16 de enero de 2014

Guerra Malvinas. Buque Piloto Alsina. Misión cumplida

Jorge Muñoz

       El Buque Escuela ARA Piloto Alsina, construido en 1963 en el Astillero Unión Naval de Levante, “España”, pasó a pertenecer con el nombre de Ciudad de Formosa, a la Flota Fluvial del Estado, empresa a la que fue adquirido, el 18 de febrero de 1981, con recursos del Fondo Nacional de la Marina Mercante para adiestramiento de los alumnos de la Escuela Nacional de Náutica, Manuel Belgrano. Dos meses más tarde fue incorporado a la Armada (Dirección General de Instrucción) en una ceremonia llevada a cabo en el Apostadero Naval Buenos Aires y presidida por el Vicealmirante Jorge I. Anaya, durante la cual se afirmó a su bordo el Pabellón, que fuera bendecido por el Capellán Naval, Capitán de Corbeta, Pbro. Miguel Killian.



       Por resolución del Comandante en Jefe de la Armada se le impuso el nombre de D. Juan Alsina –padre de Valentín Alsina y abuelo de Adolfo Alsina- en memoria de quien fuera el primer subdirector de la Escuela de Náutica y autor de tablas de navegación, el cual murió en combate integrando un Escuadrón Patriótico de Pilotos y Marinos Mercantes durante las Invasiones Inglesas.

       Alistado, tras unas pocas modificaciones necesarias para su nueva función, inició sus viajes de instrucción a partir de junio de 1981 alternando los mismos con cadetes del Liceo Naval, Escuela de Náutica, Escuela Fluvial del Estado y otras Escuelas de la Armada (de Mecánica-Liceo etc.). Con un promedio de 18 viajes por año, navegó extensamente por los ríos Paraná, Paraguay, Uruguay y de la Plata y arribó a distintos puertos de mar tales como Punta del Este, San Clemente del Tuyú, Mar del Plata, Puerto Belgrano y Porto Alegre.

       Cabe destacar que mientras este barco prestó servicios en la Armada nunca tuvo comandantes militares pues siempre estuvo al mando de Capitanes de la Escuela de Náutica.

       A mediados del mes de abril de 1982, el Piloto Alsina recibió por parte de los Mandos Navales la orden de suspender sus viajes de instrucción para ingresar a los talleres de astillero TANDANOR donde le instalaron dos montajes antiaéreos de ametralladoras calibre 12,7 mm . La orden disponía además su alistamiento para el cumplimiento de tareas de buque logístico y a tal efecto le fueron aditados elementos que le permitían reabastecer de combustible, agua o provisiones a otras unidades. En su condición de buque de pasajeros el Piloto Alsinatenía capacidad para albergar a 520 personas, incluida su tripulación.

       El día 21, fue desafectado de su dependencia de la Dirección General de Instrucción Naval para pasar a depender del Comando Naval de Tránsito Marítimo con fines de ejercer, junto a otros barcos designados, funciones de control efectivo en la entrada del Río de la Plata en un Operativo que se denominó “León I”.

       El empleo del buque de la Escuela de Náutica en funciones de defensa no resultó una novedad ya que registra sus más lejanos antecedentes a principios del siglo pasado cuando el buque de práctica de dicho Instituto, el bergantín San Francisco Xavier tuvo un victorioso bautismo de fuego frente a tres naves portuguesas, motivo por el cual el General Manuel Belgrano obsequió a su Capitán, el criollo Juan Bautista Egaña con un sable con empuñadura de oro, cuya réplica es actualmente el sable ceremonial de los oficiales de la Marina Mercante.

       Cinco días más tarde, juntamente con la Fragata Libertad , el Pontón Recalada –en ese tiempo establecido en el Les Eclaireurs, ex buque carguero de Transportes Navales de la Armada-y el buque oceanográfico Puerto Deseado; el Piloto Alsina fue apostado en el frente exterior de la línea que demarca la entrada al estuario rioplatense con la misión de dar alerta temprana a una posible incursión inglesa, evitando que fueran colocados por el enemigo, buques trampa o hundidos en el canal de acceso. Sin prejuicio de ello el buque actuaría también como base estacionaria para los grupos de registro que ejercerían control sobre las unidades extranjeras que ingresaran o egresaran de nuestras aguas jurisdiccionales.

