Jorge Muñoz
El Buque Escuela ARA Piloto Alsina, construido
en 1963 en el Astillero Unión Naval de Levante, “España”, pasó a pertenecer con
el nombre de Ciudad de Formosa, a la Flota Fluvial del Estado,
empresa a la que fue adquirido, el 18 de febrero de 1981, con recursos del
Fondo Nacional de la Marina Mercante para adiestramiento de los alumnos de la
Escuela Nacional de Náutica, Manuel Belgrano. Dos meses más tarde fue incorporado
a la Armada (Dirección General de Instrucción) en una ceremonia llevada a cabo
en el Apostadero Naval Buenos Aires y presidida por el Vicealmirante Jorge I.
Anaya, durante la cual se afirmó a su bordo el Pabellón, que fuera bendecido
por el Capellán Naval, Capitán de Corbeta, Pbro. Miguel Killian.
Por resolución del Comandante en
Jefe de la Armada se le impuso el nombre de D. Juan Alsina –padre de Valentín
Alsina y abuelo de Adolfo Alsina- en memoria de quien fuera el primer
subdirector de la Escuela de Náutica y autor de tablas de navegación, el cual
murió en combate integrando un Escuadrón Patriótico de Pilotos y Marinos
Mercantes durante las Invasiones Inglesas.
Alistado, tras unas pocas modificaciones necesarias para su nueva función, inició sus viajes de instrucción a partir de junio de 1981 alternando los mismos con cadetes del Liceo Naval, Escuela de Náutica, Escuela Fluvial del Estado y otras Escuelas de la Armada (de Mecánica-Liceo etc.). Con un promedio de 18 viajes por año, navegó extensamente por los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y de la Plata y arribó a distintos puertos de mar tales como Punta del Este, San Clemente del Tuyú, Mar del Plata, Puerto Belgrano y Porto Alegre.
Cabe destacar que mientras este
barco prestó servicios en la Armada nunca tuvo comandantes militares pues
siempre estuvo al mando de Capitanes de la Escuela de Náutica.
A mediados del mes de abril de
1982, el Piloto Alsina recibió por parte de los Mandos Navales
la orden de suspender sus viajes de instrucción para ingresar a los talleres de
astillero TANDANOR donde le instalaron dos montajes antiaéreos de
ametralladoras calibre 12,7 mm . La orden disponía además su alistamiento para
el cumplimiento de tareas de buque logístico y a tal efecto le fueron aditados
elementos que le permitían reabastecer de combustible, agua o provisiones a
otras unidades. En su condición de buque de pasajeros el Piloto Alsinatenía
capacidad para albergar a 520 personas, incluida su tripulación.
El día 21, fue desafectado de su
dependencia de la Dirección General de Instrucción Naval para pasar a depender
del Comando Naval de Tránsito Marítimo con fines de ejercer, junto a otros
barcos designados, funciones de control efectivo en la entrada del Río de la
Plata en un Operativo que se denominó “León I”.
El empleo del buque de la Escuela
de Náutica en funciones de defensa no resultó una novedad ya que registra sus
más lejanos antecedentes a principios del siglo pasado cuando el buque de
práctica de dicho Instituto, el bergantín San Francisco Xavier tuvo
un victorioso bautismo de fuego frente a tres naves portuguesas, motivo por el
cual el General Manuel Belgrano obsequió a su Capitán, el criollo Juan Bautista
Egaña con un sable con empuñadura de oro, cuya réplica es actualmente el sable
ceremonial de los oficiales de la Marina Mercante.
Cinco días más tarde, juntamente
con la Fragata Libertad , el Pontón Recalada –en
ese tiempo establecido en el Les Eclaireurs, ex buque carguero
de Transportes Navales de la Armada-y el buque oceanográfico Puerto
Deseado; el Piloto Alsina fue apostado en el frente
exterior de la línea que demarca la entrada al estuario rioplatense con la
misión de dar alerta temprana a una posible incursión inglesa, evitando que
fueran colocados por el enemigo, buques trampa o hundidos en el canal de
acceso. Sin prejuicio de ello el buque actuaría también como base estacionaria
para los grupos de registro que ejercerían control sobre las unidades
extranjeras que ingresaran o egresaran de nuestras aguas jurisdiccionales.
