20 de junio de 2014

Prepararnos para la jubilación II.

Los nuevos jubilados

Comentario: Segunda nota de Claudio Cardinali sobre la futura jubilación y cómo encararla.

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El trabajo todos sabemos es un importante y vital organizador de la vida cotidiana de las personas. Por este motivo, la jubilación y el retiro laboral, no es un evento más sino por el contrario, constituye un cambio trascendental que requiere de un importante “trabajo” por parte de aquel que se piensa jubilar y, dónde el contexto social, familiar, cultural, juega un papel clave, con tremendas influencias.

Si una persona ha armado su vida en relación a su rol laboral, la jubilación seguramente será un momento de ruptura muy significativa, no sólo para el futuro jubilado sino también para todos aquellos que lo rodean (familia, amigos, etc.). Es decir, la jubilación se presentará con la necesidad de efectuar un duelo personal, pero también social, de aquellos que lo han acompañado hasta este momento de su vida.


En general, desde lo emocional, un futuro jubilado vive momentos de intensa incertidumbre por su futuro. Muchas veces, la familia o la sociedad no acompañan, declarando la “muerte activa” de ese ser humano, pasando a la categoría, por cierto inferior desde la cultura del viejismo, de adulto mayor, viejo, anciano, etc.

Es mucho más fuerte este sentimiento de desamparo e incertidumbre, de cierto vacío existencial, en aquellas personas dónde el trabajo les asignaba un rol, una identidad.

Entonces sobreviene el desencanto con la vida, la falta de sentido, baja en la autoestima, el aislamiento. 

En un sistema capitalista dejar de producir es dejar de “ser en el mundo”, para “ser una carga”.

Es importante que paulatinamente las personas tomen al trabajo como un lugar más, y no el más significativo que otros, así el momento de la jubilación seguramente será menos traumático porque ya la persona sabe cómo prepararse mejor, diversificar sus actividades, ocupar creativamente su tiempo.

En este sentido, creo que es muy importante prepararse para el momento de la jubilación y su futuro.

También es importante realizar algún trabajo para derribar mitos y falsas creencias sobre la vejez, construyendo junto a otros una nueva cultura del envejecimiento, dónde el adulto mayor esté integrado a su sociedad, su comunidad, su barrio y pueda identificarse en el imaginario social una representación de la vejez como una etapa de disfrute y de calidad de vida.

El rol del jubilado no ha de ser un rol pasivo. Por el contrario, el jubilado debe atravesar la previa instancia de jubilación, aceptar que ese es el futuro, recreando y fortificando sus vínculos con la sociedad. Estar abierto a los cambios que la misma le propone, renovando y repensando metas y el sentido de su vida.

El jubilado podrá si se prepara oportunamente y si lo sabe aprovechar, realizar muchas actividades postergadas en su vida por falta de tiempo u otras razones.

El cambio debe empezar por uno mismo.

Aprender a vivir la jubilación no como una pérdida, sino como una oportunidad de lograr cosas que antes por distintas razones le estaban vedadas o excluidas.

Sentir que como jubilado también se puede ser, se puede tener y seguir agregando valor a su vida.

Si pensamos que un jubilado hoy y cada vez mas, dispone de 20, 30 o 40 años mas de vida, se abre un mundo de posibilidades que en el peor de los casos resultarán inéditas para la persona que “no sabía que otra forma de vivir la vida era posible”. 

La sabiduría no es privativa ni exclusiva de la vejez. Y es verdad que la vejez no es garantía de sabiduría, pero hablamos de una sabiduría práctica y pragmática de las cosas cotidianas, para la cual la experiencia, la madurez, transitar distintos procesos en la vida, son elementos que la constituyen.

Insisto con el tema que los adultos mayores no pueden quedarse en la mera declamación de que son sujetos de derechos. Se debe ejercitar los mismos y luchar por más derechos.

El saber sobre los procesos de envejecimiento y la vejez, también es un saber hacer vínculos con el otro para una transmisión correcta y un dar a conocer ese conocimiento, que tampoco se limita a los adultos mayores sino a toda la población.


Finalmente debemos contribuir a la democratización de la sociedad, trabajando para la inclusión y la integración de todos, luchar contra la discriminación de todo tipo, incluso por la edad, y universalizar en la práctica el derecho de todo ciudadano de poder acceder y disfrutar de todos los recursos sociales, sanitarios, sociosanitarios, culturales, educativos, salud, empleo, etc., de que la sociedad dispone.

Otra nota relacionada: NOTA I



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