       Su tripulación, Comandada por el Capitán de Ultramar, Eduardo O. Sulín, estuvo compuesta, por una Plana Mayor de trece oficiales, tres Jefes de Trabajos Prácticos, (docentes de la Escuela de Náutica), cadetes del 5° año y personal de marinería, todos pertenecientes a la Marina Mercante. El Capitán, Sulín, tuvo en esta oportunidad, además de las arduas tareas que debió desempeñar, una preocupación personal adicional, su hijo Rodolfo, en calidad de soldado paracaidista de Ejército, se encontraba cumpliendo servicio en Malvinas.
       A fin de dar cumplimiento a algunas de las misiones que demandaba el operativo, ingresaron transitoriamente a bordo, con planteles que se renovaban personal militar naval, conscriptos, miembros de Prefectura Naval, Aduana, Capitanes o Prácticos con experiencia en ríos y canales, además de los servidores de las ametralladoras antiaéreas.

       Durante la última semana de abril y la primera de mayo el  Piloto Alsina, alternó sus tareas de control con su capacidad de buque logístico, reabasteciendo de combustible, agua y víveres a las unidades móviles que patrullaban el río.

       Encontrándose en funciones de controlar durante el transcurso de una navegación, en las profundidades de Punta Piedras, sobre el borde norte de la Bahía de Samborombón, avistó un velero deportivo navegando con rumbo hacia el interior del Río de la Plata. Debido que se había prohibido la navegación deportiva por razones de seguridad, procedió a interceptarlo para establecer su identidad. Grande sería la sorpresa cuando el patrón del velero en correcto inglés manifestó que procedía de las Islas Georgias. Se trataba del Isatus, con tripulación y bandera francesa que regresando de un viaje por el sur había partido de Puerto Leith el 17 de marzo, donde había sido testigo de la llegada a esa isla de los 39 operarios argentinos que iban a proceder al desguace de la factoría de la isla y protagonizaría después en incidente preliminar al conflicto malvinense. Como al momento de la zarpada de Georgias, aún no se había generado el conflicto, el velero, que llevaba su radio descompuesta, no se había enterado de la iniciación de las hostilidades entre Gran Bretaña y nuestro país. Por tal motivo el Capitán Sulín remitió la nave con sus tripulantes al puerto de Buenos Aires, para que éstos aclararan su situación ante nuestras autoridades. Posteriormente la embarcación deportiva y sus integrantes: Olivier Gouon, propietario del velero, el fotógrafo Serge Briez y Mitchel Roger, fueron liberados y recalaron sin más problemas en el Club Náutico de San Isidro donde registraron el barco bajo la denominación de Cing Gars Pour.  

       Dentro de las múltiples tareas de apoyo que realizó el Piloto Alsina le cupo también la delicada y honrosa misión de ser el portador de los connacionales, civiles y militares que provenientes del frente de lucha, en sucesivos contingentes fueron repatriados vía República del Uruguay.

       El día 10 de mayo se recibió a bordo el mensaje 101.330 a través del cual se ordenaba al Piloto Alsina tomar puerto en Montevideo con objeto de recibir y retornar a Buenos Aires a un contingente de prisioneros argentinos que llegarían vía aérea y serían entregados en ese puerto uruguayo. Se trataba de personal civil y militar, capturados por los británicos después de las acciones bélicas desarrolladas en Georgias el 26 de abril.

       El plantel de repatriados estaba compuesto por la tripulación del submarino ARA Santa Fe, capturado luego de una cruenta lucha por el dominio de la posición y los treinta y nueve operarios de la Empresa Argentina que habían concurrido a la Isla San Pedro contratados para desmantelar antiguas estaciones balleneras. Estos componentes luego de su captura por parte de fuerzas inglesas, habían sido embarcados en el petrolero Tidespring y llevados a la Isla Ascensión. Luego de permanecer encerrados un tiempo en esa base británica arrendada a los estadounidenses, fueron derivados para ser devueltos a su patria, vía Montevideo, en un avión de la Cruz Roja Internacional. En total se trataba de 189 prisioneros divididos en 184 argentinos, dos uruguayos, dos chilenos y un español.