Su tripulación, Comandada por el
Capitán de Ultramar, Eduardo O. Sulín, estuvo compuesta, por una Plana Mayor de
trece oficiales, tres Jefes de Trabajos Prácticos, (docentes de la Escuela de
Náutica), cadetes del 5° año y personal de marinería, todos pertenecientes a la
Marina Mercante. El Capitán, Sulín, tuvo en esta oportunidad, además de las
arduas tareas que debió desempeñar, una preocupación personal adicional, su
hijo Rodolfo, en calidad de soldado paracaidista de Ejército, se encontraba
cumpliendo servicio en Malvinas.
A fin de dar cumplimiento a algunas de las misiones que demandaba el operativo,
ingresaron transitoriamente a bordo, con planteles que se renovaban personal militar
naval, conscriptos, miembros de Prefectura Naval, Aduana, Capitanes o Prácticos
con experiencia en ríos y canales, además de los servidores de las
ametralladoras antiaéreas.
Durante la última semana de abril y
la primera de mayo el Piloto Alsina, alternó sus tareas de
control con su capacidad de buque logístico, reabasteciendo de combustible,
agua y víveres a las unidades móviles que patrullaban el río.
Encontrándose en funciones de
controlar durante el transcurso de una navegación, en las profundidades de
Punta Piedras, sobre el borde norte de la Bahía de Samborombón, avistó un
velero deportivo navegando con rumbo hacia el interior del Río de la Plata.
Debido que se había prohibido la navegación deportiva por razones de seguridad,
procedió a interceptarlo para establecer su identidad. Grande sería la sorpresa
cuando el patrón del velero en correcto inglés manifestó que procedía de las
Islas Georgias. Se trataba del Isatus, con tripulación y bandera
francesa que regresando de un viaje por el sur había partido de Puerto Leith el
17 de marzo, donde había sido testigo de la llegada a esa isla de los 39
operarios argentinos que iban a proceder al desguace de la factoría de la isla
y protagonizaría después en incidente preliminar al conflicto malvinense. Como
al momento de la zarpada de Georgias, aún no se había generado el conflicto, el
velero, que llevaba su radio descompuesta, no se había enterado de la
iniciación de las hostilidades entre Gran Bretaña y nuestro país. Por tal
motivo el Capitán Sulín remitió la nave con sus tripulantes al puerto de Buenos
Aires, para que éstos aclararan su situación ante nuestras autoridades.
Posteriormente la embarcación deportiva y sus integrantes: Olivier Gouon,
propietario del velero, el fotógrafo Serge Briez y Mitchel Roger, fueron
liberados y recalaron sin más problemas en el Club Náutico de San Isidro donde
registraron el barco bajo la denominación de Cing Gars Pour.
Dentro de las múltiples tareas de
apoyo que realizó el Piloto Alsina le cupo también la delicada
y honrosa misión de ser el portador de los connacionales, civiles y militares
que provenientes del frente de lucha, en sucesivos contingentes fueron
repatriados vía República del Uruguay.
El día 10 de mayo se recibió a
bordo el mensaje 101.330 a través del cual se ordenaba al Piloto Alsina tomar
puerto en Montevideo con objeto de recibir y retornar a Buenos Aires a un
contingente de prisioneros argentinos que llegarían vía aérea y serían
entregados en ese puerto uruguayo. Se trataba de personal civil y militar,
capturados por los británicos después de las acciones bélicas desarrolladas en
Georgias el 26 de abril.
El plantel de repatriados estaba
compuesto por la tripulación del submarino ARA Santa Fe, capturado
luego de una cruenta lucha por el dominio de la posición y los treinta y nueve
operarios de la Empresa Argentina que habían concurrido a la Isla San Pedro
contratados para desmantelar antiguas estaciones balleneras. Estos componentes
luego de su captura por parte de fuerzas inglesas, habían sido embarcados en el
petrolero Tidespring y llevados a la Isla Ascensión. Luego de
permanecer encerrados un tiempo en esa base británica arrendada a los
estadounidenses, fueron derivados para ser devueltos a su patria, vía
Montevideo, en un avión de la Cruz Roja Internacional. En total se trataba de
189 prisioneros divididos en 184 argentinos, dos uruguayos, dos chilenos y un
español.
