"...
las centrales industriales de los cuatro países miembro del Mercosur elevaron
ante las autoridades negociadoras del acuerdo con la Unión Europea, que
deliberan en Asunción, una dura declaración en la que exigen “transparencia”
en las negociaciones, plazos y condiciones para que los sectores afectados
negativamente por el tratado de libre comercio “puedan transformarse y
continuar activos en el nuevo escenario”, y un acuerdo equilibrado “reconociendo
las diferencias en el nivel de desarrollo entre las partes”. Reclaman,
además, la inclusión de una “cláusula de desarrollo industrial” y la
preservación de diversos instrumentos de protección a la producción y el empleo
“fundamentales para el funcionamiento actual y futuro del Mercosur”.
“... es
mucho peor a la del año 2004 que se rechazó; la actual es un certificado de
defunción para muchos sectores industriales”.
Cuando
mencionan la desaparición de sectores industriales, el de la Marina Mercante y
la Industria Naval están incluidos.
Nuestra
actividad está en peligro por la exigencia de la UE de incluir acceso al
negocio naviero local.
Por
ese motivo, el 18.10.2017 la Federación de Empresas Navieras Argentinas (FENA) y
los gremios marítimos fluviales, solicitaron una reunión con el Jefe de
Gabinete de Ministros para interiorizarse de los alcances del inminente Acuerdo.
En la
Nota de solicitud de Audiencia decía: "... se está negociando entre la Unión
Europea y el Mercosur, y que abarca los servicios de transporte marítimo entre
Argentina y Brasil y el mercado regional de fletes del Mercosur".
Y más
adelante exponían:
"nos
permitimos enfatizar que la apertura irrestricta de estos mercados de fletes,
configurara la desaparición del proyecto de desarrollo de la marina mercante,
produciendo a su vez impactos negativos inmediatos en la totalidad de los tráficos
en que participa la bandera argentina..."
En
otro orden, en la Reuniones de ITF de Cartagena de fines de octubre del año
pasado, los gremios marítimos y fluviales argentinos y brasileros, firmaron un
comunicado de rechazo a ese Acuerdo.
Todas
estas iniciativas y seguramente muchas otras, tuvieron casi nula difusión y
lamentablemente todo indica que se está muy cerca de llegar al momento de la
firma del Acuerdo.
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A continuación un texto explicativo completo de la posición de las
cuatro centrales industriales del Mercosur y al final el enlace
correspondiente.
La industria de los cuatro países contra el acuerdo
Por Raúl Dellatorre
25.02.2018
En una inusual manifestación unitaria, las centrales industriales de los
cuatro países miembro del Mercosur elevaron ante las autoridades negociadoras
del acuerdo con la Unión Europea, que deliberan en Asunción, una dura
declaración en la que exigen “transparencia” en las negociaciones, plazos y
condiciones para que los sectores afectados negativamente por el tratado de
libre comercio “puedan transformarse y continuar activos en el nuevo
escenario”, y un acuerdo equilibrado “reconociendo las diferencias en el nivel
de desarrollo entre las partes”. Reclaman, además, la inclusión de una
“cláusula de desarrollo industrial” y la preservación de diversos instrumentos
de protección a la producción y el empleo “fundamentales para el funcionamiento
actual y futuro del Mercosur”. La nómina de instrumentos que enumera el
documento va, en muchos casos, abiertamente en contra de las concesiones que se
habrían hecho ante las autoridades europeas para apurar un acuerdo. La reacción
de las entidades industriales (por la Argentina suscribe la UIA, y por Brasil
la CNI, las dos centrales que redactaron la declaración) es el resultado de “un
análisis del estado actual de las negociaciones” del cual se concluyó, según
detallaron fuentes confiables a PáginaI12, que la propuesta de la Unión Europea
de octubre de 2017 –que el Mercosur aceptó salvo en el capítulo referido a las
exportaciones de carnes al Viejo Continente– “es mucho peor a la del año 2004
que se rechazó; la actual es un certificado de defunción para muchos sectores industriales”.