       El Piloto Alsina arribó a puerto de Montevideo dos días antes de la llegada de los prisioneros que se produjo el día 12. El avión de la empresa holandesa KLM, fletado especialmente por la Cruz Roja descendió en el aeropuerto internacional de Carrasco cuando aún no había amanecido. Después de cumplirse las formalidades de rigor en presencia del embajador argentino en el Uruguay, Santiago Omar Riveros, los ex prisioneros fueron llevados en tres microómnibus de las Fuerzas Armadas de ese país hasta la zona portuaria. Una nutrida caravana de vehículos con periodistas seguían al ómnibus que iban precedidos de varios automóviles policiales tocando sirena, los cuales debían sortear el lento ritmo del tránsito y las calles anegadas por la intensa lluvia. A las 7:48 hs. ingresaron al edificio central del Comando en Jefe de la Armada Uruguaya donde el contingente de argentinos fue sometido a una prolija revisión psicofísica y luego se entregó al descanso.

       En las primeras horas de la noche los liberados ingresaron al Piloto Alsina. Dentro del grupo de 150 hombres de la Armada que habían defendido Georgias uno de ellos se trasladaba con muletas, se trataba del Cbo. 2do. Alberto Macías, tripulante del submarino ARA Santa Fe, quién había resultado gravemente herido en el combate por la defensa de Georgias y al cual luego hubo de amputársele una pierna. A bordo los esperaba además del afecto de la tripulación, una suculenta cena que sumada al cúmulo de atenciones, los recientemente liberados no iban a cesar de agradecer.

       Una vez cumplidos los trámites de práctica, el barco zarpó en horas de la madrugada del día 13 rumbo a Buenos Aires. Poco antes del mediodía en medio de vítores a la Patria y el agitar de banderas argentinas, el Piloto Alsina arribó a la Dársena Norte del Puerto metropolitano. Desde hora temprana se habían congregado en las inmediaciones varios centenares de personas, en su mayoría familiares y amigos de los ex prisioneros quienes portando gallardetes patrios y otras enseñas aguardaban ansiosos reencontrarse con sus seres queridos. Cuando la planchada del buque se extendió para dar lugar al descenso del personal liberado que se encontraba sobre cubierta, la multitud comenzó a entonar las estrofas del Himno Nacional y al finalizar el canto se escuchó un solo grito: ¡Argentina! ¡Argentina!.

       Los automovilistas y camioneros que pasaban por Catalinas Norte, en las inmediaciones de Retiro, hacían sonar estridentemente sus bocinas, cuyo sonido se mezclaba con el ulular de las sirenas de los barcos surtos en el lugar. Al producirse el desembarco del personal arribado fueron recibidos por el Comandante del Área Fluvial Naval, Contralmirante Carlos Alfredo Vaihinger. Luego, tras el emocionante abrazo de sus familiares y efectuar algunas declaraciones al periodismo, los militares y civiles repatriados se retiraron en ómnibus y otros vehículos de la Armada.

       Finalizada esa misión, el Piloto Alsina, procedió a un rápido aprovisionamiento y zarpó nuevamente para continuar con el control efectivo de la boca del Río de la Plata. Para esa fecha –25 de mayo- un informe oficial de Gran Bretaña a la cancillería de la República del Uruguay comunicaba que el gobierno del Reino Unido había decidió considerar al estuario del Río de la Plata como parte del Atlántico Sur y por ende comprendido en la zona de exclusión. Esto motivó una protesta ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por parte del gobierno uruguayo quien consideró que la calificación de estuario dada al Río de la Plata implicaba connotaciones en el ámbito jurídico internacional que supone una navegación libre donde los estados ribereños no pueden establecer normas para el tráfico marítimo en él y en este caso Uruguay, como tampoco Argentina, jamás han aceptado esta calificación.

       El día 30 de mayo se recibió el despacho por el cual se ordenaba nuevamente al Piloto Alsina, su traslado a Montevideo para proceder a recibir otro contingente de heridos y prisioneros argentinos que iban a ser liberados. En esta ocasión se trataba de la tripulación del pesquero Narwal, el cual, efectuando tareas de inteligencia en aguas cercanas a las Islas Malvinas, fue atacado por aviones ingleses y su tripulación capturada.
  
       De consecuencias de ese ataque había resuelto muerto el contramaestre, Omar Rupp, quién según la tradición recibió exequias con honores y su cuerpo envuelto en una bandera Argentina, fue arrojado al mar desde una de las cubiertas del portaaviones Invincible. Otros pescadores habían recibido heridas de distintas consideraciones.

