Un buque, su vida y las vivencias de sus tripulaciones
Aclaración: Como en todas las notas, al final de la misma los datos del autor de este artículo.
Cada buque, al igual que las personas tienen una suerte de alma que van construyendo sus tripulaciones y también tienen una historia que la mayoría de las veces va muriendo cuando esas tripulaciones se van dispersando.
Hoy quiero compartir con Uds. gente que gusta de
historias de barcos y gente de mar la historia de un buque muy particular, que nació como
consecuencia de un acto solidario, como buque de pasajeros, continuó su vida como buque
escuela, se organizó como buque de desembarco de un batallón de Infantería de marina, actuó
en el conflicto recuperación de Malvinas como buque logístico en el operativo León I.
Fue buque alojamiento para los inundados formoseños en 1983.
Y terminó su vida útil como buque comercial portacontenedores.
Todos estos rubros tan disímiles entre sí son parte de la idiosincrasia nacional de la cultura de reparaciones increíbles con alambres y de que todo se puede transformar en otra cosa.
Otras pruebas de esto fue la propia guerra de Malvinas dónde un sofisticado sistema de misiles Exocet concebido para el uso aéreo, se transformó en batería costera terrestre con la adquisición de un blanco muy notable. Una fragata inglesa y con ello evitar los ataques Navales que los británicos realizaban impunes fuera del alcance de nuestras armas.
Está
nave a la que me refiero tuvo tres nombres a saber.
Entremos de lleno con la narración.
Durante la segunda guerra mundial y la guerra civil
española tanto en Europa en general como en España en particular hubo una gran escasez de
alimentos.
Argentina colaboró con la madre patria enviando
cereales con pagos diferidos.
Este acto solidario con nuestras raíces étnicas género
una deuda de gratitud que se concretó más adelante en el pago de la misma en
especies.
Paraná Express y luego incendiado. Diario Norte
Por los años sesenta, España envió cinco nuevos barcos de pasajeros para reemplazar a los antiguos y queridos barcos que operaban en el tráfico del sistema fluvial compuesto por los ríos Paraguay, Paraná, Uruguay y de la Plata.
Uno de ellos es el protagonista de este relato.
Llegó al país luego de cruzar el océano Atlántico ostentando el nombre de Ciudad de Formosa.
Construido en 1962 en astilleros españoles, tenía un TRB de 3955 toneladas, una eslora de 105 m, manga de 17,40 m y desarrollaba una velocidad de 14 nudos. Su capacidad de transporte de pasajeros era de 400 aproximadamente.
Llegaba asignado a FANF (Flota Argentina de Navegación Fluvial) y su función sería servir en la línea Baires- Asunción y esporádicamente viajes turísticos por el río Uruguay o también a Montevideo, Piriápolis y Punta del Este.
Cómo dijimos, nacido de un acto de solidaridad argentina con España, pareciera que junto a su tarea específica de unir localidades transportando, pasajeros y equipajes adoptó la realización de actos solidarios.
Cómo es obvio, las escuelas rurales argentinas necesitan refuerzos a lo que reciben del estado porque en ellas además de desarrollar el programa educativo nacional, realizan numerosas tareas fuera de currículas muy necesarias para estos chicos generalmente alejados de centros urbanos.
El fin del Piloto Alsina, ahora Paraná Express (Histarmar)
Y el presupuesto no contempla esos gastos y las cooperadoras de esas escuelas de no muy grande población escolar no alcanzan a reunir los fondos necesarios.
Una de esas escuelas estaba en Corrientes a orillas del Paraná.
A la tripulación del Ciudad de Formosa le pareció necesario, casi obligatorio, ayudarla.
Para ello ideó un sistema que dio muy buen resultado.
Cada
viaje, a la hora de la cena, en el comedor de pasaje se explicaba a los
pasajeros de la situación y se organiza una colecta voluntaria.
Al llegar a la zona de la escuela, parar máquinas ordenaban
del puente de mando.
Tres toques de pito anunciaban la llegada.
