5 de mayo de 2014

Tareas Logísticas. Subárea Naval Malvinas. 3° parte

Abastecimientos logísticos arribados a Malvinas
. “Río Cincel”
. “Mar del Norte”
. “Formosa”
. “Bahía  Buen Suceso”
. “Río Carcarañá”
. “Isla de los Estados”
. “Yehuin”

Transportes con material logístico para Malvinas arribados, entre otros buques, a puertos patagónicos
. “Córdoba”
. “Lago Traful”               

Buques Tanque abastecedores de combustible
. “Puerto Rosales”
. “Campo Duran”

SUBÁREA NAVAL MALVINAS
       Producida la Operación “Rosario” quedaron en manos de efectivos de nuestra Armada las instalaciones portuarias de Puerto Argentino. Las mismas estaban compuestas por el muelle de la Gobernación, el muelle de la FIC (Falkland Islands Company), el muelle de Camber, ubicado en la costa opuesta de la bahía interior, en cuyo lugar se encontraban los depósitos de material naval, los tres grandes tanques de gasoil para abastecerse la población, las unidades navales y la planta de combustible.

       A estas instalaciones fijas se agregaron una chata de combustible sin propulsión propia; un pequeño remolcador de dársena, el Lively y un buque de carga para servicio interisleño de unas 250 toneladas y 8 nudos de velocidad de nombre Forrest. Además de todo ello debían sumarse dos EDPV (embarcaciones para desembarco de personal).


       Al personal necesario para todos los servicios, reunido con no pocas dificultades, se agregó un Grupo de Buzos Tácticos al mando del Teniente de Corbeta, Emilio Héctor Edgardo Gazzolo para proveer seguridad.

       Al apostadero Naval Malvinas centralizado en las instalaciones del muelle de Canber, con una estación de radio precariamente montada en la ciudad a las órdenes del Capitán de Corbeta, Guillermo Gregorio, quedó constituido el mismo 2 de abril y su jefatura pasó a ser ejercida por el Capitán de Fragata, Adolfo Aurelio Gaffoglio.

       El 5 de abril fue designado Comandante de la Sub-área Naval Malvinas el Capitán de Navío, Antonio José Mozzarelli, quién al arribar a Puerto Argentino el 8 de abril se constituyó en el Comandante del grupo Naval. Entre otras medidas el jefe naval se encargó de reunir además del Apostadero Naval, al Transporte Naval ARA Isla de los Estados, que quedó bajo el comando militar del Capitán de Corbeta, Alois Payarola; el  Forrest a cuyo mando designó al Teniente de Navío, Rafael Gustavo Molini, con una dotación de hombres de la Armada. Posteriormente cuando arribó el Transporte Naval ARA Bahía Buen Suceso, designó como comandante militar del mismo al Teniente de Fragata, Enrique Zukowsky.

       Una de las primeras tareas que tuvo que encarar la Comandancia de la Subárea naval fue el minado de los accesos, por agua, de puerto Argentino. Unas 25 minas modelo 1925 llevadas por el Bahía Buen Suceso, fueron transbordadas al Transporte Naval Isla de los Estados, barco que pese a no ser apto para esas tareas, cumplió con suficiencia el sembrado de las minas. A cargo de la maniobra estuvo el Teniente de Navío Horacio González Llanos, quién tras efectuar algunas adaptaciones en la nave, logró completar el sembrado en el corto lapso de dos días pese a las dificultades operativas y las inclemencias de un clima tormentoso.

       El 15 de abril comenzó la maniobra que no estuvo exenta de riesgos. En una fase de la misma, los fuertes rolidos del barco, que hacían pendular peligrosamente del guinche los pesados artefactos, provocaron que uno de ellos se desprendiera y fuera a caer con gran estrépito dentro de la bodega del buque donde estaba el resto de las minas. Afortunadamente funcionó el dispositivo de interrupción del circuito que evitó un desastre. Dos días después finalizó el sembrado en ese lugar que quedó concretado en dos campos minados defensivos denominados Tommie I y Tommie II. La previsión de sembrado de minas (600 en total) en Gregorias y los accesos al Canal San Carlos no pudieron concretarse debido a que el carguero Córdoba, que las transportaba, no arribó a Malvinas.

       Durante el mismo mes, llegaron a Puerto Argentino varios buques mercantes. Algunos como el Río Cincel, Mar del Norte y Formosa, terminada su descarga pudieron partir y regresar al continente. Otros, como el Río Carcarañá y el Yehuin quedaron en Malvinas.