       Los repatriados arribaron en la madrugada del 1 de junio a bordo del buque hospital inglés Hecla que fondeó a cinco millas del puerto Uruguayo de Maldonado. Después de las 8, dos remolcadores, salieron al encuentro del Hecla y lo ayudaron a amarrar en el muelle local. Minutos más tarde comenzaron a descender por la escalerilla los tripulantes del pesquero argentino, quienes ascendieron a un ómnibus de la Armada de Guerra Uruguaya para dirigirse a una base próxima. Un grupo de siete marineros pescadores heridos iba a ser trasladado posteriormente en cuatro ambulancias de la policía caminera que se encontraban prestas.

       Poco después del mediodía el personal liberado fue reembarcado en el Piloto Alsina, que había arribado a puerto en la mañana de ese día, para ser conducido a Buenos Aires. A bordo se renovaron las escenas de emoción y de alegría del viaje anterior en medio del afectuoso y solícito recibimiento por parte de los tripulantes del Buque Escuela. Como coronario de ese inolvidable día, fue conmovedor para todos oír el relato que hizo de la odisea pasada uno de los sobrevivientes del Narwal. Con sencillas palabras el marinero marplatense y estudiante de la Escuela de Prefectura, Alfredo Martínez, conocido por sus íntimos como “Freddy”, relató:-“Yo estaba desnudo y me disponía a ponerme el mameluco para dirigirme a mi puesto cuando sentí un bombazo que atravesó el buque. Fue una tremenda confusión pues a raíz de ello quedó gravemente herido nuestro contramaestre Omar Rupp. Al rato cuando nos largábamos al agua en botes salvavidas, un Harrier se nos vino encima, nos ametralló las balsas y nos dejó algunos compañeros heridos. Después, los soldados ingleses bajaron desde unos helicópteros, nos capturaron y nos llevaron al portaaviones “Invincible”. Allí me enteré del resto de los heridos y de la muerte de Omar Rupp que había perdido una pierna como consecuencia del bombazo. Luego nos embarcaron en un barco hospital y nos trajeron a Montevideo. Ahora lo único que quiero es ver a mi familia...”-.

       A las 7:40 hs. del jueves 3, el Piloto Alsina amarró en la Dársena Norte del Puerto de Buenos Aires y los tripulantes del Narwal desembarcaron para ir a ocupar dos ómnibus que los trasladarían al Hospital Naval. Había finalizado un capítulo más de la guerra de Malvinas.

       Como repitiendo un ciclo ya aprendido el Piloto Alsina volvió a su puesto en la boca del Río de la Plata y también como una consigna esperada, el día 11 de junio, recibió la orden de volver a Montevideo, esta vez para embarcar a tropas de veteranos que regresaban de Malvinas. El Capitán Sulín ordenó reiniciar el consabido periplo hacia la costa oriental, pero lejos de convertirse en un viaje más, en esta oportunidad, el mismo traería consigo, junto con la preciosa carga de compatriotas, una jubilosa sorpresa para el mismo Sulín.

       Este contingente de 1.016 repatriados, estaba compuesto por la totalidad del Regimiento 12 de Infantería con su Jefe el Teniente Coronel Italo Piaggi, más otros grupos de Ejército integrantes de la Fuerza de Tareas que había sostenido la cruenta batalla en la línea Darwin-Pradera del Ganso. Junto a esta nutrida agrupación de soldados arribaron también efectivos de la Armada, Fuerza Aérea, Gendarmería y Prefectura Naval.

       El Piloto Alsina tomó puerto en horas de la mañana del día siguiente y al atardecer arribó a Montevideo en el transporte inglés Nordland que traía los veteranos argentinos. A partir de la medianoche se inició el trasbordo de los efectivos con intervención de representantes de la Cruz Roja Suiza.

       El Capitán Sulín, tal como era su costumbre, se encontraba controlando a los efectivos que ingresaban a bordo, procurando su ubicación por Armas y atendiendo a los encargados de cada Fuerza en sus inquietudes y necesidades, cuando el Ayudante Mayor Reina, de Prefectura Naval, que integraba la dotación del Piloto Alsina, se le acercó sonriendo y le dijo:”Capitán... ¿leyó la lista de embarque?”...-Solo una parte, es muy extensa... Contestó Sulín, sin darle mayor importancia a la sugerencia.

