segunda Guerra Mundial; decidió Conversar con el “Negro” al respecto: -“Negro”: vos crees que si vamos a contarle nuestras cuitas al Capitán Hans Langsdorff, éste podrá ayudarnos?”-

-“y… no se “Ruso” leí en una revista que era un tipo justo y honesto y hasta ahora es eso lo que le ha faltado a las personas con quienes hemos tratado y mira como estamos!”-. Le respondió solemnemente el “Negro”.

Después de una prolongada contienda sindical y traicionados por sus propios líderes, fueron sentenciados a formar parte de una “lista negra”, la cual le cerró todas las puertas naturales para conseguir trabajo en cualquier empresa de navegación.

Ambos trabajadores, hombres de fe, luego de meditarlo, decidieron depositarla en otro navegante para tratar de cambiar su presente y salir de su angustiante situación, tanto ellos como sus respectivas familias.

A la mañana siguiente, un día gris pero no demasiado frío, emprendieron su caminata hacia el Cementerio Alemán de la Chacarita, en su silencioso peregrinar se planteaban un sinnúmero de preguntas: Darían con la tumba en un cementerio tan grande? Estarían haciendo lo correcto? Estarían  malgastando sus magros ahorros? O simplemente estarían perdiendo el día? Solo el transcurrir del tiempo se encargaría de develar todos esos interrogantes.

Al cruzar la plaza Los Andes, en las cercanías de Chacarita, asomó tímidamente el sol y el día se tornó un poco más cálido. Al ingresar al cementerio quedaron impresionados por la inmensa cantidad de tumbas, todas ellas perfectamente arregladas, en el lugar, reinaba el más absoluto silencio. –“Te parece que la encontraremos “Ruso”?”- Preguntó con asombro el “Negro”. Miguel, se acercó a un viejito desgarbado que llevaba una pala en la mano, vestía un uniforme gris tal como un sepulturero de Treblinka y con mucho respeto le preguntó si conocía el lugar donde descansaban los restos del Capitán Langsdorff,  el viejito, apuntando con la pala les dijo con amabilidad: -“Están ustedes frente a su tumba Caballeros”-.

A ambos peregrinos, el haber encontrado tan fácilmente su objetivo, les pareció una señal de buen augurio. Más cercana a la puerta de ingreso no podía estar. Podrían haber estado buscando por horas si no fuera por ese buen señor.

La tumba estaba recubierta en lajas, una placa de granito, tallada, en el frente con algo que parecía ser el rol de la tripulación del Admiral Graf Spee, un escudo heráldico realizado en bronce y sobre todo ello, una gran cruz de granito en cuyo listón horizontal, rezaba la siguiente leyenda: Capitán Hans Langsdorff, Comandante del Acorazado Admiral Graf Spee. En el extremo del puntal una Cruz de Hierro, máxima condecoración al valor de su país. No así la Cruz Swastica pues Langsdorff no militaba en la filas del Nazismo. A un costado y al otro de esa tumba ornamentada por exuberante vegetación florida se encontraban las tumbas de dos de sus colaboradores, también, pertenecientes al rol del Graf Spee. En sus tumbas, mucho más humildes, se encontraba una hélice en cada una, lo que significaba que habían sido maquinistas y sendas Swasticas indicando su condición nazi.

-“Que le decimos “Ruso”?”-. –“Vamos a decirle lo que nos está pasando”-. Los dos trabajadores, en la voz del “Ruso” comenzaron a manifestar lo que les estaba ocurriendo, sucintamente pero con humildad, respeto y muchísima fe.

-“Buen día Capitán, somos marinos, como Usted pero de Marina Mercante, hace casi un año que no conseguimos trabajo pues se han ensañado con nosotros y con todo respeto, le digo que no merecemos esto. Acudimos a Usted sabiendo de su bonhomía para que por favor, pueda interceder por nosotros”-. -“Decile algo más”- dijo el “Negro”. –“Que mas querés que le diga? Si ya le dije todo. A los alemanes hay que hablarles con pragmatismo”- dijo el “Ruso” mientras emprendía la retirada hacia la salida.

En esa misma semana, el “Ruso” concurrió a la Escuela Científica de la Redención, en Lanús, lugar donde acostumbraba a liberar energías expureas, reencontrarse y sentirse mejor con sí mismo, sobre todo por el mal momento que le estaba tocando transitar y renovar su espíritu. El lugar estaba rebosante de energías positivas que le hacían tanto bien para alejar locos pensamientos de su atribulado cerebro. Al ingresar al recinto, el Director, posó su mirada, con intensidad, sobre él, descubriendo un estado de sensibilidad especial y taxativamente le dijo: -“Buenas tardes Hermano Miguel! Hoy, Usted, será parte activa de nuestra sesión”-. El “Ruso”, asombrado pero sumiso al mandato de la autoridad máxima del instituto, ingresó al salón y se sentó a esperar que comenzara la reunión. Una vez más, llegaba temprano,  como era su costumbre donde tuviera que ir. Durante la espera, sintió un abrupto descenso de temperatura, tal es así, que debió colocarse la campera que se había quitado al ingresar.