El Piloto Alsina arribó
a puerto de Montevideo dos días antes de la llegada de los prisioneros que se
produjo el día 12. El avión de la empresa holandesa KLM, fletado especialmente
por la Cruz Roja descendió en el aeropuerto internacional de Carrasco cuando
aún no había amanecido. Después de cumplirse las formalidades de rigor en
presencia del embajador argentino en el Uruguay, Santiago Omar Riveros, los ex
prisioneros fueron llevados en tres microómnibus de las Fuerzas Armadas de ese
país hasta la zona portuaria. Una nutrida caravana de vehículos con periodistas
seguían al ómnibus que iban precedidos de varios automóviles policiales tocando
sirena, los cuales debían sortear el lento ritmo del tránsito y las calles
anegadas por la intensa lluvia. A las 7:48 hs. ingresaron al edificio central
del Comando en Jefe de la Armada Uruguaya donde el contingente de argentinos
fue sometido a una prolija revisión psicofísica y luego se entregó al descanso.
En las primeras horas de la noche
los liberados ingresaron al Piloto Alsina. Dentro del grupo de 150
hombres de la Armada que habían defendido Georgias uno de ellos se trasladaba
con muletas, se trataba del Cbo. 2do. Alberto Macías, tripulante del submarino
ARA Santa Fe, quién había resultado gravemente herido en el combate
por la defensa de Georgias y al cual luego hubo de amputársele una pierna. A
bordo los esperaba además del afecto de la tripulación, una suculenta cena que
sumada al cúmulo de atenciones, los recientemente liberados no iban a cesar de
agradecer.
Una vez cumplidos los trámites de
práctica, el barco zarpó en horas de la madrugada del día 13 rumbo a Buenos
Aires. Poco antes del mediodía en medio de vítores a la Patria y el agitar de
banderas argentinas, el Piloto Alsina arribó a la Dársena Norte del
Puerto metropolitano. Desde hora temprana se habían congregado en las
inmediaciones varios centenares de personas, en su mayoría familiares y amigos
de los ex prisioneros quienes portando gallardetes patrios y otras enseñas
aguardaban ansiosos reencontrarse con sus seres queridos. Cuando la planchada
del buque se extendió para dar lugar al descenso del personal liberado que se
encontraba sobre cubierta, la multitud comenzó a entonar las estrofas del Himno
Nacional y al finalizar el canto se escuchó un solo grito: ¡Argentina!
¡Argentina!.
Los automovilistas y camioneros que
pasaban por Catalinas Norte, en las inmediaciones de Retiro, hacían sonar
estridentemente sus bocinas, cuyo sonido se mezclaba con el ulular de las
sirenas de los barcos surtos en el lugar. Al producirse el desembarco del
personal arribado fueron recibidos por el Comandante del Área Fluvial Naval,
Contralmirante Carlos Alfredo Vaihinger. Luego, tras el emocionante abrazo de
sus familiares y efectuar algunas declaraciones al periodismo, los militares y
civiles repatriados se retiraron en ómnibus y otros vehículos de la Armada.
Finalizada esa misión, el Piloto
Alsina, procedió a un rápido aprovisionamiento y zarpó nuevamente para
continuar con el control efectivo de la boca del Río de la Plata. Para esa
fecha –25 de mayo- un informe oficial de Gran Bretaña a la cancillería de la
República del Uruguay comunicaba que el gobierno del Reino Unido había decidió
considerar al estuario del Río de la Plata como parte del Atlántico Sur y por
ende comprendido en la zona de exclusión. Esto motivó una protesta ante el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por parte del gobierno uruguayo
quien consideró que la calificación de estuario dada al Río de la Plata
implicaba connotaciones en el ámbito jurídico internacional que supone una
navegación libre donde los estados ribereños no pueden establecer normas para
el tráfico marítimo en él y en este caso Uruguay, como tampoco Argentina, jamás
han aceptado esta calificación.
El día 30 de mayo se recibió el
despacho por el cual se ordenaba nuevamente al Piloto Alsina, su
traslado a Montevideo para proceder a recibir otro contingente de heridos y
prisioneros argentinos que iban a ser liberados. En esta ocasión se trataba de
la tripulación del pesquero Narwal, el cual, efectuando tareas
de inteligencia en aguas cercanas a las Islas Malvinas, fue atacado por aviones
ingleses y su tripulación capturada.
De consecuencias de ese ataque
había resuelto muerto el contramaestre, Omar Rupp, quién según la tradición
recibió exequias con honores y su cuerpo envuelto en una bandera Argentina, fue
arrojado al mar desde una de las cubiertas del portaaviones Invincible.
Otros pescadores habían recibido heridas de distintas consideraciones.