       La descarga de las naves portadoras de abastecimientos presentó diversos problemas. El amarre de las unidades, por sus dimensiones, en los precarios y reducidos muelles de Puerto Argentino, donde no había utilería para el peso de los contenedores obligaba a que éstos, una vez depositados, fueran vaciados a mano. Ese engorroso trabajo no fue realizado por estibadores capacitados pues se carecía de ellos y dicha mano de obra, debió ser suplida por las mismas tripulaciones de los mercantes y personal militar de todas las jerarquías. Cuando más tarde llegaron a Puerto Argentino dieciséis estibadores (argentinos y chilenos) pertenecientes a la agencia Marítima de Carga y Estibaje TAMI, los cuales se habían ofrecido voluntariamente, éstos no pudieron ser empleados en su tarea específica, pues los grandes cargueros ya no se encontraban en ese lugar y dicho personal fue derivado a través de un grupo orgánico para tareas de limpieza (MANLIMA –Mantenimiento y limpieza Malvinas). Los estibadores de TAMI fueron: Romirio Alvarez, Fidel Santana, Leandro Daniel Conchillo, Demaro Ibieta Martinez, Segundo Jaramillo, Concepción López, Victor Manuel Mardones Norberto Montenares, Ireneo Heriberto Neira, Omar Enrique Núñez Fierro, Raul Paillamann, Luis Alberto Quijada, Adolfo Santana Ojeda, Justo Roque Varas, José Orlando Vargas Vargas y Vicente Verazay.

       El 12 de abril se incorporó al grupo naval, una sección de Lanchas Guardacostas de la Prefectura Naval a las ordenes del Prefecto Martínez Lloydi, compuesta por la G.C .82 Islas Malvinas, al mando del Oficial Principal, Jorge Carrega y la G.C .83 Río Iguazú comandada por el Subprefecto, Eduardo Olmedo, las que habían cruzado desde el continente al límite de su autonomía, logrando quebrar el bloqueo enemigo.

       Estos dos guardacostas fueron muy útiles en el cumplimiento de las múltiples tareas que requerían las necesidades de la defensa militar dentro de una difícil y desconocida geografía. Entre otras peligrosas misiones, estas lanchas, guiaban entre las aguas minadas a las naves que se acercaban a Puerto Argentino, patrullaban las costas y aguas jurisdiccionales, trasladaban de día y de noche tropas y pertrechos bélicos y servían de apoyo a los efectivos de la Armada que hacían detonar bombas antibuzo en las ensenadas para contrarrestar la posible acción de comandos anfibios ingleses. Ambas naves tuvieron también su bautismo de fuego y una de ellas, la Río Iguazú logró abatir a un avión Sea Harrier.

       El 27 de ese mes llegó a Puerto Argentino el Contralmirante, Edgardo Aroldo Otero quién asumió inmediatamente el comando de todos los efectivos de la Armada presentes en las islas, con la denominación de Agrupación Naval Malvinas. De esta agrupación pasaron a depender el Grupo Naval, el Grupo de Infantería de Marina y el Grupo de Aviación  Naval.

       Además del alijador Forrest fueron requisadas también otras dos naves menores pertenecientes a la FIC: el Monsunen y la goleta Penélope. Las tripulaciones de estas embarcaciones, compuestas con hombres de la Armada, a medida que navegaron y fueron reconociendo los diversos recodos de las islas adquirieron una enorme práctica que los transformo en verdaderos baqueanos.

Para esas navegaciones sus nuevos comandantes pudieron contar con cartas inglesas y los apuntes de los antiguos patrones que fueron hallados a bordo. La consigna para estos pequeños barcos era navegar muy pegados a la costa, normalmente de noche, no usar radar, mínimamente la radio y en caso de ser atacados tratar de  embicar la nave sobre la costa más próxima. Esta orden resultó  particularmente acertada en el caso del guardacostas Río Iguazú, que al momento de ser atacado atinó a dirigirse a la costa del Seno Choiseul donde encontraron refugio sus tripulantes y posteriormente pudieron ser rescatadas las piezas de artillería que luego fueron utilizadas en la defensa de Darwin-Pradera del Ganso.

       En previsión de que las comunicaciones pudieran estar siendo interceptadas por los ingleses, fue elaborado un código para irradiar las órdenes operativas y logísticas. El mismo era ampliado y actualizado constantemente debido a las situaciones cambiantes y ello trajo aparejado también una serie de inconvenientes, pues debían manejarse con cuidado, derrotas, urgencias, puntos de encuentro, etc., con el consiguiente riesgo de cometer errores de interpretación. Amén de ello, paulatinamente, también el frecuente uso del medio radial los llevo a expresarse con frases sobrentendidas y expresiones en lunfardo que difícilmente iban a poder ser interpretadas por los británicos.