Al iniciarse la sesión, el Director, mirando al “Ruso” Pronunció las siguientes palabras: -“Como todos sabemos, el Hermano Miguel es navegante, veo que quienes lo acompañan hoy, también lo son, veo tres personas de la armada con uniformes de otro país y de otra época. Por favor, necesito tres médiums para ser incorporados y poder llevar a cabo las materializaciones”-. Miguel, persona muy sensible, con hielo en la sangre, sabía de quienes se trataba, podía escuchar sus marciales pasos al caminar, no obstante eso, no podía salir de su asombro.

Quien contenía el alma de Langsdorff, comenzó a hablar en un perfecto alemán, pronunciando las siguientes palabras:-“Sie sind ein rechtschaffener mensch Miguel, sehr bald werden sie sehr gute arbeit haben auch”-. El “Ruso” posó sus ojos en el Director que con mucha prestancia comenzó a traducir: -“Eres una persona justa Miguel, muy pronto tendrás trabajo y muy bueno además”-. Los otros dos uniformados, asentían risueñamente sin tanta solemnidad como el Capitán, con el típico carácter afable de la gente de Máquinas sin pronunciar palabra alguna. Los tres entes dieron media vuelta y comenzaron a retirarse antes de producirse la desmaterialización que devolvió a los tres médiums al recinto. El Capitán Hans Langsdorff se había comunicado con el “Ruso” con el mismo poder de síntesis que éste mostró en el cementerio.

Miguel bien sabía de la factibilidad de estas manifestaciones pero jamás imaginó que ocurriría tan pronto con tanta celeridad y efectividad. No podía salir de su estupefacción! Como hombre de fe solo le faltaba esperar que los vaticinios de Don Hans, ocurrieran con tanta rapidez como lo fue su manifestación. Con un “Que avance todo al bien” al unísono se dio por concluida la interesante sesión del día.

En el viaje de regreso a su casa, a bordo del 435, Miguel iba sumido en un ostracismo hermético producto de lo impactante de la reunión y la fuerte experiencia vivida, -“Ruso”! Estas ahí?”- lo despertó un pasajero conocido, Miguel abrió los ojos y vio que el “Rengo” Olivares lo zamarreaba con suavidad del hombro  y se dieron un abrazo estos dos viejos camaradas. El “Rengo” era un tipazo, un puntero de Quindimil, se autodenominaba “Puntero no Político”, siempre poniendo el hombro para ayudar a los más necesitados sin distraer un solo recurso para sí mismo, un verdadero trabajador social querido por todos. Para muestra solo basta un botón: tantos años ayudando a la gente y él seguía feliz viajando en colectivo.

-“Donde estas trabajando Miguel?”-. –“No te enteraste? Hace casi un año que no puedo conseguir trabajo, Tito”- (No le gustaba que le dijeran “Rengo” aunque era su apodo más popular). –“No te puedo creer! Todo un profesional como vos: en la calle! En este país, esta todo al revés! Lo voy a hablar con Don “Manolo” a ver qué puede hacer él por vos”-. –“Te lo agradezco mucho, Tito me va a costar mucho pero eso, tal vez, ayude”-. Otro fuerte abrazo y “El Rengo” se bajó del 435.

Al día siguiente, durante la ausencia de Miguel, “El Rengo”, en persona y montado en su bicicleta, tocó el timbre de la casa del “Ruso” y le entregó a Nora, su esposa, un sobre de papel manila con correspondencia. Al llegar Miguel, al atardecer, luego de darle un beso a “La Patrona” que siempre lo acompaño en las buenas y en las malas, abrió el sobre y lo leyó. Sus ojitos celestes, detrás de los anteojos, no creían lo que decía esa misiva: “Compañero Carlos Vladomiro Korach, el compañero Miguel se encuentra, injustamente, sin trabajo. Por favor le pido que tenga bien hacer algo por él. Atentamente Manolo”.

Se la hizo leer a la señora a ver si estaba en lo cierto, ella asintió dándole otro beso, la cita con esa persona que, a la sazón, era la mano derecha del Presidente de la República, estaba pactada para el día siguiente a las 11:00 horas. Miguel no tenía ropa adecuada para esa ocasión así que solo optó por la mejor ropa limpia que tenía y al otro día, concurriría con puntualidad a la cita.

Ya, en la mesa de ingreso, el ordenanza que atendía, mirándolo de pies a cabeza, no creía que la persona que estaba delante de él tuviera una entrevista con el Secretario Privado del Presidente de la República. Era la primera vez que experimentaba el síndrome de “Insecto en Portaobjetos”; fue tratado de idéntica manera en cada uno de los cuatro puntos de control hasta llegar al amplio y lujoso hall de la oficina que tenía ventanas hacia la calle Balcarce.

Al atenderlo, la secretaria no le descreyó puesto que había salvado todos y cada uno de los controles pero igual lo miró con escepticismo, tomo la carta y la llevó consigo hasta el despacho diciéndole: -“Espere cinco minutos por favor”-.

