Texto recopilado por Claudio Cardinali.
Pienso que la
jubilación no debe ser tenida en cuenta a la hora de planificar nuestro futuro,
dado que fue creada y pertenece a un mundo y a una manera de pensar que ya no existe.
Generar y auto
gestionar nuestros ahorros deja de ser una posibilidad para convertirse en una
obligación que toda persona responsable debe comenzar a practicar más temprano que tarde, para mejorar o en el
peor de los casos, mantener su nivel de vida actual durante toda su existencia.
Eliminar la jubilación de nuestro horizonte permite aumentar
el goce del momento presente y disminuye la infelicidad que causa vivir bajo la
dictadura del sacrificio, al desvanecerse de nuestra mira el falso sueño del retiro
como recompensa a una vida de privaciones.
Pero comencemos analizando el porqué de este cambio en
función de las modificaciones producidas en el trabajo humano de los últimos
tiempos.
La dinámica con la que cambia el mundo es veloz: nuestra
vida ha mutado enormemente en las últimas décadas.
Alvin Toffler en su
libro La Tercera Ola separa la historia productiva de la humanidad en tres
etapas distintas:
Primera Ola,
correspondiente a la revolución agrícola (desde el año 8000 a.c. hasta el siglo
XVII);
Segunda Ola, que
surge entre los años 1650-1750 con la Revolución Industrial y se expande hasta
1970 aproximadamente y, finalmente,
la Tercera Ola,
en la cual nos encontramos inmersos en este momento y que se relaciona con la
era de la información y la informática.
En esta tercera ola fundamentalmente se amplifica la fuerza
mental del ser humano. Los sistemas cibernéticos, computación, internet etc.
funcionan como amplificadores de la fuerza mental.
El cambio de la era industrial a la era informática es
reciente: se dio hace apenas 43 años, un número insignificante en la historia
de la humanidad.
La Tercera Ola, desde el punto de vista económico, se
caracteriza por los cambios que se producen en la etapa productiva, donde la
producción en serie es complementada con la producción en series cortas. La
producción ya no se dedica a hacer decenas de miles de ejemplares de un único
producto, sino cientos de ejemplares de cientos de productos. Así encontramos
productos cada vez más personalizados.
¿Estamos preparados,
mentalmente, para este proceso de cambio desde el punto de vista laboral y
financiero? ¿Cuáles son las creencias limitantes que ya no aplican en este
contexto y a las cuales, pese a todo, seguimos aferrados perjudicando nuestra
vida día a día?
La anécdota de los
monos, la banana y la ducha helada.
En un experimento realizado por Gordon Stephenson en el año 1967, cinco simios fueron encerrados en
una jaula que contenía una escalera y una banana colgando del techo. En poco
tiempo uno de los simios descubrió que podía colocar la escalera debajo de la
banana para subir y tomar la deseada fruta. Cuando lo intentaba, el
investigador conectaba una manguera a presión que mojaba a todos los simios
(incluido el osado) con agua helada.
Cuando otro mono intentaba subir de nuevo, el investigador
volvía a conectar la manguera de alta presión y los empapaba otra vez. Tras
varios intentos frustrados, todos los simios aprendieron que no debían
acercarse a la escalera por más que desearan la banana, evitando de esa manera
el castigo.
Entonces el investigador reemplazaba a uno de los simios por
otro nuevo. Al poco tiempo de haber llegado, este nuevo simio localizaba la
banana y la escalera, y naturalmente intentaba subirse a la misma para
alcanzarla. Sin embargo, tan pronto como se acercaba a la escalera, los otros
cuatro simios, anticipando lo que vendría después, saltaban sobre él para
disuadirlo, golpeándolo violentamente para que desistiera de su comportamiento.
Los investigadores repitieron luego este proceso sustituyendo
uno por uno a todos los simios que sí recibieron la ducha fría a presión. Todos
los nuevos simios fueron golpeados por los otros ante los primeros intentos de
alcanzar la banana con la escalera, para que aprendieran de esta manera que no
debían hacer nada de eso bajo ningún motivo.