Raudamente, desde la orilla baja un bote tripulado por
docentes y quizás algún alumno fortachón a los remos y se acercaba al buque a
recoger el resultado de la colecta.
Agradecimientos, abrazos, hasta la vista y…la
tradicional despedida marinera de tres pitadas largas.
Máquinas adelante toda………..misión cumplida.
Cómo todas las cosas en esta vida, el ciclo de vida
comercial llegó a su fin.
Las rutas de ripio se fueron asfaltando en la
Mesopotamia.
El tren y los micros más los aviones fueron
reemplazando a los buques de pasajeros y la Flota Fluvial fue abandonando el
tráfico de pasaje quedando solo el de carga. Le llegó así el turno al Ciudad de Formosa que fue a amarre y
venta.
Solo
quedaron operativos el tráfico a Montevideo y Colonia.
Con esto termina la vida del Ciudad de Formosa como
tal pero no su vida útil.
La Argentina posee varias escuelas para instruir a las
tripulaciones de las diversas embarcaciones que constituyen nuestro poder naval.
Marina militar, comercial, policial, pesquera y
deportiva.
Dentro del sector del personal superior (oficiales) la
flota militar cuenta con la Escuela Naval.
La flota comercial de ultramar con la Escuela de
Náutica.
La comercial fluvial con la Escuela Nacional Fluvial.
La flota policial con la Escuela de Prefectura.
Y la flota pesquera con la Escuela Nacional de Pesca.
Para la instrucción práctica de la navegación se
contaba con la Fragata Libertad para
el viaje final de práctica de los guardiamarinas, lo mismo que buques
comerciales estatales para los viajes finales de los oficiales de Marina
Mercante.
La falencia se notaba en los viajes de práctica para
los alumnos en formación durante los años de escuela.
Los dos buques militares, los patrulleros King y Murature tenían poca capacidad de alojamiento.
El Capitán Brizuela para la parte mercante
y prefecturiana quedaba chico y su tecnología era muy antigua por lo que se
decidió radiarlo del servicio y ofrecerlo en venta.
Era un
antiguo buque de pasajeros. De nombre original Iris perteneciente a FANF que hacía el tráfico en el alto
Paraná hasta Posadas.
Se planteó la necesidad de adquirir un barco más
moderno y con capacidad de alojamientos más importante.
Cómo la necesidad era la navegación, la conducción de
las máquinas y la administración se pensó en un buque de pasajeros.
Y el elegido fue el "Ciudad de Formosa". Veamos cómo fue esta segunda parte de su vida.
La de buque escuela incorporado a la armada con la característica Q 31.
Al incorporarse al sistema educativo de la armada dependiendo de la Dirección de Instrucción Naval cambió su nombre de Ciudad de Formosa por el de Piloto Alsina en homenaje al piloto de Marina Mercante JUAN ALSINA, quien fuera el subdirector de la escuela de Náutica, esa misma que fundara Belgrano en 1799.
Muy emotivo fue el traspaso del comando y tripulación.
Para la tripulación saliente, pertenecientes a la
marina fluvial significaba la pérdida de una unidad muy querida y para los
marinos entrantes, de la marina de ultramar y docentes significaba contar con
un buque escuela dedicado a la instrucción sin tener tráfico comercial que
interfiera con las necesidades educativas.
Ambos colegas los capitanes saliente y entrante se
confundieron en un abrazo.
Este lamento por la pérdida de una fuente de trabajo
era muy comprensible.
Estamos hablando del año 1981. Ya se intuía una
retracción de la marina mercante argentina, junto con la desaparición de la
fuerza naval de instrucción ocurrida tiempo atrás.
Por eso era tan importante la adquisición de un buque
escuela.
Pintado de gris naval y ostentando su nuevo nombre en
letras doradas dio comienzo a sus funciones de instrucción que incluyeron a
todos los institutos Navales exceptuando la Escuela de Pesca que cuenta con un buque escuela propio, el Luisito, recordando al buque del mismo
nombre que construyera el Capitán Luis Piedrabuena en la Isla de los Estados con medios muy precarios.