Antes que transcurrieran esos minutos fue llamado e ingresó. Korach, lo recibió con total distención lo estaba esperando con un mate cebado de su mano y sin ningún prolegómeno dijo: -“Dígame compañero Miguel! Que puedo hacer yo por alguien que posee tan distinguida recomendación?”-. Miguel, asió el mate con su mano izquierda para estrecharle con fuerza la derecha y comenzó a explicar: -“Debido a una contienda sindical en la que hemos participado mi compañero Eusebio Ortiz y yo, nos han ingresado a una lista negra donde nos es imposible conseguir conchabo por la vía correspondiente, estamos proscriptos en todas las empresas y es por ello que necesitamos una recomendación fuerte que pueda anular esa injusticia”-. –“En que empresa quieren trabajar?”- Preguntó expeditamente el Secretario. –“En las condiciones actuales, creo que entrar en YPF, sería lo mejor para nosotros”- .-“Déjeme ver quien tenemos en nómina en YPF y ya mismo lo contacto”- (Con solo levantar la mano, la eficiente secretaria ya sabía lo que le estaban solicitando: el listado de personal jerárquico de la parte de navegación de YPF). –“El Jefe de Personal se llama Esteban Fuertes”-. Dijo con humildad el “Ruso”. –“Permítame que me mueva en las esferas donde sé que la contratación suya y de su colega sean inminentes”- y deslizando el dedo de arriba hacia abajo, ojeando todo el listado, se posó en el segundo de la lista y dijo: -“Este es nuestro hombre! Por favor señorita, concértele una cita al caballero, esta tarde misma con la persona que acabo de subrayar, en caso de tener la agenda completa, que haga un lugar para él”-. Luego de conseguirle el turno (para las 15:00 horas) lo abrazó, y tomándole la mano, le deseo suerte como si no supiera que el éxito estaba garantizado y concluyó la entrevista que duró solo unos minutos.

El “Ruso” Salió caminando de “La Rosada” cerca del mediodía, el clima era cálido pues los rayos del sol, se hacían sentir con fuerza, por fin sentía, después de largo tiempo que tenía al universo de aliado porque los hechos, se estaban presentando muy a su favor.

Solo unas cuadras separaban a La Casa de Gobierno del lujoso edificio matriz de YPF que estaba emplazado en Diagonal Norte y Esmeralda. Miguel, se sentó en un banco de la Plaza de Mayo para pasar el tiempo pues faltaban más de dos horas para acudir a la entrevista que se había concertado con el Sr. Pascual Toso, Vicepresidente de YPF. Se entretuvo leyendo una página deportiva que encontró en el banco, su “Rojo” querido, había batido a Racing por 3 a 2 el domingo. Otra pequeña señal que le indicaba estar en racha positiva. El resto del tiempo transcurrió mirando como una viejecita, sumida en la más profunda indigencia, alimentaba a una gran cantidad de palomas hablándoles con el amor que se le profesa a un bebé. “Por qué, la vida, se ensañará así con algunas personas?” pensó y sintiéndose bendecido por su fuerza de voluntad y su suerte, se paró y comenzó la corta caminata hacia su máximo anhelo desde hacía bastante tiempo.

Esta vez, había que pasar solo dos controles hasta llegar a la vicepresidencia en el octavo piso, en ambos puestos, Miguel sintió lo que en “La Rosada” pero también es cierto que no llevaba la ropa adecuada para moverse en esas esferas.

El Ingeniero Toso, un poco mas almidonado pero no menos amable que su entrevistador anterior, lo saludo con cortesía y le dijo: -“Vea, Miguel: La empresa, se encuentra en una etapa de reestructuración, en estos momentos está reduciendo personal pero dado el importante tenor de sus recomendaciones es imposible prescindir de sus ponderados servicios. Ustedes dos, ya son parte de la empresa, en la Oficina de Personal confeccionarán sus legajos y ya se encuentran cobrando sueldo a la espera de que se produzca una vacante y puedan embarcar”-.

“Me están tomando de ñoqui” pensó Miguel y dijo: -“Le agradezco la enorme deferencia hacia mi persona, Ingeniero, pero prefiero empezar a cobrar cuando corresponda y desde ya, le estoy inmensamente agradecido por hacerme formar parte de la empresa”-. Toso, se quedo mirando al “Ruso”, esa honestidad caló hondo en su sentimiento, luego de pensar un breve instante dijo: -“Miguel, pase a recoger su equipo por el segundo piso y vaya para su casa que mañana mismo tendrá noticias del Departamento de Personal”-. Se despidieron esas dos personas, nunca más han vuelto a verse. Al otro día Miguel se dirigía a Berisso a embarcar en el Buque Tanque Presidente Arturo Illia, un petrolero de última generación orgullo de la marina mercante argentina. “El Ruso” estaba feliz! Jamás volvió a faltarle el trabajo, ni aún en la pésima época de la Bandera de Conveniencia. La “Conexión Langsdorff” había funcionado a las mil maravillas.

Como corolario de este relato real podemos afirmar que un individuo, no necesita de la religión para ser buena persona; pero, si, necesita de la fe para alcanzar sus ideales.
                                                               Fin



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