La declaración que la Unión Industrial Argentina y la Confederación
Nacional de la Industria de Brasil (con la firma de sus presidentes, Miguel
Acevedo y Robson Braga de Andrade) compartieron con sus pares de la Unión
Industrial Paraguaya y la Cámara de Industrias del Uruguay, pone el acento
justamente sobre puntos en los que, se sostiene, los negociadores del Mercosur
fueron cediendo en 2016 y 2017. En contraposición a lo que ya estaría acordado,
las dirigencias empresarias de los cuatro países reclaman:
Extensión del período de
desgravación de las canastas de bienes, ampliación satisfactoria de cuotas de
importación por parte de la Unión Europea para bienes agroindustriales y la
remoción de tarifas intracuotas para tales bienes, como parte de un “trato
especial y diferenciado” a favor de la parte firmante menos desarrollada;
Eliminación de subsidios
europeos a la producción de bienes agrícolas;
Aplicación de reglas y
mecanismos de certificación de origen que impidan la
triangulación;
Mantenimiento de límites al
acceso al mercado de compras y contrataciones públicas como herramienta de
desarrollo industrial nacional;
Rechazo a la extensión de las
patentes y a la protección de los datos de prueba.
Además, el documento empresario hace una mención particular al
requerimiento de una “cláusula de desarrollo industrial”, lo que significaría,
de ser atendido el reclamo, un cambio sustancial en el encuadre del acuerdo.
Dadas las asimetrías en el desarrollo de la Unión Europea y el alcanzado por
los países del Mercosur, la inclusión de una cláusula de desarrollo industrial
faculta a la región en desventaja (Mercosur) a proteger una nueva industria
naciente u otra que acceda a un salto tecnológico importante, por ejemplo, sin
estar restringida por un tratado de libre comercio que congele el desarrollo
relativo de ambas partes al momento del acuerdo.
Dicho de otro modo: el tratado Mercosur-Unión Europea, en los términos
en los que negocian los actuales gobiernos (el de Cambiemos, con Horacio Reyser
a la cabeza), es firmar el destino de reprimarización de la economía argentina,
por caso, ya que cede todas las ventajas en el intercambio comercial a la más
poderosa industria europea, a cambio de un grado mínimo de participación de los
productos agroganaderos propios en el mercado europeo. La inclusión de una
cláusula de desarrollo industrial supondría, al menos, no aceptar esa situación
como permanente.
El planteo de las cuatro entidades industriales del Mercosur a los
negociadores regionales les exige que reconozcan, explícitamente, la asimetría
del tratado y que, como consecuencia de éste, habrá grandes perdedores de este
lado del Atlántico, en especial entre los sectores industriales. Así planteadas
las cosas, demanda que “se establezcan plazos y condiciones para que los
sectores afectados negativamente puedan transformarse y continuar activos en el
nuevo escenario”.
Prácticamente desde 2016 hasta
las actuales negociaciones en Asunción, la disputa entablada por los
representantes del Mercosur se redujo a obtener una ampliación del cupo de
exportaciones de carne a Europa, de las 70 mil toneladas ofrecidas en octubre
pasado por la comisaria de Comercio de la Comisión Europea, Cecilia Malmstrom,
a un escalón más alto de 99 mil toneladas. La intención de los gobiernos de
Argentina y Brasil era presentar como el “gran éxito” ese resultado y a partir
de ahí justificar la firma del tratado. Si no se logró fue porque la mencionada
funcionaria europea no logró convencer a los gobiernos de Francia, Irlanda,
Polonia, Bélgica y otros de las bondades de un tratado comercial absolutamente
favorable a Europa, a cambio de una concesión poco significativa en el comercio
de carnes (como se explicó en el Panorama Económico en la edición de ayer). Esos
países desconocieron la propuesta que la UE presentó en octubre (70 mil
toneladas) y, por supuesto, rechazan una ampliación de la cuota.
El documento de la UIA y de sus
pares de Brasil, Paraguay y Uruguay pone el punto de discusión en otro lugar,
mucho más cerca de los intereses y la defensa de la producción y el empleo
argentino. Por si fuera poco, cuestiona implícitamente la falta de
transparencia en estas negociaciones de parte de los gobiernos de la región.
Quizás el planteo llegue demasiado tarde, pero en las actuales condiciones, los
gobiernos del Mercosur, en particular los de Argentina y Brasil, solamente
podrían avanzar hacia la firma del tratado asumiendo que lo hacen dándole la
espalda a sus respectivos sectores industriales.
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