Mientras otros protegen orgullosamente su cabotaje, nosotros lo destruimos
EEUU siempre ha sido un líder: innovador, resiliente e inigualable en capacidad marítima. Nuestra industria marítima nacional, con más de 40.000 buques y 650.000 empleos estadounidenses , sigue siendo la envidia del mundo. El secreto de este éxito duradero es simple: leyes de cabotaje sólidas que protegen y promueven nuestros intereses nacionales, leyes que cada vez más naciones optan por adoptar.
The Maritime Executive, (D. Heindel y J. Carpenter) 22/10/25
En el corazón de la fortaleza marítima nacional de EEUU se encuentra la Ley de la Marina Mercante de 1920, mejor conocida como la Ley Jones. Esta política fundamental garantiza que los buques que transportan carga entre puertos estadounidenses sean de construcción, propiedad y tripulación estadounidenses. En resumen, mantiene el control de las vías fluviales estadounidenses y los empleos que estas sustentan en manos estadounidenses.
Una investigación reciente de Seafarers' Rights International (SRI) muestra la influencia global que ha adquirido este enfoque. Cuando SRI examinó por primera vez el cabotaje en 2018, descubrió que 91 países mantenían dichas leyes. El informe actualizado de 2025 revela que, desde entonces, la cifra ha aumentado a 105 países, lo que representa más del 85 % del litoral mundial. Esta expansión subraya una tendencia inequívoca: el cabotaje se reconoce cada vez más como una política sólida y estratégica.
Mapa de 105 naciones en todo el mundo que tienen leyes de cabotaje, según lo registrado por Seafarers' Rights International (Crédito: SRI)
Las razones son claras. Las leyes de cabotaje garantizan que las naciones mantengan el control de su comercio interno, protejan buenos empleos para sus ciudadanos y fortalezcan la seguridad nacional e interior. Como descubrió SRI, los países adoptan el cabotaje para mantener la seguridad nacional , promover la competencia leal, desarrollar habilidades y tecnología marítimas, crear empleos locales, expandir las flotas nacionales y garantizar la seguridad ambiental y portuaria. En una era de incertidumbre geopolítica, estos objetivos nunca han sido más relevantes.
