Bilbao - 22-7-2012
Comentario:Texto extraído del Foro E.L.M.A. *Presente*.
Los vivos, los muertos
y los marinos mercantes - Javier Sánchez Beaskoetxea
DICEN que fue
Anacarsis, filósofo escita del siglo VI a.C., quien dijo que existen tres tipos
de personas: los vivos, los muertos y los
marinos.
Anacarsis se refería a que, en aquellos tiempos, cuando los
marinos se hacían a la mar en sus frágiles barcos nadie sabía si estaban vivos
o muertos hasta que regresaban de su viaje.
Hoy en día los buques están continuamente conectados con
tierra y no hay problema en saber si están bien sus tripulantes, pero en el fondo la frase de Anacarsis sigue
siendo válida ya que casi nadie se acuerda de los marinos mientras no haya un
naufragio digno de figurar en las portadas de los periódicos.
La marina mercante
transporta a lo largo y ancho de nuestro mundo casi el 90% de las mercancías que se venden y compran.
Sin el transporte marítimo la economía mundial sería un caos
y nuestra forma de vida sería inviable. Además, no hay que olvidar tampoco la
contribución del sector marítimo a la reducción de la contaminación que el
transporte provoca.
Las llamadas autopistas del mar sacan de las
carreteras miles de camiones y los buques modernos son cada vez más eficientes
y más limpios.
Dentro de esta cadena logística del transporte mundial de
mercancías, los tripulantes de los buques, y
en especial los oficiales, juegan un papel clave para que todo funcione a
la perfección y para que los barcos lleguen a sus destinos sin mayores
problemas.
Un capitán de la marina
mercante es una persona altamente cualificada con una carrera universitaria y con grandes
conocimientos técnicos y científicos sobre la carga que transporta y sobre la
mar, que es el medio en el que se mueve; sobre ingeniería naval y construcción
naval; sobre meteorología y oceanografía; ha de conocer profundamente multitud
de reglamentaciones internacionales y tener amplios conocimientos de Derecho
Marítimo; ha de dominar el inglés;
tiene que saber mandar a un equipo de
personas de procedencia internacional y con amplias diferencias de clase;
debe tener amplios conocimientos de gestión; debe conocer la astronomía de
posición; debe saber usar numerosa tecnología cambiante; y además debe ser
capaz de valorar en minutos toda esta información para tomar en solitario decisiones en las que están en juego
millones de euros y la salvaguardia de vidas humanas y del medio ambiente.
Tradicionalmente, la
imagen pública de los marinos ha sido buena. Incluso en la literatura
universal grandes escritores han plasmado magistralmente la vida en la mar,
como Herman Melville, Jack London, Pío
Baroja, Robert L. Stevenson, Joseph Conrad y otros. Pero,
- ¿Qué ocurre
últimamente?
- ¿Por qué no se habla
de los marinos mercantes salvo para echarles la culpa de cualquier accidente
marítimo y de toda la contaminación que producen?
- ¿Por qué se quejan
los marinos actuales de que su imagen es mala?
- ¿Por qué ante el descenso
de estudiantes de la carrera de Náutica los responsables internacionales
apuntan a esta mala imagen como una de las causas de este problema?
A finales del pasado mes de abril se celebró en Bilbao el I Congreso de Grandes Accidentes Marítimos.
Entre las ponencias que se presentaron no faltaron las que abordaron el tema de
la criminalización
de las tripulaciones y el trato justo a los marinos en el caso de
siniestros marítimos (Criminalización de los marinos en los
accidentes, Javier del Corte López, Abogado Maritimista de Garrigues, y
El
trato justo a la gente del mar en la investigación de accidentes marítimos
de Jaime Rodrigo de Larrucea, presidente de la sección de Derecho Marítimo del
Colegio de Abogados de Barcelona).
Igualmente, el autor de este artículo presentó un adelanto
del estudio que está realizando para su tesis doctoral en Periodismo sobre La
imagen de los capitanes de petroleros en caso de naufragio en los medios
impresos españoles.
En estas ponencias quedó constancia de que la queja tradicional de los marinos de que
no se les trata con justicia tiene una base cierta. La legislación
internacional provoca que en el caso de vertido en un petrolero el capitán sea
imputado independientemente de que la culpa del accidente sea suya o no. Y esto
hace que en los medios la imagen que queda es la de un capitán detenido como si con eso ya se hubieran aclarado todas
las responsabilidades en el accidente.
Es comprensible que los periodistas que se encargan de
redactar las noticias no sepan de todo y también es comprensible que los medios
no puedan tener un especialista en cada tema. Pero esto en sí mismo no tiene
por qué ser un inconveniente para que el resultado final del artículo o del
reportaje sea bueno. Una de las máximas que debe regir la buena praxis
profesional de cualquier periodista debe ser la de comprobar la veracidad de
las noticias que le llegan y la de contrastar la información en el caso de que
el periodista no se sienta seguro ante lo que escribe. Aquí es donde se ve la profesionalidad
de los redactores.
Ante un siniestro marítimo importante, y todos los accidentes
en los que está involucrado un petrolero cargado lo son, la avalancha de
información que llega a los medios es inmensa, y no siempre responde a la
verdad. Muchas de las informaciones son inexactas por las prisas y por la
confusión posterior al naufragio. Pero otras son inexactas porque hay muchos
intereses en juego y mucha gente interesada en echar las culpas a otros. Y en un buque, no lo olvidemos, el que tiene
la responsabilidad es el capitán, y lo más fácil es echarle la culpa de entrada,
aunque más tarde se demuestre que no fue el culpable, o al menos no el único
culpable.
Hace ahora seis meses hemos visto el naufragio de un ya
tristemente célebre crucero italiano. Parece
casi seguro que el accidente se debió a un error humano en la navegación,
pero tengo ganas de leer el informe definitivo del accidente (que seguramente
no saldrá hasta dentro de varios meses) y comprobar qué informaciones eran
ciertas y cuáles no de todo lo que hemos leído.
En 1989, el petrolero Exxon Valdez embarrancó en Alaska. A
raíz del accidente del Costa Concordia se ha vuelto a leer
en la prensa que la causa del accidente del Exxon Valdez fue que su capitán estaba bebido. Eso es lo que
se dijo en todos los medios.
Nadie escribió que en
el juicio salió absuelto de esas acusaciones y que una de
las causas del accidente fue la fatiga de la tripulación por un exceso de
trabajo en los buques de Exxon.
Por cierto, el
responsable de difundir la supuesta alcoholemia del capitán fue el jefe de
personal de Exxon.
Ningún periodista se extrañó, según parece, de que el responsable de contratar
como capitán de uno de sus buques a esta persona luego fuera a la prensa
diciendo que era un borracho.
Algo no funcionó bien en los medios y será difícil borrar ese
estigma en el capitán Joseph Hazelwood.
En los próximos meses esperamos que se termine por fin el
proceso judicial del hundimiento del Prestige, un caso paradigmático en
el tratamiento que se le dio en los medios.
Será interesante comparar las conclusiones de lo que pasó
esos días con lo que se publicó.
Esperemos que esto vaya cambiando y que se normalice el trato a los profesionales de la mar, que no solo están vivos sino que son una pieza
clave en nuestra vida.
Ver tambien: Siniestros en buques argentinos
Continuacion del enlace anterior: Siniestro en buques argentinos. ANEXO CON LISTADO
Continuacion del enlace anterior: Siniestro en buques argentinos. ANEXO CON LISTADO
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