Cuando los investigadores sacaron al último simio que
recibió el agua fría y el sustituto era "adiestrado" por los demás,
teníamos entonces que ninguno de los simios,
que ahora estaban en la jaula, había pasado por la experiencia de ser
castigado con la manguera de agua fría por querer agarrar la banana con la
escalera; pero aun así ninguno de ellos se atrevió siquiera a acercarse a la
misma.
Si el último preguntara a los demás "¿Por qué me
golpean cuando trato de agarrar la banana?", estos se mirarían unos a
otros perplejos, sin saber muy bien qué decir, hasta que finalmente alguno le
diría "así es como siempre se han hecho las cosas por aquí". La
norma, una norma difícil de comprender, ya ha sido fijada hace mucho tiempo, y
los nuevos simios se dedican, incluso con más diligencia que los cinco
iniciales, a hacer respetar esa norma que ya nadie cuestiona.
¿Suena familiar? La
teoría es que la mayoría de las personas se encuentran viviendo en este momento
con normas que son de otra era, donde las cosas se hacían de manera distinta,
perdiéndose con ello la posibilidad de adecuarse a la nueva ola donde las
premisas son totalmente diferentes.
La teoría del
sacrificio, la jubilación y otras normas antiguas.
En la Segunda Ola,
es decir, en la era industrial, las cosas se hacían de una manera totalmente
distinta. En primer lugar, no existía la informática (y por ende, Internet) con
lo cual todo era mucho más trabajoso y complicado. Tener trabajo era poco más
que una bendición y aquellos que accedían a él aceptaban trabajar 12 horas por
día en fábricas y demás actividades que involucraban "ponerle el
cuerpo" al asunto. Sumado a ello, las dos guerras mundiales ocasionaron
destrucción y pobreza en varios de los actuales países desarrollados, haciendo
que la vida fuese mucho más sacrificada de lo que lo es ahora.
La teoría del
sacrificio es una de las teorías que más adeptos tiene en la actualidad.
"Para lograr algo en la vida, hay que sacrificarse", "No se
logra nada sin sacrificio", "Mi éxito se basa en un 99% de sacrifico
y 1% de talento" son algunas de las frases escuchadas por todos, y que
pocos discuten.
Pero... ¿de qué hablamos realmente al pronunciar la palabra
sacrifico?
Según su definición, nos estamos refiriendo a una
"acción que desagrada o no se desea hacer, pero que se hace por
obligación, necesidad o altruismo.
Atando cabos,
llegamos a que la norma impuesta en la Segunda Ola o era Industrial (y que
perdura en la actualidad) nos dice que para ser alguien en la vida hay que hacer
cosas que uno no tiene ganas o le desagrada hacer, como una especie de
obligación.
Pero el sacrificarse, el trabajar arduamente toda la vida,
tiene una recompensa: la jubilación, ese supuesto momento de la existencia en
el que disfrutaremos de lo hecho durante toda la vida y que, pareciera ser
que representa una norma de otra era (en
el mejor de los casos) o, directamente, una gran mentira.
La norma de la
jubilación como zanahoria falla en cualquier de los escenarios posibles: es muy
probable que a la hora de jubilarse el pago de nuestra jubilación dependa de
cómo estén las finanzas globales en ese momento (con una crisis periódica, como
venimos teniendo, los pronósticos no son muy alentadores) o, en el caso de
haber logrado reunir cierto capital para darnos los gustos que siempre
quisimos, es probable que nos encontremos con que no tenemos la energía para
hacer esas cosas que soñábamos en nuestra juventud o adultez y que postergamos
a causa del sacrifico.
Cuando hablamos de la jubilación como meta deberíamos
preguntarnos si no somos como los monos a los que adiestraron sus compañeros
para que no hagan lo que realmente tienen ganas de hacer, influenciados por una
norma de otra época que ya no aplica.
Frente a esto, buscar
hacer lo que nos gusta, trabajar de lo que realmente queremos y no pensar que
hay que sacrificarse ahora para disfrutar después puede ser un gran
descubrimiento para muchos.
La jubilación llegara
en el momento en que no podamos disfrutar de lo que hoy queremos disfrutar!!!
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