Los repatriados arribaron en la
madrugada del 1 de junio a bordo del buque hospital inglés Hecla que
fondeó a cinco millas del puerto Uruguayo de Maldonado. Después de las 8, dos
remolcadores, salieron al encuentro del Hecla y lo ayudaron a
amarrar en el muelle local. Minutos más tarde comenzaron a descender por la
escalerilla los tripulantes del pesquero argentino, quienes ascendieron a un
ómnibus de la Armada de Guerra Uruguaya para dirigirse a una base próxima. Un
grupo de siete marineros pescadores heridos iba a ser trasladado posteriormente
en cuatro ambulancias de la policía caminera que se encontraban prestas.
Poco después del mediodía el
personal liberado fue reembarcado en el Piloto Alsina, que había
arribado a puerto en la mañana de ese día, para ser conducido a Buenos Aires. A
bordo se renovaron las escenas de emoción y de alegría del viaje anterior en
medio del afectuoso y solícito recibimiento por parte de los tripulantes del
Buque Escuela. Como coronario de ese inolvidable día, fue conmovedor para todos
oír el relato que hizo de la odisea pasada uno de los sobrevivientes del Narwal.
Con sencillas palabras el marinero marplatense y estudiante de la Escuela de
Prefectura, Alfredo Martínez, conocido por sus íntimos como “Freddy”, relató:-“Yo
estaba desnudo y me disponía a ponerme el mameluco para dirigirme a mi puesto
cuando sentí un bombazo que atravesó el buque. Fue una tremenda confusión pues
a raíz de ello quedó gravemente herido nuestro contramaestre Omar Rupp. Al rato
cuando nos largábamos al agua en botes salvavidas, un Harrier se nos vino
encima, nos ametralló las balsas y nos dejó algunos compañeros heridos.
Después, los soldados ingleses bajaron desde unos helicópteros, nos capturaron
y nos llevaron al portaaviones “Invincible”. Allí me enteré del resto de los
heridos y de la muerte de Omar Rupp que había perdido una pierna como
consecuencia del bombazo. Luego nos embarcaron en un barco hospital y nos
trajeron a Montevideo. Ahora lo único que quiero es ver a mi familia...”-.
A las 7:40 hs. del jueves 3, el Piloto
Alsina amarró en la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires y
los tripulantes del Narwal desembarcaron para ir a ocupar dos
ómnibus que los trasladarían al Hospital Naval. Había finalizado un capítulo
más de la guerra de Malvinas.
Como repitiendo un ciclo ya aprendido
el Piloto Alsina volvió a su puesto en la boca del Río de la
Plata y también como una consigna esperada, el día 11 de junio, recibió la
orden de volver a Montevideo, esta vez para embarcar a tropas de veteranos que
regresaban de Malvinas. El Capitán Sulín ordenó reiniciar el consabido periplo
hacia la costa oriental, pero lejos de convertirse en un viaje más, en esta
oportunidad, el mismo traería consigo, junto con la preciosa carga de compatriotas,
una jubilosa sorpresa para el mismo Sulín.
Este contingente de 1.016
repatriados, estaba compuesto por la totalidad del Regimiento 12 de Infantería
con su Jefe el Teniente Coronel Italo Piaggi, más otros grupos de Ejército
integrantes de la Fuerza de Tareas que había sostenido la cruenta batalla en la
línea Darwin-Pradera del Ganso. Junto a esta nutrida agrupación de soldados
arribaron también efectivos de la Armada, Fuerza Aérea, Gendarmería y
Prefectura Naval.
El Piloto Alsina tomó
puerto en horas de la mañana del día siguiente y al atardecer arribó a
Montevideo en el transporte inglés Nordland que traía los
veteranos argentinos. A partir de la medianoche se inició el trasbordo de los efectivos
con intervención de representantes de la Cruz Roja Suiza.
El Capitán Sulín, tal como era su
costumbre, se encontraba controlando a los efectivos que ingresaban a bordo,
procurando su ubicación por Armas y atendiendo a los encargados de cada Fuerza
en sus inquietudes y necesidades, cuando el Ayudante Mayor Reina, de Prefectura
Naval, que integraba la dotación del Piloto Alsina, se le acercó
sonriendo y le dijo:”Capitán... ¿leyó la lista de embarque?”...-Solo una parte,
es muy extensa... Contestó Sulín, sin darle mayor importancia a la sugerencia.
