11 de enero de 2014

El imperio de Royal Caribbean.

El "Oasis of the Seas", de 362 metros de eslora y capacidad para hasta 6.400 pasajeros
05.01.2014.

Bajado del Blog de Javier Ortega Figueiral.


Con la vista lejos del frío de su país natal, tres importantes familias de armadores noruegos quisieron dar un nuevo aire a sus intereses marítimos: los Wilhelmsen, transportistas de vehículos, gas y crudo, los Laarsen, con una flota de petroleros, y los Skaugen, que transportaban mercancías y pasaje entre continentes. Estos armadores apostaron por el mundo del turismo marítimo en un momento en que los barcos de pasaje de línea regular empezaban a perder popularidad y clientes en favor del transporte aéreo, que acortaba las distancias entre países con una oferta casi imbatible.




Así, Royal Caribbean se fundó en Noruega, pero con vocación caribeña, pues la sede central de la compañía estuvo desde su creación, en 1968, en el puerto de Miami, que históricamente ha sido el primero del mundo en pasajeros de crucero. En 1970 se botó su primer buque, el Song of Norway, al que siguieron dos buques más. El éxito de su oferta cogió inesperadamente a sus gestores, hasta el punto de que para poder satisfacer la demanda y optimizar costes fueron el primer operador marítimo que amplió la capacidad de sus buques de una manera muy peculiar: cortando los barcos por la mitad, añadiendo una sección entera de unos treinta metros y soldándolo de nuevo.

En los ochenta, con un mercado ya consolidado y una competencia pujante, los gestores de la naviera tuvieron otra idea inédita: ofrecer escalas en territorios o islas privadas. El primero fue Labadee, una inmensa finca al norte de Haití, reservada exclusivamente para las escalas de sus barcos a cambio de una cantidad fija de dinero por pasajero desembarcado al Gobierno del país. Esta controvertida iniciativa ya ha cumplido 28 años y ha sido imitada en otras zonas del mar Caribe.

"The nation of why not" ,el célebre slogan de Royal Caribbean.  

A partir de los años noventa, el sector de los cruceros vivió una era de expansión espectacular, azuzada por la popularización de este tipo de vacaciones y la llegada de nuevos operadores al mercado. Royal Caribbean apostó entonces por los megabarcos, enormes complejos flotantes de más de 250 metros de eslora y unos 3.000 pasajeros, unas cifras que permitían ofrecer muchos nuevos servicios a bordo, pero sobre todo hacerlo a un coste unitario, mucho mejor para las navieras. El primero de estos grandes buques fue el Sovereign of the Seas, que estuvo en la flota casi dos décadas, hasta que pasó a una compañía española.

El crecimiento del sector trajo también la creación de grandes grupos marítimos integrados, en los que en lugar de aumentar flota bajo una misma marca, una naviera fuerte iba adquiriendo competidoras, manteniendo su marca, categoría y público objetivo. Royal Caribbean consiguió hacerse en 1997 con Celebrity Cruises, propiedad de los Chandris, una de las legendarias familias de armadores griegos, similar a la de los Niarchos u Onassis. Seis años después se creó la marca Island Cruises, dedicada al mercado medio británico, y en el 2006, para entrar en el potencial mercado español e iberoamericano, adquirió la madrileña Pullmantur Cruises a su propietario, el grupo Marsans, por 700 millones de euros, de los que unos 270 eran de deuda. Esa compra tuvo también su componente político, aunque económicamente fuera casi residual: Pullmantur tuvo que abandonar sus habituales y exóticas escalas en puertos de Cuba, que durante un tiempo fueron señas de identidad de la naviera, para que su nuevo propietario cumpliese con la ley Helms-Burton.

Tras su desembarco hispano, el grupo creó dos marcas nuevas: Azamara Club Cruises, especializada en viajes marítimos para un pasaje de nivel adquisitivo holgado y CDF, Croisières de France, especializada en el mercado turístico francófono. La última marca que se incorporó al grupo fue de TUI Cruises, aunque sólo al 50%. En este caso para atender la interesante demanda del pasaje alemán, austriaco y suizo.

Actualmente la matriz Royal Caribbean Cruises Ltd. opera 41 buques y cinco más se están construyendo. Estas naves navegan bajo seis marcas, con las que detenta el 24% del mercado global de cruceros. En el ejercicio del 2012 la facturación global fue de 7.700 millones de dólares y para el año recién finalizado se espera superar los 8.000 millones.

Royal Caribbean se convirtió oficialmente a principios de diciembre en nueva accionista de Creuers del Port, compañía creada para la gestión de la mayoría de las terminales de crucero en la capital de Catalunya: dos en el muelle de Barcelona, integradas en el edificio del World Trade Center, y tres más en el muelle adosado.

El nuevo socio compró, por una cifra sin revelar, el 43% de las acciones -un 23% estaban en manos de Trasmediterránea- en la gestora de terminales, a través de una empresa creada ad-hoc: Barcelona Port Investments, con participación de la turca Global Yatirim Holding, con sede en Madrid y presidida por John Terceck, uno de los vicepresidentes comerciales de Royal Caribbean.

Junto a las cinco terminales catalanas, Creuers también gestiona edificios para pasajeros en los puertos de Singapur y de Málaga. Mientras que Barcelona y el puerto asiático han tenido buenos resultados en el 2012, el andaluz ha caído un 14% en pasaje, al perder unas 140 escalas en comparación con el año anterior.

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