9 de enero de 2014

Malvinas. La defensa del Río de la Plata. Misión cumplida

       Después del 2 de abril, la Fuerza de Tareas naval británica recibió la orden de agruparse y dirigirse hacia el Atlántico Sur. Mientras los servicios de inteligencia argentinos trataban de desentrañar la composición de esa flota y sus verdaderas intenciones, todas las miradas, en un principio, se dirigieron a la Isla Ascensión, la base británica arrendada a los norteamericanos. Allí de acuerdo a los planes que lograron saberse más tarde la “Task Force” se dividió en tres grupos. Uno tomaría rumbo a Georgias para tratar de recuperarlas; otro núcleo de batalla se dirigiría a la zona de Malvinas y un tercer grupo anfibio completaría sus preparativos en Ascensión para luego unirse al resto de la Flota y lanzarse al asalto de las islas.



      Dentro de estos objetivos, cuyas intenciones trataban en lo posible de ocultar, los británicos desarrollaron una estrategia para confundir nuestras defensas. La misma consistió en hacer que el grueso de su Flota, integrada en torno de sus dos portaaviones, marcara, inicialmente, un rumbo que fuera capaz de sugerir la posibilidad de que se dirigían hacia Buenos Aires y no a Malvinas. Esta maniobra tendría como objetivos hacer que los mandos argentinos dejaran parte de su Fuerza Naval y de su Fuerza Aérea en el Norte obligándolos a diversificarse.

       Pese a estas maniobras de diversión, la búsqueda de la Fuerza de Tareas enemiga, por parte de unidades de la Fuerza Aérea Argentina y barcos mercantes nacionales, en operaciones controladas por la Jefatura de Inteligencia del Estado Mayor General de la Armada, fue dando resultados y a través de esa apreciación se obtuvo una información confiable asegurando que esa Flota se estaría dirigiendo a Malvinas.

       Esta confirmación que se hizo más evidente a mediados del mes de abril no descartó otras posibilidades del accionar enemigo en nuestras aguas platenses. Dentro de las contingencias que podían esperarse en el naciente conflicto surgía la probabilidad de que fueran saboteadas las entradas de los puertos del interior del Río de la Plata , incluyendo el Paraná y Uruguay, obstaculizando los canales de acceso mediante la modificación del balizamiento o quizá varando o hundiendo un buque dentro de ellos.

       Para tratar de conjurar esta serie de factibilidades que pudieran dañar gravemente la libre entrada y salida de nuestras vías fluviales o entorpecer y paralizar el movimiento portuario, el Estado Mayor Conjunto elaboró un  plan.

       A tal efecto el día 21 de abril circuló un Mensaje Naval ordenando desafectar a los Buques Escuela, Fragata ARA Libertad y ARA Piloto Alsina  de la Dirección General de Instrucción Naval y hacerlos pasar a depender del Comando del Área Naval Fluvial. Acto seguido nuevas órdenes involucrarían a un buen número de barcos de la Armada y otros auxiliares que irían a conformar una especie de agrupación naval de extracción múltiple.

       Un primer Grupo de Tareas compuestos por la Fragata, Libertad; el Pontón Recalada; el Piloto Alsina y el buque Oceanográfico, Puerto Deseado, se apostaría en la boca exterior del Río de la Plata, con la misión de dar Alerta Temprana, con sus radares, sobre una posible incursión británica o de buques trampa que pudieran ser varados o hundidos en las entradas del canal de acceso. Asimismo estos cuatro buques actuarían como base o Estaciones para los grupos de control y registro que acompañarían a toda unidad extranjera que ingresara o egresara de nuestras aguas jurisdiccionales.

       Un segundo Grupo de control, que patrullaría las aguas externas (sobre la línea de mar) del Río de la Plata, estaría integrado por los Patrulleros de la Armada , King y Murature y el Buque Hidrográfico, Comodoro Rivadavia. A ello debían sumarse, para los canales y ríos interiores, tres balizadores “del Ministerio” como se los conoce en la jerga marinera, que habían sido previamente artillados; junto con las lanchas hidrográficas Petrel yCormoran.

       Como auxiliares el operativo contaría con la cooperación de los aliscafos argentinos y las lanchas del servicio de practicaje para el traslado del personal. Los buques de pasajeros de Empresas particulares Nicolás Mihanovich y Mar del Plata II quedaron como reserva.

       Las dotaciones de registro, para cuyo traslado se designaron dos Guardacostas de Prefectura Naval, estuvieron compuestas por Personal Naval, de Prefectura, Aduana y un Práctico o Capitán Mercante, estos últimos con mucha experiencia en los canales y su balizamiento.

       El día 25 se recibió la orden de dar inicio al Plan que recibió el nombre clave de Operativo “LEÓN I”. Algunos, risueñamente, iban a llamar a esta heterogénea flotilla: “La Armada Brancaleone”, pero esa ocurrente denominación lejos de significar una expresión irreverente o desprejuiciada fue una forma más de reflejar el espíritu alegre y optimista que reinaba entre sus integrantes.

       Asimismo con motivo del anuncio por parte de los británicos de su intención de llevar las acciones bélicas hasta la boca del Río de la Plata, efectivos navales de la República Oriental del Uruguay encabezados por los destructores UruguayArtigas, el barreminas Río Negro y la corbeta Pedro Campbel comenzaron a custodiar, a partir del 2 de mayo, los accesos del Río de la Plata en su tramo Atlántico dentro de sus aguas jurisdiccionales.


       Dos meses después de iniciado el operativo, ya finalizada la guerra, se dio por concluido el mismo y los buques afectados fueron reintegrados a sus servicios normales.


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