Después del 2 de abril, la Fuerza de Tareas naval
británica recibió la orden de agruparse y dirigirse hacia el Atlántico Sur.
Mientras los servicios de inteligencia argentinos trataban de desentrañar la
composición de esa flota y sus verdaderas intenciones, todas las miradas, en un
principio, se dirigieron a la Isla Ascensión, la base británica arrendada a los
norteamericanos. Allí de acuerdo a los planes que lograron saberse más tarde la
“Task Force” se dividió en tres grupos. Uno tomaría rumbo a Georgias para
tratar de recuperarlas; otro núcleo de batalla se dirigiría a la zona de
Malvinas y un tercer grupo anfibio completaría sus preparativos en Ascensión
para luego unirse al resto de la Flota y lanzarse al asalto de las islas.
Dentro de estos objetivos, cuyas
intenciones trataban en lo posible de ocultar, los británicos desarrollaron una
estrategia para confundir nuestras defensas. La misma consistió en hacer que el
grueso de su Flota, integrada en torno de sus dos portaaviones, marcara,
inicialmente, un rumbo que fuera capaz de sugerir la posibilidad de que se
dirigían hacia Buenos Aires y no a Malvinas. Esta maniobra tendría como
objetivos hacer que los mandos argentinos dejaran parte de su Fuerza Naval y de
su Fuerza Aérea en el Norte obligándolos a diversificarse.
Pese a estas maniobras de
diversión, la búsqueda de la Fuerza de Tareas enemiga, por parte de unidades de
la Fuerza Aérea Argentina y barcos mercantes nacionales, en operaciones
controladas por la Jefatura de Inteligencia del Estado Mayor General de la
Armada, fue dando resultados y a través de esa apreciación se obtuvo una
información confiable asegurando que esa Flota se estaría dirigiendo a
Malvinas.
Esta confirmación que se hizo más
evidente a mediados del mes de abril no descartó otras posibilidades del
accionar enemigo en nuestras aguas platenses. Dentro de las contingencias que
podían esperarse en el naciente conflicto surgía la probabilidad de que fueran
saboteadas las entradas de los puertos del interior del Río de la Plata ,
incluyendo el Paraná y Uruguay, obstaculizando los canales de acceso mediante
la modificación del balizamiento o quizá varando o hundiendo un buque dentro de
ellos.
Para tratar de conjurar esta serie
de factibilidades que pudieran dañar gravemente la libre entrada y salida de
nuestras vías fluviales o entorpecer y paralizar el movimiento portuario, el
Estado Mayor Conjunto elaboró un plan.
A tal efecto el día 21 de abril
circuló un Mensaje Naval ordenando desafectar a los Buques Escuela, Fragata
ARA Libertad y ARA Piloto Alsina de la
Dirección General de Instrucción Naval y hacerlos pasar a depender del Comando
del Área Naval Fluvial. Acto seguido nuevas órdenes involucrarían a un buen
número de barcos de la Armada y otros auxiliares que irían a conformar una
especie de agrupación naval de extracción múltiple.
Un primer Grupo de Tareas
compuestos por la Fragata, Libertad; el Pontón Recalada;
el Piloto Alsina y el buque Oceanográfico, Puerto Deseado,
se apostaría en la boca exterior del Río de la Plata, con la misión de dar
Alerta Temprana, con sus radares, sobre una posible incursión británica o de
buques trampa que pudieran ser varados o hundidos en las entradas del canal de
acceso. Asimismo estos cuatro buques actuarían como base o Estaciones para los
grupos de control y registro que acompañarían a toda unidad extranjera que
ingresara o egresara de nuestras aguas jurisdiccionales.
Un segundo Grupo de control, que
patrullaría las aguas externas (sobre la línea de mar) del Río de la Plata,
estaría integrado por los Patrulleros de la Armada , King y Murature y
el Buque Hidrográfico, Comodoro Rivadavia. A ello debían sumarse,
para los canales y ríos interiores, tres balizadores “del Ministerio” como se
los conoce en la jerga marinera, que habían sido previamente artillados; junto
con las lanchas hidrográficas Petrel yCormoran.
Como auxiliares el operativo
contaría con la cooperación de los aliscafos argentinos y las lanchas del servicio
de practicaje para el traslado del personal. Los buques de pasajeros de
Empresas particulares Nicolás Mihanovich y Mar del
Plata II quedaron como reserva.
Las dotaciones de registro, para
cuyo traslado se designaron dos Guardacostas de Prefectura Naval, estuvieron
compuestas por Personal Naval, de Prefectura, Aduana y un Práctico
o Capitán Mercante, estos últimos con mucha experiencia en los canales y su
balizamiento.
El día 25 se recibió la orden de
dar inicio al Plan que recibió el nombre clave de Operativo “LEÓN I”. Algunos,
risueñamente, iban a llamar a esta heterogénea flotilla: “La Armada
Brancaleone”, pero esa ocurrente denominación lejos de significar una
expresión irreverente o desprejuiciada fue una forma más de reflejar el
espíritu alegre y optimista que reinaba entre sus integrantes.
Asimismo con motivo del anuncio por
parte de los británicos de su intención de llevar las acciones bélicas hasta la
boca del Río de la Plata, efectivos navales de la República Oriental del
Uruguay encabezados por los destructores Uruguay, Artigas,
el barreminas Río Negro y la corbeta Pedro Campbel comenzaron
a custodiar, a partir del 2 de mayo, los accesos del Río de la Plata en su
tramo Atlántico dentro de sus aguas jurisdiccionales.
Dos meses después de iniciado el
operativo, ya finalizada la guerra, se dio por concluido el mismo y los buques
afectados fueron reintegrados a sus servicios normales.
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