Comentarios: En mi lejana época de
estudiante viví en la "Misión del Marino, Apostolado del Mar" de Buenos Aires y recuerdo que habían
plaquetas del "Admiral Graf Spee" en una pared destinada a presentes que dejaban algunos tripulantes.
Luego en 2011 un colega me contó que a la salida de
Astilleros Rio Santiago (ARS) había un bote de desembarco del Graf Spee. El
cuenta que lo vio hasta que se fue de la Escuela Naval en 2005 y que estaba
abandonado y saqueado.
Copiado del blog del colega Juan Silvano GUERRA "Juanchex27".
Al final enlace al blog y a un interesante video documental uruguayo.
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Admiral Personal
Se puede hacer muy poco
sólo con fe, no puede hacerse nada sin ella. Samuel Butler
-“Che, “Ruso”: Y si vamos a Chacarita a contarle lo que nos pasa al
Capitán del Graf Spee?”- disparó “El Negro” Ortiz en una reacción de
desesperación y de necesidad de depositar la fe en algo que ayudase. El “Ruso”
Miguel, abrió sus ojitos, celestes, grandes como dos ojos de buey sin poder salir
de su asombro. Tomándose su tiempo para no parecer reaccionario pensaba: “Que
te pasa Negro? Con que te drogaste? Hace casi un año que estamos buscando,
trabajo, con las monedas contadas para viajar y a vos, se te ocurre ir a
visitar la tumba de un finadito, alemán, para que te consiga laburo, estas
definitivamente “colifa”!”
En verdad, el dinero no sobraba y eso implicaba una larga caminata ya
sea de ida o vuelta a Chacarita para
retornar al centro y de ahí volver a su patria chica: Adrogué, donde ambos
vivían.
Al “Ruso” le quedó rondando en la cabeza esa, loca, propuesta; amante de
la historia de la navegación y sobre todo de los alemanes que, aún, no siendo
nazis prestaron un patriótico servicio a su país durante la Segunda Guerra
Mundial; decidió Conversar con el “Negro” al respecto: -“Negro”: vos crees que
si vamos a contarle nuestras cuitas al Capitán Hans Langsdorff, éste podrá
ayudarnos?”-
-“y… no se “Ruso” leí en una revista que era un tipo justo y honesto y
hasta ahora es eso lo que le ha faltado a las personas con quienes hemos
tratado y mira como estamos!”-. Le respondió solemnemente el “Negro”.
Después de una prolongada contienda sindical y traicionados por sus
propios líderes, fueron sentenciados a formar parte de una “lista negra”, la
cual le cerró todas las puertas naturales para conseguir trabajo en cualquier
empresa de navegación.
Ambos trabajadores, hombres de fe, luego de meditarlo, decidieron
depositarla en otro navegante para tratar de cambiar su presente y salir de su
angustiante situación, tanto ellos como sus respectivas familias.
A la mañana siguiente, un día gris pero no demasiado frío, emprendieron
su caminata hacia el Cementerio Alemán de la Chacarita, en su silencioso
peregrinar se planteaban un sinnúmero de preguntas: Darían con la tumba en un
cementerio tan grande? Estarían haciendo lo correcto? Estarían malgastando sus magros ahorros? O simplemente
estarían perdiendo el día? Solo el transcurrir del tiempo se encargaría de
develar todos esos interrogantes.
Al cruzar la plaza Los Andes, en las cercanías de Chacarita, asomó
tímidamente el sol y el día se tornó un poco más cálido. Al ingresar al
cementerio quedaron impresionados por la inmensa cantidad de tumbas, todas
ellas perfectamente arregladas, en el lugar, reinaba el más absoluto silencio.
–“Te parece que la encontraremos “Ruso”?”- Preguntó con asombro el “Negro”.
Miguel, se acercó a un viejito desgarbado que llevaba una pala en la mano,
vestía un uniforme gris tal como un sepulturero de Treblinka y con mucho
respeto le preguntó si conocía el lugar donde descansaban los restos del
Capitán Langsdorff, el viejito,
apuntando con la pala les dijo con amabilidad: -“Están ustedes frente a su
tumba Caballeros”-.
A ambos peregrinos, el haber encontrado tan fácilmente su objetivo, les
pareció una señal de buen augurio. Más cercana a la puerta de ingreso no podía
estar. Podrían haber estado buscando por horas si no fuera por ese buen señor.