       Otro inconveniente bastante arduo de solucionar fueron las  interferencias con otras fuerzas. Ello se debió primordialmente  a la dificultad que tenían los efectivos del ejército en diferenciar, especialmente de noche, los buques propios de los del enemigo. Fue por lo tanto necesario que cada movimiento de las naves tuviera que ser avisado a la red telefónica del Ejército, esperando que la retransmisión alcanzara a ser interpretada correctamente.

       Uno de los principales obstáculos que estas naves auxiliares enfrentaron en sus periódicas travesías fue el cruce de tramos donde sus derrotas no ofrecían accidentes geográficos aptos para ocultarse. Tal fue el caso del trecho comprendido entre la Isla Bougainville y Bahía Baja y también Bahía Agradable y Puerto Fitz Roy. Dicha zona era navegada casi todas las noches no solo por nuestros barcos sino también por los destructores enemigos en sus punitivas incursiones de cañoneo sobre Puerto Argentino. Por ello, a fin de tener información precisa y oportuna de los movimientos de los buques ingleses y poder avisar a las unidades propias acerca del mejor momento. Para contemplar dichos cruces, la Comandancia del Grupo Naval decidió instalar un puesto de observación en la Isla Bougainville. La tarea fue cumplida por los buzos tácticos asignados a ese Comando, quienes con un vehículo y botes de goma se trasladaron por tierra desde Puerto Argentino hasta Punta Fox, el extremo más próximo entre la Isla Soledad y Bougainville. Desde allí cruzaron el Seno Choiseul en sus embarcaciones y se establecieron en un punto de esta última que les permitió tener una buena observación del mar circundante. Así, gracias a las informaciones proporcionadas por este grupo táctico, nuestras unidades pudieron seguir eludiendo la acción de los buques ingleses.

       La experiencia aquilatada por el grupo Naval en las Islas Malvinas resultó invalorable. Sobre la base de un destacado profesionalismo dejaron de lado las imprevisiones propias de un conflicto impensado y con gran sentido de la responsabilidad profesional se dedicaron a cumplir con su deber en condiciones de alto riesgo. La imaginación, la iniciativa y un elevado espíritu de lucha fueron coordinados por el Comando Naval, haciendo que sus hombres cumplieran ese servicio de acuerdo a las mejores tradiciones de nuestra Armada.

Unidades que quedaron subordinadas a la Agrupación naval Malvinas
       Transporte ARA Bahía Buen Suceso
       Transporte ARA Isla de los Estados
       Guardacostas PNA Río Iguazú
       Guardacostas PNA Islas Malvinas
       Mercante ELMA Río Carcarañá
       Remolcador Yehuin
       Alijador Forrest
       Remolcador Lively
       Transporte Monsunen
       Goleta Penélope
       EDPV (2) Embarcaciones menores para desembarco

       BREVE RESEÑA DE LAS NAVES MENORES AUXILIARES
       La total carencia de infraestructura de Puerto Argentino y el resto de los pequeños apostaderos malvinenses obligó al alije de los grandes transportes a buques menores, la mayoría propulsados por débiles motores. Estas embarcaciones de reducido porte fueron los verdaderos “caballitos de batalla” utilizados por la Agrupación Naval Malvinas para las múltiples tareas de logísticas y operativas que exigía la circunstancia.

       Las naves auxiliares Forrest, Monsunen y Penélope, estuvieron al comando de jóvenes oficiales de nuestra Armada secundados por tripulaciones de suboficiales de la misma Institución, y el Yehuin, si bién tuvo conducción naval militar contó con tripulación mixta (Armada y mercantes) todos los cuales cumplieron con valor y alto espíritu de sacrificio ese imprescindible y silencioso servicio. Prueba de ello son las numerosas condecoraciones que en su mayoría recibieron.
   
       YEHUIN. (Su historia completa se desarrolla en capítulo aparte)
       Remolcador de mar cuya denominación naviera es “supply wessel” (abastecedor ultramarino) había prestado apoyo a la plataforma marítima “Gral. Mosconi” y fue cedido a las autoridades navales por sus dueños la Empresa GEOMATER. Tenía 53 metros de eslora por 11 de manga y estaba impulsada por dos poderosos motores diesel.

Por su diseño era apto para alije, trasbordo, desembarco, traslado de tropas, container, etc. Estuvo al mando del Capitán de Corbeta, Eduardo Adolfo Llambi con trece hombres de la Armada y cinco tripulantes civiles voluntarios, más un directivo de la Empresa , también voluntario, el Sr. Oscar García Lattuada. La nave rompió el bloqueo británico y cruzó a Malvinas el 28 de abril, donde permaneció cumpliendo los más diversos y riesgosos trabajos hasta el final de la batalla. Fue el barco argentino que más cantidad de millas navegó durante la guerra de Malvinas.

