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Un día de 1863 un velero llamado
Luisito se arrimaba penosamente a un
promontorio del Cabo de Hornos, batido
por las altas olas de los dos océanos. Un tripulante consiguió echar pie a
tierra y con un punzón y un martillo grabó en un peñasco: “Hasta aquí llega el dominio de la República Argentina ".
Contempló su obra e insatisfecho añadió: “En la Isla de los Estados (Puerto Cok) se socorre los náufragos”. Sólo entonces, ayudado por sus compañeros,
volvió a su barco que emprendió rumbo al Este.
¿Quién era este hombre entretenido en fijar en esa desolada región
inscripción semejante? Luís Piedrabuena conocido en todo el entorno por el “Capitán
Luís” famoso por sus extraordinarios salvamentos de náufragos y por su obsesiva
preocupación de refirmar la soberanía argentina en las tierras y mares
australes.
Como Jorge Luís Fontana, había nacido Piedrabuena en Carmen de Patagones,
el 24 de agosto de 1833. El río Negro acunó su infancia y pubertad, despertando
su indoblegable vocación marinera. A los 14 años embarca en el John Davison, comandado
por W. H. Simley, uno de los navegantes más prestigiosos de su tiempo. Recorre
los mares del Sur, las Malvinas, el Cabo de Hornos alcanza “al pairo la latitud
68° Sur" y aprende a manejar el arpón de la caza de ballenas.
A los 21 años es capitán de bandera en
la barca argentina San Martín, acompañando nuevamente
a Smiley, su protector. Perfecciona sus conocimientos en una escuela naval de Nueva York y luego se larga a
recorrer el mundo toca todos lo puertos
norteamericanos del atlántico, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, y regresa en
la goleta Nancy, de Smiley, para dirigirse a los mares australes donde alterna
la pesca con la humanitaria misión de salvar náufragos. En la Isla de los Estados socorre a
24 frente a los escollos de Punta Ninfas en la Bahía Nueva arrebata
de una muerte cierta a 42 tripulantes de la ballenera norte americana Dolphin.
Los salvamentos de Piedrabuena tienen resonancia internacional. El emperador alemán le obsequia un catalejo
en premio por el rescate de once hombres y una mujer, náufragos del Dr. Hansen.
La reina Victoria también lo distingue
por haber salvado de la muerte a navegantes Ingleses. Los salvamentos -son
tantos y tan arriesgados que en uno de ellos se estrella su barco- que el
propio Piedrabuena pierde la cuenta.
La otra preocupación fundamental de Piedrabuena es resguardar la soberanía argentina
en la región de los avances chilenos. En la isla Pavón, en río Santa Cruz, iza
la enseña nacional y funda la primera población del territorio. Recorre el
estrecho de Magallanes y el de Le Maire en su carácter de marino argentino. El
presidente Mitre le extiende el 2 de diciembre de 1864 los despachos de capitán
de la armada nacional, la cuyo sueldo renuncia.
Desde ese momento se convierte en guardián celoso e insobornable de los derechos
argentinos en los mares del sur.
Por su acción en la zona choca con funcionarios chilenos. Como carece de
fuerza marcha a Buenos Aires en 1868 y convence a Mitre de la necesidad de
balizar la costa del Estrecho retrocediendo a su ocupación. Le prometen lo
necesario y 20 hombres para la guardia. Se embarca en el Espora con las balizas
y los víveres sin que le llegue la tropa asignada.
Permanece dos meses fondeado en el Riachuelo. Entrevista a Sarmiento,
sucesor de Mitre en la presidencia, sin conseguir los hombres prometidos. “No
me dijo que fuera ni que me quedara, pero que procediera con prudencia con las
autoridades chilenas”, comenta. Desde luego, Sarmiento estaba encantado de
poner obstáculos a la penetración chilena en el Sur, mas quería evitar todo
conflicto mientras llegaba a puerto la moderna escuadra encargada v se resolvía
definitivamente la guerra con el Paraguay.
Piedrabuena vuelve al Sur e intenta instalar un observatorio en la bahía
San Gregorio. El gobernador chileno de Punta Arenas interfiere su propósito.
Piedrabuena le escribe a un amigo: “Si yo tuviera del gobierno instrucciones
por escrito en vez de verbales, y, si
por este motivo no temiera a los incidentes que pudieran sobrevenir, que tal
vez me acarrearía reproches, no sería yo y mis patagones los que abandonaríamos
la bahía de San Gregorio sin lograr nuestro intento. Por estas y otras cosas
voy siendo en la colonia el blanco de las hostilidades de los chilenos, los
-que no cesan de perseguirme y como si con mi persona no tuvieran suficiente,
también se ensañan con los intereses que tengo en la colonia”.
Se ve obligado a malvender su almacén de ramos generales de Punta Arenas. Su próspera situación
económica deviene ruinosa, pero Piedrabuena no abandona su función de vigía. Fortifica
la isla Pavón, navega nuevamente la Bahía San Gregorio, reconoce Puerto Gallegos y
toca Tierra del Fuego.
En estas circunstancias el gobernador de Punta Arenas le encarece recoja
los restos el capitán y la tripulación del Treponts
muertos por los indios. No hay otro capaz de asumir esa difícil y humanitaria
misión. Deja de lado los enfrentamientos con el funcionario chileno y la acepta
v lleva a cabo luego de burlar hábilmente a los indios.
En 1873 Piedrabuena se instala en la Isla de los Estados para cazar lobos de mar.
Su viejo barco Espora se estrella. Y durante 70 días construye con sus
hombres otro cútter. En 1876 adquiere la goleta Santa Cruz para establecer un
servicio regular entre la
Patagonia y Buenos Aires. En la isla Pavón ha de encontrarse
con el ilustre marino y explorador Carlos María Moyano y con el infatigable
Francisco P. Moreno. Y ese trío glorioso realiza en común fecundas
exploraciones.
En 1878 Piedrabuena adquiere el velero artillado Cabo de Hornos para la
mejor defensa de la
Patagonia. El 17 de abril de ese año el presidente Avellaneda
lo incorpora al escalafón militar con el grado de teniente coronel de la Marina.
Al ocurrir el incidente de Cañadón Misioneros Piedrabuena acompaña al
comandante Py en la tarea de ocuparlo militarmente. A partir del año siguiente
dirige una escuela de grumetes establecida a bordo de su Cabo de hornos.
Se dispone a zarpar nuevamente a las regiones del Sur, “a fin de colocar los
faros que reclamaba la navegación del Le Maire” cuando fallece
el 18 de agosto de 1883.
Hoy nadie duda que sus patrióticos afanes lograran para la Argentina la
reivindicación de los territorios australes. Piedrabuena encarna el arquetipo
del marino criollo siempre dispuesto a servir a la patria y a la Humanidad.
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