La tumba estaba recubierta en lajas, una placa de granito, tallada, en
el frente con algo que parecía ser el rol de la tripulación del Admiral Graf
Spee, un escudo heráldico realizado en bronce y sobre todo ello, una gran cruz
de granito en cuyo listón horizontal, rezaba la siguiente leyenda: Capitán Hans
Langsdorff, Comandante del Acorazado Admiral Graf Spee. En el extremo del
puntal una Cruz de Hierro, máxima condecoración al valor de su país. No así la
Cruz Swastica pues Langsdorff no militaba en la filas del Nazismo. A un costado
y al otro de esa tumba ornamentada por exuberante vegetación florida se
encontraban las tumbas de dos de sus colaboradores, también, pertenecientes al
rol del Graf Spee. En sus tumbas, mucho más humildes, se encontraba una hélice
en cada una, lo que significaba que habían sido maquinistas y sendas Swasticas
indicando su condición nazi.
-“Que le decimos “Ruso”?”-. –“Vamos a decirle lo que nos está pasando”-.
Los dos trabajadores, en la voz del “Ruso” comenzaron a manifestar lo que les
estaba ocurriendo, sucintamente pero con humildad, respeto y muchísima fe.
-“Buen día Capitán, somos marinos, como Usted pero de Marina Mercante,
hace casi un año que no conseguimos trabajo pues se han ensañado con nosotros y
con todo respeto, le digo que no merecemos esto. Acudimos a Usted sabiendo de
su bonhomía para que por favor, pueda interceder por nosotros”-. -“Decile algo
más”- dijo el “Negro”. –“Que mas querés que le diga? Si ya le dije todo. A los
alemanes hay que hablarles con pragmatismo”- dijo el “Ruso” mientras emprendía
la retirada hacia la salida.
En esa misma semana, el “Ruso” concurrió a la Escuela Científica de la
Redención, en Lanús, lugar donde acostumbraba a liberar energías expureas,
reencontrarse y sentirse mejor con sí mismo, sobre todo por el mal momento que
le estaba tocando transitar y renovar su espíritu. El lugar estaba rebosante de
energías positivas que le hacían tanto bien para alejar locos pensamientos de
su atribulado cerebro. Al ingresar al recinto, el Director, posó su mirada, con
intensidad, sobre él, descubriendo un estado de sensibilidad especial y taxativamente
le dijo: -“Buenas tardes Hermano Miguel! Hoy, Usted, será parte activa de
nuestra sesión”-. El “Ruso”, asombrado pero sumiso al mandato de la autoridad
máxima del instituto, ingresó al salón y se sentó a esperar que comenzara la
reunión. Una vez más, llegaba temprano,
como era su costumbre donde tuviera que ir. Durante la espera, sintió un
abrupto descenso de temperatura, tal es así, que debió colocarse la campera que
se había quitado al ingresar.
Al iniciarse la sesión, el Director, mirando al “Ruso” Pronunció las
siguientes palabras: -“Como todos sabemos, el Hermano Miguel es navegante, veo
que quienes lo acompañan hoy, también lo son, veo tres personas de la armada
con uniformes de otro país y de otra época. Por favor, necesito tres médiums para
ser incorporados y poder llevar a cabo las materializaciones”-. Miguel, persona
muy sensible, con hielo en la sangre, sabía de quienes se trataba, podía
escuchar sus marciales pasos al caminar, no obstante eso, no podía salir de su
asombro.
Quien contenía el alma de Langsdorff, comenzó a hablar en un perfecto
alemán, pronunciando las siguientes palabras:-“Sie sind ein rechtschaffener
mensch Miguel, sehr bald werden sie sehr gute arbeit haben auch”-. El “Ruso”
posó sus ojos en el Director que con mucha prestancia comenzó a traducir:
-“Eres una persona justa Miguel, muy pronto tendrás trabajo y muy bueno
además”-. Los otros dos uniformados, asentían risueñamente sin tanta solemnidad
como el Capitán, con el típico carácter afable de la gente de Máquinas sin pronunciar
palabra alguna. Los tres entes dieron media vuelta y comenzaron a retirarse
antes de producirse la desmaterialización que devolvió a los tres médiums al
recinto. El Capitán Hans Langsdorff se había comunicado con el “Ruso” con el
mismo poder de síntesis que éste mostró en el cementerio.