Además de los institutos de formación profesional, embarcaron
los cadetes de los Liceos Navales, incluyendo personal femenino.
Toda una novedad para la época.
En esa función de nave escuela realizó múltiples
viajes de variada duración y destino, según los planes de cada instituto.
Una característica de los viajes fue hacer escala en
los puertos tanto argentinos como uruguayos dónde no se registraba trabajo, con
el fin de demostrar que era posible su reactivación.
Pronto se fueron descubriendo nuevas aplicaciones y
usos.
Por ejemplo, con poquísimas arreglos se lo adaptó para
utilizarlo como unidad de transporte y desembarco de infantes de marina (el BIM3).
Con los sistemas de carga del buque se construyó un
sistema de desembarco de lanchas lo que permitía que en un máximo de 7 metros, estuviera
en el agua orbitando la totalidad del batallón listo para iniciar la cabeza de
playa.
En tal carácter se realizaron desembarcos en
Samborombón como también en las diferentes playas de nuestros ríos.
Además se realizó el operativo Sirena en conjunto
con Paraguay.
Ya como Piloto Alsina aparece
nuevamente el tema de la solidaridad.
El buque, respondiendo a un pedido de la Escuela Rural de Frontera No 105, Alte.
Brown, acepta y es designado oficialmente padrino de dicha escuelita del paraje Campichuelo (Entre Ríos) río
Uruguay.
Enterados todos de la designación, se realizó una
especie de asamblea en la que participó la totalidad de la tripulación para
definir cómo hacer para que el padrinazgo fuera efectivo.
Aquí había una diferencia con lo que hacía el Ciudad
de Formosa.
No había pasajeros a quienes pedirle colaboración.
Se optó por otra solución.
Donarían todos. Un porcentaje del sueldo a descontarse
por boleta para aplicar lo recaudado, no en reemplazar al Estado, sino a
complementarlo en los rubros que no cubre.
Algunos ejemplos de lo realizado: Compra de un
aerogenerador para proveer de electricidad a la escuela y casa del docente. Creación de una biblioteca de libros infantiles.
Comprometer
a la delegación de la Prefectura más cercana (la de Concepción del Uruguay) para que le brinde apoyo logístico.
Ellos se encargaron de instalar el molino generador.
Y lo más importante, cerca de fin de año, una comisión
del buque con medios propios buscaban a los niños y docentes y los trasladaba a
Buenos Aires.
Se alojaban en el buque y con la ayuda de esposas
voluntariosas que durante una semana organizaban excursiones para que los
pequeños conocieran cosas como los subtes, shopping, el cabildo y la catedral, el
zoo y algún cine.
Imaginen, chicos que viven en una isla del litoral
entrerriano, lejos de una ciudad. Todo era algo de maravilla.
Pero
llegó el 2 de abril y la noticia…estamos en guerra.
Se suspendieron los viajes de instrucción. El Piloto
fue asignado a participar en el operativo
León I como buque logístico y base de las dotaciones de registro.
Resulta que el estado mayor conjunto tenía la certeza
de que si se lograba impedir el desembarco inglés en Las Islas, el siguiente
paso británico sería bloquear el comercio argentino cerrando el canal de
salida, ya sea con fuerzas navales o con sabotaje hundiendo algún buque en
dicho canal.
Todos los esfuerzos de la flota de mar estaban
volcados a neutralizar a la fuerza de tareas inglesa y de la antigua flota de
rio, solo quedaban los viejos King y Murature.
Además se debía defender a Ushuaia si Pinochet se
decidía atacar.
En definitiva no se contaba con elementos bélicos
razonables.
Se armó el OPERATIVO
LEÓN I con los buques disponibles.
Los dos patrulleros, el oceanográfico Puerto Deseado, el Piloto Alsina, lanchas de prefectura y
balizadores, más los aviones Navales de Punta Indios. Hasta se destinó a la
Fragata Libertad al patrullaje de la
zona.
