Comentario.
El 26/07/2014 subimos: “Benito Soto Aboal, el último pirata del Atlántico” y
con ese “Título” tal vez sea cierto.
Aquí
reproducimos una nota que la página Web
Nuestro Mar toma de El Observador,
ya no de piratas, pero ahora ¿cuál sería el “Título”? de los saqueadores. ¿Los
buitres serán descendientes de los
piratas?
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Durante las invasiones inglesas, los soldados
de Su Majestad británica saquearon Maldonado durante tres días.
Con un poco de ingenio y ganas de polemizar, bien se podría argumentar que las llamadas guerras napoleónicas constituyeron la primera guerra mundial, en el sentido lato del término.
Fue una serie de conflictos que entre los primeros años del siglo XIX y la fatídica (para Napoleón) batalla de Waterloo, en 1815, movilizó tropas en múltiples frentes y tomó como campo de batalla todo el globo terráqueo como lo conocemos hoy.
El continente europeo se transformó en
territorio en disputa, así como también las colonias de cada uno de los
imperios que tenía en juego sus posesiones. De esta forma, América, África y
Asia se volvieron trofeos geopolíticos (militares, comerciales y económicos)
que cada bando se esforzó por conquistar.
Así sucedió con el Río de la Plata. Ante el
bloqueo europeo de Napoleón a los barcos ingleses, estos se vieron obligados a
buscar nuevos mercados para su excesiva producción industrial. Los súbditos de
Su Graciosa Majestad británica salieron a golpear puertas por el mundo, aunque
los golpes se dieran a cañonazo limpio.
Luego tomar la colonia holandesa de
Ciudad del Cabo,
los barcos británicos comandados por el comodoro Home Popham enfilaron hacia el Río de la Plata, que se encontraba
en plena convulsión ante la ausencia de sus monarcas (absorbidos por el poder
de Bonaparte).
La llamada “primera” invasión inglesa toma Buenos Aires ante la huida del
virrey Sobremonte a Córdoba. Pero luego de dos meses, un contingente de tropas
españolas y criollas que salió desde Montevideo, ayudadas por miles de indios, retoma Buenos Aires.
Los ingleses amagan con irse del
estuario, pero en realidad rehacen sus planes iniciales y se dirigen hacia
Maldonado, puerto
natural en la entrada del Plata, comenzando la “segunda” invasión. La ciudad,
separada del mar por un kilómetro de altas dunas, estaba defendida en la costa
por un par de baterías ubicadas entre la isla Gorriti y la playa Mansa.
En un violento intercambio, los
ingleses destruyen las baterías de la costa y logran desembarcar a la altura
del barrio Las Delicias, sobre la parada 24 de la Mansa. La isla Gorriti
resiste un poco más pero luego se rinde.
Las tropas avanzan sobre los arenales por el
antiguo Camino Real (hoy la avenida España) y unos metros antes de la Torre del
Vigía se encuentran con un contingente de fernandinos que les salen al
encuentro. La balacera es feroz y en poco tiempo los ingleses arrollan a los
criollos, que se retiran al pueblo. Hoy,
una piedra en una pequeña rotonda recuerda el lugar de aquel hecho.
Los ingleses entran al casco de Maldonado por
la actual calle Pérez del Puerto contra flecha, en dirección a la plaza. Allí
se dan las últimas resistencias y la ciudad cae sin remedio. A partir de
entonces se produce un hecho no muy recordado por la historia nacional: el
saqueo de Maldonado. Durante tres días
las tropas británicas roban, matan, incendian, violan y mancillan a deseo todo
lo que encuentran. Al tercer día, el coronel Backhouse, comandante de la
guarnición, manda parar la barbarie. Francisco Bauzá, en su Historia de la
dominación española en el Uruguay describe con detalles el hecho. Estamos hablando de enero de 1807.
La parte conocida de la historia: la invasión
inglesa a Montevideo
Luego la cronología sí ya es más conocida. Los
ingleses sitian Montevideo, que luego de unos días cae cuando las tropas
invasores penetran por una brecha en la muralla (en la actual calle Brecha).
Siete meses después, las mismas tropas deben embarcarse para no regresar más al
Río de la Plata, luego de la segunda caída de Buenos Aires.
Dicen algunas crónicas que los oficiales
ingleses llegaron con sus familias a Maldonado. Hace poco más de dos siglos,
estos debieron ser de los primeros turistas que recibió una península que ni
siquiera entonces sabía que se llamaba Punta del Este.
Por Valentín Trujillo
26/12/13
EL OBSERVADOR
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