Estimados amigos y colegas marinos
mercantes.
El 3 de septiembre se cumple un
nuevo año del fatídico Decreto 1772/91. Fue el instrumento de la destrucción de
la Marina Mercante
Argentina, que durante varios años FUE la más importante de Latinoamérica.
En los meses siguientes al Decreto desaparecieron
más de 80 barcos pertenecientes a las diferentes empresas estatales y otros
tantos de empresas privadas. En aquella época la flota estaba perfectamente
consolidada en lo comercial, con personal de largos años y con un buen
andamiaje de leyes y decretos que la sostenían, aun así fue suficiente un simple decreto para destruirla en pocos meses.
Pensemos que en la actualidad la Marina Mercante Argentina
descansa en otro decreto que después de tantos años continúa siendo un instrumento
provisorio y con una flota solo de petroleros y casi exclusivamente con bandera
de conveniencia. Tengamos en cuenta que la flota petrolera previa al
decreto 1772, era de aproximadamente un 25%
del total de buques y con bandera argentina.
En el otro sector de la flota, hoy haciendo
cuentas rápidas los buques no petroleros
no llegan a media docena y valga la
redundancia, antes eran un 75% de la
flota, es decir que los bulk
carrier, frigoríficos, pasajeros, cargueros, portacontenedores, etc., no
volvieron.
Quienes se incorporaron a la actividad en la década pasada, deben
tener en cuenta que cuando hablamos de banderas de conveniencias en los 90, no estamos diciendo con “tratamiento
argentino”. En ese periodo no había
convenios y las leyes aplicables
eran las de las banderas de los buques. Y cuando decimos que desapareció la
flota es porque se cambio la bandera y fuimos reemplazados por extranjeros. Y las pocas
empresas que quedaron, fueron exprimiendo al máximo a los que podían conseguir
un relevo. Sin horas extras, sin limites en las tareas a bordo, sin recibos de
sueldos, con periodos de embarques y francos arbitrarios y una larga lista de
calamidades.
Todo empezó durante la dictadura
del 76 al 83, cuando desguazaron y destruyeron a la Flota Fluvial del
Estado que tenia más de 200 embarcaciones. En su momento fue como una prueba
piloto.
Luego durante el gobierno de
Alfonsín, armadores privados de cargas internacionales crearon un sello llamado
CEMARFLU que pretendía desguazar ELMA, a partir de la falacia: “todo lo estatal es ineficiente”.
Prosperó parcialmente, quizás el objetivo de mínima era preparar a la opinión pública y la de máxima quedarse con la empresa, que
después supuestamente lo conseguirían con el 1772.
Los Armadores se equivocaron porque
evidentemente no consideraron a fondo que en
un escenario sin el respaldo de las
empresas estatales, había que
competir en serio. Lamentablemente los grandes cargadores como ser los importadores,
exportadores e industriales, no tienen bandera, solo tienen el signo ganancias
como emblema, ellos saben lo que quieren y todo indica que los medios y las formas no entran en sus consideraciones. Fueron
los que salieron ganando y prefieren buques tripulados por extranjeros antes que por
compatriotas.
Pero más allá de mis análisis que
pueden o no coincidir, pienso que es imprescindible recodar y comentar a los
nuevos colegas de esta ruinosa experiencia. Se sabe que si no se tiene claro y
fresco el pasado, es más fácil de que se repita.
Tal vez seria un buen ejercicio de memoria, que determinemos como Día
de Duelo de la Marina Mercante
el 03 de septiembre, para que al menos una vez al año sea un tema de discusión
y nadie olvide nuestra historia reciente.
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