En realidad, si decidían atacar no tendríamos ninguna
posibilidad de resistir, pero si era la segunda opción en cada buque que
entraba o salía de puertos argentino se embarcaban una dotación de registro
compuesta por gente de la armada más prefectura por la parte policial y de aduana
por su experiencia en descubrir contrabando. En este caso, explosivos. Este
operativo era comparable a la carga de la caballería polaca contra los tanques alemanes
al comienzo de la segunda guerra mundial.
Tan heterogénea era este grupo que lo bautizaron como
la Armada Brancaleone en recuerdo de
la película del mismo nombre.
Las tareas asignadas al Piloto eran: Patrullaje de la
desembocadura del Rio de la Plata. Abastecimiento de víveres y combustible a los
demás buques y ser base de las dotaciones de registro que embarcaban o
desembarcaban de los buques que navegaban por canal Indio.
Cerca
del fin del conflicto se le ordenó la tarea más emocionante.
Fueron
tres viajes en que debió repatriar personal argentino tomado prisionero en
diversos episodios y que Inglaterra repatriaba a través de la Cruz Roja Suiza.
La lista es larga. Involucró a personal civil de la
empresa Davidoff, marinos pescadores
del Narwal, personal de prefectura
del Río Iguazú, personal militar de
Marina ejército y aeronáutica y la totalidad del personal del Darwin, junto con la tripulación del submarino Santa Fe.
En tono jocoso, la gente del Piloto se vanagloria a de
que ellos eran los únicos que en plena guerra se encontraron cara a cara con
naves inglesas y no había sido hundidas, ni se habían rendido.
Las naves inglesas comprometidas en la repatriación
eran el HECLA y el NORLAND. La cantidad de personal
recuperado llegaba a las 1250 personas.
También está guerra llegó a su fin.
Terminadas
las hostilidades. Se retomó la tarea específica de instrucción hasta fin de
mayo de 1983 en que fue requerido nuevamente en nombre de la solidaridad.
En mayo, los ríos Paraná/Paraguay y Uruguay
coincidieron en una onda de crecientes simultáneas, cosa muy poco común.
Por tal motivo el río de la plata actuó como un tapón
al colmarse su capacidad de drenaje.
Esto se tradujo en una gran inundación, especialmente
en los pueblos y ciudades ribereñas del río Paraguay, tanto del lado argentino
como el paraguayo.
La situación se tornó crítica porque los evacuados superaron en mucho las capacidades del Chaco y Formosa para alojarlos.
Por esa razón y dada su capacidad de 400 plazas y el
hecho de contar con toda la infraestructura necesaria lo hacía apto para la
tarea, fue destacado al puerto de Formosa, capital.
A fines del mes de mayo, llegó a destino y se puso a
las órdenes de Defensa civil de Formosa
la cual dispuso la liberación de las escuelas ocupadas por evacuados, y el traslado
de los mismos al Piloto
Allí se alojaron y fueron atendidos en forma integral
por poco más de dos meses hasta que las aguas retornaron a su nivel normal.
Fue una experiencia emocionante para ambas partes, evacuados
y tripulantes.
Casi todos los inundados eran personas humildes,
habitantes de islas u orilleros que subsistían de la pesca y sus hogares de
tipo precario.
Las sorpresas al vivir en el buque fueron varias, como
por ejemplo abrir canilla y que por ellas saliera agua caliente, no solo agua.
Para mantener ocupados a madres y niños, los hombres
tenía que cumplir trabajos para la municipalidad construyendo defensas, se
organizaron juegos, cine y los domingos, bailes.
Para los que quisieron regularizar su situación casamientos, civil y religioso, bautismos, documentación, registro civil etc.
Fueron dos meses muy útiles en todo sentido
Hasta
uno de los tripulantes, el técnico electricista del buque, contrajo matrimonio
con una formoseña.
En contrapartida, otro tripulante, está vez del área
administrativa, fue atendido de urgencia y salvado por un infarto causado por
el exceso de trabajo en atender a tanta gente con necesidades tan diferentes a
los de un cadete embarcado.
