El cruce del Atlántico,
demandaba un par de semanas, rutinarias, y al no embarcar pasajeros ruidosos,
bastante aburridas. Habíamos zarpado de Buenos Aires con carga y pasajeros de
cortesía rumbo al Mar del Norte.
Durante esa travesía, la primera
para mí en ese buque, al salir de la consola de máquinas para verificar
mecanismos. Mientras constataba lecturas en los aparato de medición, sentí una
presencia a mi lado, pude ver la imagen borrosa reflejada en el cristal del
instrumento. Giré sobre mis talones, no había nadie. Jaime, mi ayudante, seguía
en el cuarto de control, pude verlo desde la planta.
Al entrar, después de mis
menesteres, intenté disimular la impresión. Forzando una sonrisa, le comenté la
rara experiencia, él señaló que cada tanto le sucedía algo parecido.
—Lo que pasa que usted es nuevo y el bávaro lo
quiere conocer —dijo muy serio mirándome a los ojos.
—¿Qué dijiste? ¿El bávaro?
¿Quién es ese?
—Dicen que durante la
construcción del buque en Alemania, un obrero de Bavaria murió aquí en este
lugar y cada tanto se aparece con la mayor naturalidad, lo único que le falta
es hablar —dijo convencido.
Para leer mas >>>>>>>>> La aparición.
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