Los nuevos jubilados
Comentario: Segunda nota de Claudio Cardinali sobre la futura jubilación
y cómo encararla.
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El trabajo todos
sabemos es un importante y vital organizador de la vida cotidiana de las
personas. Por este motivo, la jubilación y el retiro laboral, no es un evento
más sino por el contrario, constituye un cambio trascendental que requiere de
un importante “trabajo” por parte de aquel que se piensa jubilar y, dónde el
contexto social, familiar, cultural, juega un papel clave, con tremendas
influencias.
Si una persona ha
armado su vida en relación a su rol laboral, la jubilación seguramente será un
momento de ruptura muy significativa, no sólo para el futuro jubilado sino
también para todos aquellos que lo rodean (familia, amigos, etc.). Es decir, la
jubilación se presentará con la necesidad de efectuar un duelo personal, pero
también social, de aquellos que lo han acompañado hasta este momento de su
vida.
En general, desde lo
emocional, un futuro jubilado vive momentos de intensa incertidumbre por su
futuro. Muchas veces, la familia o la sociedad no acompañan, declarando la
“muerte activa” de ese ser humano, pasando a la categoría, por cierto inferior
desde la cultura del viejismo, de adulto mayor, viejo, anciano, etc.
Es mucho más fuerte
este sentimiento de desamparo e incertidumbre, de cierto vacío existencial, en
aquellas personas dónde el trabajo les asignaba un rol, una identidad.
Entonces sobreviene el
desencanto con la vida, la falta de sentido, baja en la autoestima, el
aislamiento.
En un sistema capitalista dejar de producir es dejar
de “ser en el mundo”, para “ser una carga”.
Es importante que paulatinamente las personas tomen al
trabajo como un lugar más, y no el más significativo que otros, así el momento de la jubilación seguramente será menos traumático porque
ya la persona sabe cómo prepararse mejor, diversificar sus actividades, ocupar
creativamente su tiempo.
En este sentido, creo
que es muy importante prepararse para el momento de la jubilación y su futuro.
También es importante
realizar algún trabajo para derribar mitos y falsas creencias sobre la vejez,
construyendo junto a otros una nueva cultura del envejecimiento, dónde el
adulto mayor esté integrado a su sociedad, su comunidad, su barrio y pueda
identificarse en el imaginario social una representación de la vejez como una
etapa de disfrute y de calidad de vida.
El rol del jubilado no
ha de ser un rol pasivo. Por el contrario, el jubilado debe atravesar la previa
instancia de jubilación, aceptar que ese es el futuro, recreando y fortificando
sus vínculos con la sociedad. Estar abierto a los cambios que la misma le
propone, renovando y repensando metas y el sentido de su vida.
El jubilado podrá si
se prepara oportunamente y si lo sabe aprovechar, realizar muchas actividades
postergadas en su vida por falta de tiempo u otras razones.
El cambio debe empezar por uno mismo.
Aprender a vivir la jubilación no como una pérdida,
sino como una oportunidad de lograr cosas que antes por distintas razones le
estaban vedadas o excluidas.
Sentir que como
jubilado también se puede ser, se puede tener y seguir agregando valor a su
vida.
Si pensamos que un
jubilado hoy y cada vez mas, dispone de 20, 30 o 40 años mas de vida, se abre
un mundo de posibilidades que en el peor de los casos resultarán inéditas para
la persona que “no sabía que otra forma de vivir la vida era posible”.
La sabiduría no es
privativa ni exclusiva de la vejez. Y es verdad que la vejez no es garantía de
sabiduría, pero hablamos de una sabiduría práctica y pragmática de las cosas
cotidianas, para la cual la experiencia, la madurez, transitar distintos
procesos en la vida, son elementos que la constituyen.
Insisto con el tema
que los adultos mayores no pueden
quedarse en la mera declamación de que son sujetos de derechos. Se debe
ejercitar los mismos y luchar por más derechos.
El saber sobre los
procesos de envejecimiento y la vejez, también es un saber hacer vínculos con
el otro para una transmisión correcta y un dar a conocer ese conocimiento, que
tampoco se limita a los adultos mayores sino a toda la población.
Finalmente debemos
contribuir a la democratización de la sociedad, trabajando para la inclusión y
la integración de todos, luchar contra la discriminación de todo tipo, incluso
por la edad, y universalizar en la práctica el derecho de todo ciudadano de
poder acceder y disfrutar de todos los recursos sociales, sanitarios,
sociosanitarios, culturales, educativos, salud, empleo, etc., de que la
sociedad dispone.
Otra nota relacionada: NOTA I
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