6 de enero de 2013

Mar Profundo

Ahora volvemos sobre un cuento del colega Héctor Scaglione, que publicamos el año pasado y que tiempo después un periodista de Canal 9 le hace un reportaje al autor con el titulo de: "Barco fantasma en Mar del Plata".

Enlace al reportaje



                                                  MAR PROFUNDO
El veterano marinero que deambulaba por los muelles, se detuvo a dialogar con un viejo buque amarrado. Tocó el casco como si lo acariciara. Al achicar los ojos de mirar lejanías encendió una pipa que parecía formar parte del rostro y comenzó a desmenuzar recuerdos de cuando batallaran aventuras y el mar los abrigara juntos.  Al terminar el soliloquio, bajó la mirada, giró su cansino cuerpo y dándole la espalda se fue alejando. El buque que fuera hogar, lugar de trabajo y trajinante de vida, ahora cubierto de  óxido y radiado de servicio, quedaba solo, acompañado tal vez por los viejos fantasmas que se negaban a abandonarlo.  
                                                              
Sobre la platea del astillero había comenzado a “ser”.  Al principio era un hierro del largo de su eslora. Después le nacieron costillas que apuntaban al cielo, y sobre éstas se le fue adhiriendo la piel de acero. Los hombres trabajaban día y noche. Lo maleaban dándole forma. Curvaban sus planchas continuación del pantoque. Envuelto en chispas aquí y allá se parecía a lo que pronto iba a ser. Terminado y con su nombre estampado a proa, según la tradición una madrina brindó con él una botella de champaña que al arrojarla sobre su roda estalló en mil pedazos de vidrio y espuma de  buen augurio. En medio de aclamaciones, se fue deslizando suavemente por la platea hasta el agua.  Recién nacido pusieron a punto su razón de ser. Olía a nuevo y una hélice brillante enroscaba el agua empujándolo. ¡Podía navegar! Era su primera singladura e iniciaba la historia que se volcaría día a día al libro de bitácora.
Los tripulantes se encomendaban a él como si fuese un dios pagano; otros dialogaban con el corazón ruidoso en sus entrañas para descifrar los misterios. Entre esos primeros hombres, sin saberlo, estaba quien lo acompañaría a lo largo de su extensa vida.




No hay comentarios:

Publicar un comentario