El Capitán se encontraba cansado
por el trajín de ese día y la acumulación de tensiones y emociones. En ese
momento había comenzado a recibir a los heridos y ex prisioneros que componían
una variada gama de expresiones humanas que iban desde la euforia y la alegría
a las depresiones y la tristeza pasando por algunos que evidenciaban en medio
de sus lágrimas un evidente estado de conmoción. Pese a ello y las pocas ganas
que tenía de leer la extensa lista de nombres, decidió hacerle caso al
suboficial. Al recorrer la nómina, casi al final leyó un nombre que lo colmó de
emoción:”Soldado Paracaidista Artillero de Ejército, Rodolfo Sulín...”. ¡Era su
hijo!. Del que carecía de noticias desde el 22 de mayo, cuando el Guardacostas
de Prefectura que lo trasladaba junto a otros camaradas llevando piezas de
artillería para Darwin fue atacado por aviones enemigos. En ese momento solo
llegó a saber que un efectivo de Prefectura murió a raíz de la acción y la embarcación,
totalmente inutilizada, debió ser abandonada en una costa lejana de la Isla
Soledad. A partir de aquel momento las noticias sobre la suerte de su hijo
habían quedado diluidas por el fragor de los acontecimientos que de allí en mas
se sucedieron en ese sector.
Pero, ¿Qué había pasado?. Después
de ser atacado el Guardacostas Río Iguazú, donde se encontraba
embarcado, el soldado Sulín pudo desembarcar ileso y al igual que los demás
soldados de su grupo se unió, con la artillería rescatada de la naves
semihundida, a las Fuerzas que defendían la posición de Darwin para participar
en la batalla, hasta que, faltos de municiones, fueron hechos prisioneros.
El emocionante reencuentro de Sulín
con su hijo Rodolfo, en esa fría madrugada, fue quizá la mayor alegría que
ambos pudieron vivir en esos difíciles días en que nuestro país sufría las
consecuencias de la guerra.
El regreso de los ex combatientes
al país se llevó a cabo a bordo del Piloto Alsina y el
transporte de pasajeros Mihanovich, de propiedad de una empresa
privada Argentina, quienes en la noche del 13 de junio arribaron desde
Montevideo a la rada de puerto de La Plata. Luego ambos barcos fueron llevados
por sendos remolcadores de ELMA a la dársena del astillero Río Santiago, en la
ciudad de Ensenada, donde en un área restringida y bajo estrictas medidas de
seguridad a cargo de efectivos de Prefectura Naval y de la Infantería de Marina
desembarcaron las tropas repatriadas. No obstante la prohibición de tomar
contacto con ellas, un numeroso grupo de personas, entre ellos algunos
familiares de soldados y representantes de la prensa nacional y extranjera se
agolparon en las puertas de acceso al astillero para aguardar el paso de los
soldados recién arribados.
Cumplido esa última misión que
coincidió con la finalización de las acciones bélicas en Malvinas, el Piloto
Alsina, tal como estaba dispuesto, regresó a su posición de control, donde
permaneció hasta el 24 de ese mes, momento en que por disposición de los Mandos
Navales, quedó desafectado del Operativo León I para reasumir sus funciones de
Buque Escuela.
Como un hecho anecdótico ocurrido
durante las largas jornadas de contralor en el Río de la Plata por parte del Piloto
Alsina, el Capitán Sulín recordaría siempre con simpatía que en una
oportunidad hizo señas a un pesquero uruguayo para que se acercara y a quién le
ofreció un intercambio de pescados frescos por combustible. El patrón del
pesquero aceptó el trueque y le pasó varios cajones de su captura ictícola.
Cuando Sulín se disponía a transvasarle algunos litros de gasoil,
imprevistamente, la nave uruguaya soltó amarras y se retiró lentamente del
lugar. Mientras se alejaba y su capitán saludaba sonriendo desde la popa con la
gorra en alto, el Capitán Sulín alcanzó a leer que el pesquero llevaba el
nombre de “Islas Malvinas”.
Muy bueno. En mis tiempos de joven conocí éste buque. Algo viejo y de navegación de ríos fue muy útil en la guerra de Malvinas
ResponderEliminarFui alumno de la Escuela Nacional Fluvial y estuve embarcado como parte de mi formación. Un orgullo haber conocido parte de la historia Argentina.
ResponderEliminarFesteje mis 15 en 1990 mágico mágico gracias papá x haberlo hecho posible
ResponderEliminarPor entonces era tripulante del A.R.A. King como conscripto clase 63 integrando el mismo operativo del Piloto Alsina y en un par de veces amadrinamos con el para la provisión de víveres a nuestro buque y en una de ellas fué cuándo trasladaban a los prisioneros a Ba As,por lo que puedo dar fé de la narrativa del informe!!!!
ResponderEliminarviaje en el piloto Alsina en 81 fue un honor.
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