Miguel bien sabía de la factibilidad de estas manifestaciones pero jamás
imaginó que ocurriría tan pronto con tanta celeridad y efectividad. No podía
salir de su estupefacción! Como hombre de fe solo le faltaba esperar que los
vaticinios de Don Hans, ocurrieran con tanta rapidez como lo fue su
manifestación. Con un “Que avance todo al bien” al unísono se dio por concluida
la interesante sesión del día.
En el viaje de regreso a su casa, a bordo del 435, Miguel iba sumido en
un ostracismo hermético producto de lo impactante de la reunión y la fuerte
experiencia vivida, -“Ruso”! Estas ahí?”- lo despertó un pasajero conocido,
Miguel abrió los ojos y vio que el “Rengo” Olivares lo zamarreaba con suavidad
del hombro y se dieron un abrazo estos
dos viejos camaradas. El “Rengo” era un tipazo, un puntero de Quindimil, se
autodenominaba “Puntero no Político”, siempre poniendo el hombro para ayudar a
los más necesitados sin distraer un solo recurso para sí mismo, un verdadero trabajador
social querido por todos. Para muestra solo basta un botón: tantos años
ayudando a la gente y él seguía feliz viajando en colectivo.
-“Donde estas trabajando Miguel?”-. –“No te enteraste? Hace casi un año
que no puedo conseguir trabajo, Tito”- (No le gustaba que le dijeran “Rengo”
aunque era su apodo más popular). –“No te puedo creer! Todo un profesional como
vos: en la calle! En este país, esta todo al revés! Lo voy a hablar con Don
“Manolo” a ver qué puede hacer él por vos”-. –“Te lo agradezco mucho, Tito me
va a costar mucho pero eso, tal vez, ayude”-. Otro fuerte abrazo y “El Rengo”
se bajó del 435.
Al día siguiente, durante la ausencia de Miguel, “El Rengo”, en persona
y montado en su bicicleta, tocó el timbre de la casa del “Ruso” y le entregó a
Nora, su esposa, un sobre de papel manila con correspondencia. Al llegar
Miguel, al atardecer, luego de darle un beso a “La Patrona” que siempre lo
acompaño en las buenas y en las malas, abrió el sobre y lo leyó. Sus ojitos
celestes, detrás de los anteojos, no creían lo que decía esa misiva: “Compañero
Carlos Vladomiro Korach, el compañero Miguel se encuentra, injustamente, sin
trabajo. Por favor le pido que tenga bien hacer algo por él. Atentamente
Manolo”.
Se la hizo leer a la señora a ver si estaba en lo cierto, ella asintió
dándole otro beso, la cita con esa persona que, a la sazón, era la mano derecha
del Presidente de la República, estaba pactada para el día siguiente a las
11:00 horas. Miguel no tenía ropa adecuada para esa ocasión así que solo optó
por la mejor ropa limpia que tenía y al otro día, concurriría con puntualidad a
la cita.
Ya, en la mesa de ingreso, el ordenanza que atendía, mirándolo de pies a
cabeza, no creía que la persona que estaba delante de él tuviera una entrevista
con el Secretario Privado del Presidente de la República. Era la primera vez
que experimentaba el síndrome de “Insecto en Portaobjetos”; fue tratado de
idéntica manera en cada uno de los cuatro puntos de control hasta llegar al
amplio y lujoso hall de la oficina que tenía ventanas hacia la calle Balcarce.
Al atenderlo, la secretaria no le descreyó puesto que había salvado
todos y cada uno de los controles pero igual lo miró con escepticismo, tomo la
carta y la llevó consigo hasta el despacho diciéndole: -“Espere cinco minutos
por favor”-.
Antes que transcurrieran esos minutos fue llamado e ingresó. Korach, lo
recibió con total distención lo estaba esperando con un mate cebado de su mano
y sin ningún prolegómeno dijo: -“Dígame compañero Miguel! Que puedo hacer yo por
alguien que posee tan distinguida recomendación?”-. Miguel, asió el mate con su
mano izquierda para estrecharle con fuerza la derecha y comenzó a explicar:
-“Debido a una contienda sindical en la que hemos participado mi compañero
Eusebio Ortiz y yo, nos han ingresado a una lista negra donde nos es imposible
conseguir conchabo por la vía correspondiente, estamos proscriptos en todas las
empresas y es por ello que necesitamos una recomendación fuerte que pueda
anular esa injusticia”-. –“En que empresa quieren trabajar?”- Preguntó
expeditamente el Secretario. –“En las condiciones actuales, creo que entrar en
YPF, sería lo mejor para nosotros”- .-“Déjeme ver quien tenemos en nómina en
YPF y ya mismo lo contacto”- (Con solo levantar la mano, la eficiente secretaria
ya sabía lo que le estaban solicitando: el listado de personal jerárquico de la
parte de navegación de YPF). –“El Jefe de Personal se llama Esteban Fuertes”-.