Formosa fue muy agradecida.
Una de
las calles del barrio Incone Boleta el nombre de PILOTO ALSINA por decreto municipal.
Y hablando de nombres, una curiosidad. Si no, de mí
conocimiento, dos lugares de argentina, de nombre compuesto, se los conoce popularmente
por el grado y no por el apellido: COMODORO por Comodoro Rivadavia y PILOTO por
Colonia Piloto.
Cómo todas las cosas, también está actividad llego a
su fin.
El Piloto regresó a su base y retomó su actividad
original de buque escuela.
Pero también empezaron problemas serios para el buque
a consecuencia de los grandes problemas argentinos.
Argentina había recobrado la normalidad democrática, volviendo
a regir la constitución, los gobiernos civiles y los problemas presupuestarios.
El
Piloto Alsina, junto con las escuelas dependía
de un organismo de la armada llamado en ese entonces Dirección de Instrucción Naval.
Todo ello dependiente del Ministerio de Defensa.
Y en época de vacas flacas y además con ausencia de
hipótesis de guerra, defensa ve recortado su presupuesto, máxime cuando hay un
cierto ánimo de castigo hacía las fuerzas armadas.
El Piloto se encontró sin fondos para el
mantenimiento, reparaciones, combustible y racionamiento.
O sea
sin presupuesto.
No está muerto quien pelea dice el refrán popular.
La tripulación se reunió en una suerte de asamblea, no
para decretar medidas de fuerza ni pensar en cortar calles, sino que con los
pies en la tierra, buscar una solución viable para evitar la posible pérdida de
esa fuente de trabajo.
Algo parecido a una huelga japonesa. Generar fondos
con mayor trabajo y esfuerzos para mantener operativo a la unidad, ya no con
fondos del estado sino con la dedicación de toda la tripulación, desde
marinería, maestranza y plana mayor.
Dos fueron las fuentes principales de ingresos.
La primera, un convenio con la Secretaria de Turismo de
la Nación que mediante un pago en combustible se harían viajes diarios con jubilados
zarpando desde Bs.As., navegando por el canal Mitre y el Paraná de las Palmas
hasta Escobar y regreso.
Esto solucionaba parcialmente el problema del
combustible, pero faltaba el problema del racionamiento y las reparaciones.
La segunda solución cubría este rubro.
Con la colaboración de empleados del Centro de
Capitanes y de otras organizaciones, se ofrecieron en alquiler los amplios
salones del buque para propósitos varios.
Con estas medidas, apoyadas por la Dirección de
Instrucción Naval, y también por las escuelas y organismos que debían realizar
viajes que contribuyan con parte de los fondos necesarios se pudieron realizar
viajes con una inteligente distribución de los programas de tareas.
Los más agradecidos fueron los centros de jubilados
por los viajes, todo incluido menos los helados de la cantina que se abonaban
aparte.
Evidentemente, una solución típicamente criolla, que
fueron efectivas y permitieron prolongar el accionar educativo e incluir
operativos con Infantería de Marina.
Claro que este sistema no podía ser definitivo.
Era cuestionable desde el punto de vista de la
administración estatal.
El sacrificio en horas y tipo de trabajo fuera de las
tareas legales de cada tripulante excediendo lo que sería su trabajo normal y
poniendo en tela de juicio el accionar de la superioridad solo para ser algo
provisorio hasta que se normalizará la situación y el presupuesto asignado a
Defensa.
Pero, por supuesto que no fue así.
Por el
contrario, empeoró.
En cada nuevo ejercicio, el poder político fue
achicando el porcentaje dedicado a Defensa al punto que prácticamente solo
alcanzaba para sueldos y el combustible para el auto del Ministro.
Bueno, me dejo llevar por la indignación del recuerdo,
y este no es una crónica política.
Todo lo ocurrido en Argentina a partir de la vuelta a
respeto constitucional es de dominio público.
Ante ese panorama la Armada se vio obligada a
achicarse en forma drástica.