       FORREST
       Buque logístico interisleño perteneciente a la FIC (Falkland Island Company) que fue requisado por la Armada y quedó al mando del Teniente de Navío Rafael Molini con un núcleo de tripulantes del Arma Naval. Asignado a tareas logísticas, colaboró además en el sembrado de minas, remolques, abastecimientos y el rescate de náufragos. Provisto de un precario armamento, sostuvo, junto al Guardacostas Islas Malvinas ,el primer encuentro armado de una nave tripulada con personal de la Armada contra un helicóptero británico al que puso en fuga el día 1 de mayo.

      MONSUNEN
       Alijador requisado a la FIC que fue comandado por el Teniente de Navío Jorge Gopcevich Canevari y una dotación de 14 hombres de la Armada provista de fusiles y una ametralladora MAG cedida por el Regimiento 4 de Infantería de Ejército. Por su capacidad de transporte y plumas resultó utilísimo en tareas de  apoyo, traslado de tropas, víveres, medicamentos, alijes diversos y también búsqueda de náufragos. El 22 de abril, fue localizado por un helicóptero británico que los intimó a rendirse y al cual lograron averiar y poner en fuga con el fuego de sus fusiles. Luego fueron cañoneados por dos fragatas británicas pero lograron ponerse a salvo arribando a una playa.

El 24 de abril, remolcado por el Forrest, por problemas en la hélice, quedó en Goose Green donde los sorprendió la batalla por Darwin. La dotación de Monsunen se presentó al Coronel, Italo Piaggi y se sumó a la defensa del lugar.

Tuvieron como misión la defensa de un sector de la playa desde donde el segundo jefe de la nave, Teniente de Navío O. Vázquez, con un cañón del Ejército hizo fuego sobre dos fragatas inglesas que tuvieron que alejarse del lugar: Pese a que el Monsunen recibió algunos impactos no fue hundido y tras ser destruidos, por la tripulación, sus aparatos esenciales debió rendirse.

       PENÉLOPE
       Goleta de la FIC , que fue hallada abandonada en un muelle de la Isla Águila el 8 de mayo y tras ser requisada quedó al mando del Teniente de Navío, Horacio Gonzalez Llanos. Al igual que los otros dos barcos auxiliares la Penélope colaboró en múltiples tareas de alije transporte y rescate. Se trataba de un pequeño pesquero de madera de origen alemán, de 25 metros de eslora, provisto de una pluma cuyo único motor le proporcionaba una velocidad de 5 nudos. Su tripulación estuvo compuesta, además de su Comandante, por el Suboficial Juan Oscar Luna, Cabo 1ro, Daniel Peralta; Cabos 2do. Carlos Francisco Contreras, Raúl Nicolo, Eduardo Rivero y el Conscripto Roberto Miguel Herscher. Uno de sus arriesgados viajes transcurrió durante los últimos días de mayo cuando zarpó de Puerto Fox, con una carga de treinta tambores con nafta para aviones y otras cargas logísticas destinadas a Puerto Argentino. Ello lo llevó a cumplir una azarosa travesía por las caletas de las islas tratando, de no ser detectado, donde se encontró con graves dificultades por falta de combustible y de víveres. Después de varios días, durante los cuales no lograron comunicarse con su base y cuando se encontraban caleteando, en esa táctica de ocultarse de día para navegar de noche, divisaron una casilla en tierra donde decidieron desembarcar. Para su sorpresa se encontraron con tambores de gasoil con cuyo combustible llenaron sus tanques. Tras solucionar sus dificultades y cuando ya se lo daba por perdido, después del día 12 la Penélope pudo arribar con su carga a Puerto Argentino.

Para esta edición cabe agregar que la Penélope es el nombre actual de la goleta Feuerland que cruzó desde Alemania en 1929 al mando del capitán, piloto y explorador  Gunther Plüschow, quién exploró por aire y por agua parte de la Patagonia , Tierra del Fuego y los glaciares. Terminada la aventura Pluschow vendió la embarcación a un comerciante de lana que le cambió el nombre por el de su hija, Penélope, y la llevó a Malvinas. La trayectoria completa de la expedición Pluschow esta magníficamente relatada en un libro de Roberto Litvachkes, Editorial Serie del Sur; y las vivencias de un tripulante de la Penélope en la guerra de Malvinas, quedaron impresas en la obra “Los viajes del Penélope” de Tusquets Editores. La historia de Gunter Plüschow en su desempeño durante la Primera Guerra Mundial, fueron relatadas por el mismo Plüschow en su libro “Las Aventuras del Aviador de Tsingtau”, que produjeron Roberto Litvachkes y Carlos Biscioni, Presidente de la asociación “Amigos de la Tradición Náutica Argentina. 


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