Dijo con humildad el “Ruso”. –“Permítame que me mueva en las esferas donde sé
que la contratación suya y de su colega sean inminentes”- y deslizando el dedo
de arriba hacia abajo, ojeando todo el listado, se posó en el segundo de la
lista y dijo: -“Este es nuestro hombre! Por favor señorita, concértele una cita
al caballero, esta tarde misma con la persona que acabo de subrayar, en caso de
tener la agenda completa, que haga un lugar para él”-. Luego de conseguirle el
turno (para las 15:00 horas) lo abrazó, y tomándole la mano, le deseo suerte
como si no supiera que el éxito estaba garantizado y concluyó la entrevista que
duró solo unos minutos.
El “Ruso” Salió caminando de “La Rosada” cerca del mediodía, el clima
era cálido pues los rayos del sol, se hacían sentir con fuerza, por fin sentía,
después de largo tiempo que tenía al universo de aliado porque los hechos, se
estaban presentando muy a su favor.
Solo unas cuadras separaban a La Casa de Gobierno del lujoso edificio
matriz de YPF que estaba emplazado en Diagonal Norte y Esmeralda. Miguel, se
sentó en un banco de la Plaza de Mayo para pasar el tiempo pues faltaban más de
dos horas para acudir a la entrevista que se había concertado con el Sr.
Pascual Toso, Vicepresidente de YPF. Se entretuvo leyendo una página deportiva
que encontró en el banco, su “Rojo” querido, había batido a Racing por 3 a 2 el
domingo. Otra pequeña señal que le indicaba estar en racha positiva. El resto
del tiempo transcurrió mirando como una viejecita, sumida en la más profunda
indigencia, alimentaba a una gran cantidad de palomas hablándoles con el amor
que se le profesa a un bebé. “Por qué, la vida, se ensañará así con algunas
personas?” pensó y sintiéndose bendecido por su fuerza de voluntad y su suerte,
se paró y comenzó la corta caminata hacia su máximo anhelo desde hacía bastante
tiempo.
Esta vez, había que pasar solo dos controles hasta llegar a la
vicepresidencia en el octavo piso, en ambos puestos, Miguel sintió lo que en
“La Rosada” pero también es cierto que no llevaba la ropa adecuada para moverse
en esas esferas.
El Ingeniero Toso, un poco mas almidonado pero no menos amable que su
entrevistador anterior, lo saludo con cortesía y le dijo: -“Vea, Miguel: La
empresa, se encuentra en una etapa de reestructuración, en estos momentos está
reduciendo personal pero dado el importante tenor de sus recomendaciones es imposible
prescindir de sus ponderados servicios. Ustedes dos, ya son parte de la
empresa, en la Oficina de Personal confeccionarán sus legajos y ya se
encuentran cobrando sueldo a la espera de que se produzca una vacante y puedan
embarcar”-.
“Me están tomando de ñoqui” pensó Miguel y dijo: -“Le agradezco la
enorme deferencia hacia mi persona, Ingeniero, pero prefiero empezar a cobrar
cuando corresponda y desde ya, le estoy inmensamente agradecido por hacerme
formar parte de la empresa”-. Toso, se quedo mirando al “Ruso”, esa honestidad
caló hondo en su sentimiento, luego de pensar un breve instante dijo: -“Miguel,
pase a recoger su equipo por el segundo piso y vaya para su casa que mañana
mismo tendrá noticias del Departamento de Personal”-. Se despidieron esas dos
personas, nunca más han vuelto a verse. Al otro día Miguel se dirigía a Berisso
a embarcar en el Buque Tanque Presidente Arturo Illia, un petrolero de última
generación orgullo de la marina mercante argentina. “El Ruso” estaba feliz!
Jamás volvió a faltarle el trabajo, ni aún en la pésima época de la Bandera de
Conveniencia. La “Conexión Langsdorff” había funcionado a las mil maravillas.
Como corolario de este relato real podemos afirmar que un individuo, no
necesita de la religión para ser buena persona; pero, si, necesita de la fe
para alcanzar sus ideales.
Fin
Enlace al Blog original: juanchex27
Excelente relato !!! Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
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