Con respecto al buque Piloto ALSINA, una comisión resolvió que había completado su vida útil, por lo que debía ser radiado y vendido.
Y con respecto a su tripulación, que pertenecía a la
Marina Mercante, cumplir con la ley de la actividad, desvinculándola y pagando la indemnización
correspondiente.
Esto impactó fuertemente en la instrucción de los
futuros oficiales mercante, dado que la Escuela de Náutica quedó sin unidades
para la instrucción práctica reglamentaria internacional, de la que argentina
era signataria, por dos razones.
La pérdida de su buque escuela y la casi total
desaparición de la marina mercante nacional que colaboraba embarcando cadetes
en sus viajes.
YPF , ELMA, TRANSPORTES NAVALES desaparecieron como
armadores comerciales, al igual que casi todas las armadoras privadas excepto
una que actualmente embarca cadetes de Náutica y algunos viajes que embarcan en
los viejos patrulleros. Uno de
los cuales, también fue radiado.
Debo destacar que la Escuela Nacional de Pesca pudo
conservar al pesquero escuela el Luisito.
Hay que
recordar que el plan de estudio de la Escuela de Náutica plantea una carrera de
cuatro años de estudios para las especialidades de cubierta y máquinas,
distribuidas así:
Primer
año en la escuela. Teórico.
Segundo
año embarcado Teórico y Práctico.
Tercer
año en la escuela Teórico.
Cuarto
año embarcado en forma individual con responsabilidad de
oficial y con trabajos prácticos a presentar.
De esta
forma el Piloto Alsina dejó de ser tal y
fue vendido a un armador particular con el que cumplió su vuelta a la
navegación comercial.
Con lo que dio comienzo a la tercera y última etapa.
Una vez más la realidad desmintió al relato.
El buque lejos de haber cumplido su vida útil volvió a
navegar luego de una importante transformación.
Su nuevo propietario le hizo quitar toda obra muerta
dedicada a pasajeros quedando solamente la parte del puente de mando y
alojamientos de tripulación con lo que quedó transformado en portacontenedores.
Consecuentemente abandonó su nombre y lo cambio por PARANÁ EXPRESS.
No puedo brindar datos técnicos de esta última
transformación porque dejó de estar disponible los mismos.
Por ejemplo la cantidad de contenedores que podía
transportar, su velocidad dado que es probable que por ahorro de combustible
hubiera anulado la máquina central y dejará en servicio las dos laterales.
Lo que si se pudo comprobar al ser vista navegando su
extraña figura por el río Paraná sin prisa ni pausa es que el veterano buque
aún tenía vida útil para brindar a su armador.
Y así continuó navegando aguas arriba y aguas abajo
del río Paraná hasta que su antigüedad lo fue dejando obsoleto en términos
comerciales y fue al amarre.
En ese amarre, un extraño incendio puso fin a su vida
al modo de funeral vikingo.
Este buque CIUDAD
DE FORMOSA; luego PILOTO ALSINA
y finalmente PARANÁ EXPRESS, no fue
solo un montón de fierros que navegaba por agua dulce o salada.
Tuvo y tiene su propia alma que no quiere desaparecer.
Sus ex
tripulantes han creado el grupo de EX TRIPULANTES DEL PILOTO ALSINA en WhatsApp
y mantienen vivo su recuerdo.
La marina mercante nacional, actualmente, casi carece
de unidades que enarbolen el pabellón celeste y blanco con el sol en su centro
pero el espíritu marinero de su gente se mantiene vivo y espera que algún
gobierno cree las condiciones para un resurgir en forma competitiva en manos
estatales y privadas cumpliendo lo dicho en 1799 al inaugurarse los cursos en
la Escuela de Náutica.
...con
frutos y marina haremos un comercio activo…y ya no seremos comisionistas de los
intereses extranjeros.
Capitán de Ultramar, Eduardo Osvaldo Sulín, Director de la Escuela Nacional de Náutica (1992-1998).
No hay comentarios:
Publicar un comentario