       El Capitán se encontraba cansado por el trajín de ese día y la acumulación de tensiones y emociones. En ese momento había comenzado a recibir a los heridos y ex prisioneros que componían una variada gama de expresiones humanas que iban desde la euforia y la alegría a las depresiones y la tristeza pasando por algunos que evidenciaban en medio de sus lágrimas un evidente estado de conmoción. Pese a ello y las pocas ganas que tenía de leer la extensa lista de nombres, decidió hacerle caso al suboficial. Al recorrer la nómina, casi al final leyó un nombre que lo colmó de emoción:”Soldado Paracaidista Artillero de Ejército, Rodolfo Sulín...”. ¡Era su hijo!. Del que carecía de noticias desde el 22 de mayo, cuando el Guardacostas de Prefectura que lo trasladaba junto a otros camaradas llevando piezas de artillería para Darwin fue atacado por aviones enemigos. En ese momento solo llegó a saber que un efectivo de Prefectura murió a raíz de la acción y la embarcación, totalmente inutilizada, debió ser abandonada en una costa lejana de la Isla Soledad. A partir de aquel momento las noticias sobre la suerte de su hijo habían quedado diluidas por el fragor de los acontecimientos que de allí en mas se sucedieron en ese sector.

       Pero, ¿Qué había pasado?. Después de ser atacado el Guardacostas Río Iguazú, donde se encontraba embarcado, el soldado Sulín pudo desembarcar ileso y al igual que los demás soldados de su grupo se unió, con la artillería rescatada de la naves semihundida, a las Fuerzas que defendían la posición de Darwin para participar en la batalla, hasta que, faltos de municiones, fueron hechos prisioneros.
  
       El emocionante reencuentro de Sulín con su hijo Rodolfo, en esa fría madrugada, fue quizá la mayor alegría que ambos pudieron vivir en esos difíciles días en que nuestro país sufría las consecuencias de la guerra.

       El regreso de los ex combatientes al país se llevó a cabo a bordo del Piloto Alsina y el transporte de pasajeros Mihanovich, de propiedad de una empresa privada Argentina, quienes en la noche del 13 de junio arribaron desde Montevideo a la rada de puerto de La Plata. Luego ambos barcos fueron llevados por sendos remolcadores de ELMA a la dársena del astillero Río Santiago, en la ciudad de Ensenada, donde en un área restringida y bajo estrictas medidas de seguridad a cargo de efectivos de Prefectura Naval y de la Infantería de Marina desembarcaron las tropas repatriadas. No obstante la prohibición de tomar contacto con ellas, un numeroso grupo de personas, entre ellos algunos familiares de soldados y representantes de la prensa nacional y extranjera se agolparon en las puertas de acceso al astillero para aguardar el paso de los soldados recién arribados.

       Cumplido esa última misión que coincidió con la finalización de las acciones bélicas en Malvinas, el Piloto Alsina, tal como estaba dispuesto, regresó a su posición de control, donde permaneció hasta el 24 de ese mes, momento en que por disposición de los Mandos Navales, quedó desafectado del Operativo León I para reasumir sus funciones de Buque Escuela.

       Como un hecho anecdótico ocurrido durante las largas jornadas de contralor en el Río de la Plata por parte del Piloto Alsina, el Capitán Sulín recordaría siempre con simpatía que en una oportunidad hizo señas a un pesquero uruguayo para que se acercara y a quién le ofreció un intercambio de pescados frescos por combustible. El patrón del pesquero aceptó el trueque y le pasó varios cajones de su captura ictícola. Cuando Sulín se disponía a transvasarle algunos litros de gasoil, imprevistamente, la nave uruguaya soltó amarras y se retiró lentamente del lugar. Mientras se alejaba y su capitán saludaba sonriendo desde la popa con la gorra en alto, el Capitán Sulín alcanzó a leer que el pesquero llevaba el nombre de “Islas Malvinas”.



6 comentarios:

  1. Muy bueno. En mis tiempos de joven conocí éste buque. Algo viejo y de navegación de ríos fue muy útil en la guerra de Malvinas

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  2. Fui alumno de la Escuela Nacional Fluvial y estuve embarcado como parte de mi formación. Un orgullo haber conocido parte de la historia Argentina.

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  3. Festeje mis 15 en 1990 mágico mágico gracias papá x haberlo hecho posible

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  4. Por entonces era tripulante del A.R.A. King como conscripto clase 63 integrando el mismo operativo del Piloto Alsina y en un par de veces amadrinamos con el para la provisión de víveres a nuestro buque y en una de ellas fué cuándo trasladaban a los prisioneros a Ba As,por lo que puedo dar fé de la narrativa del informe!!!!

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  5. viaje en el piloto Alsina en 81 fue un honor.

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