PARTICIPACIÓN DEL SECTOR PESQUERO
Creo que es importante reflejar la
actuación que les cupo a los empresarios, Armadores, dirigentes sindicales y
por supuesto a los tripulantes de los buques pesqueros argentinos en la Guerra
de Malvinas. El Sector Pesquero en tal grave emergencia, supo, en su totalidad,
brindarse sin restricciones y con todo valor y gran riesgo ofrecieron todo su
potencial en defensa de nuestra Soberanía.
El día 12 de abril a instancias del Mando Superior de la Armada, el
Subsecretario de Pesca, Capitán de Navío D. Hugo C. Talamoni, convocó para una
reunión a los representantes de la Cámara de Armadores de Buques Pesqueros
Congeladores con sede en Buenos Aires.
Durante dicha reunión el funcionario les solicitó la colaboración para que
facilitasen –sin necesidad de convocatoria o movilización “algunos
buques pesqueros a fin de poder dar cumplimiento a tareas complementarias a sus
actividades especificas y que resultarían necesarias para el desarrollo
integral de la operatoria militar”.
Acerca de tales actividades les manifestó que las mismas serian esencialmente:
1- Búsqueda y rescate de pilotos en caso de necesidad. Se
expresó al respecto que tal actividad se la consideraba relativamente sencilla,
porque en primera instancia se trataba de una actitud a todas luces normal para
la cual los pesqueros se hallaban en condiciones de cumplirla con plena
satisfacción, dado el equipamiento de los buques y el adiestramiento de las
tripulaciones. De más está decir que esta tarea se trataba a todas luces de una
misión humanitaria.
2- Proporcionar información en caso de detección por medio de sus
equipos de cualquier objeto que se considerase ajeno a las tareas pesqueras
durante el desarrollo de las actividades normales.
3- Transportar combustible u
otros materiales (fundamentalmente víveres). Como esta tarea se la
consideró más complicada y sujeta a las contingencias y necesidades del
momento, se aclaró que sería analizada llegado el caso.
En esta oportunidad se dejó expresamente establecido que el gobierno
nacional compensaría a las empresas no solo por los gastos que tales
actividades les ocasionaran sino también por la falta de actividad pesquera
normal en los casos en que se requiriese el cumplimiento de las tareas
consignadas en los puntos 1 y 3. El Subsecretario expresó además que no deseaba
interferir el normal desenvolvimiento de las empresas, por lo que consideró
conveniente proponer que lo propios Armadores presentaran, en caso de
conformidad, un plan de disponibilidad de buques día por día o por los períodos
que se consideraban más adecuados.
Demás está decir que el requerimiento planteado encontró la más amplia
receptividad entre los Armadores, quienes con diversas propuestas decidieron
colaborar espontáneamente en las medidas.
En principio se acordó que los buques zarparían para cumplir sus tareas
normales de pesca y en caso de necesidad se les comunicaría acerca de cualquier
requerimiento que pudiera presentarse.
Respecto al personal se llegó a la conclusión que debía emplearse la
menor cantidad de gente posible, dejándose bien aclarado que no era deseable que
saliera ningún tripulante engañado o a disgusto, teniendo en cuenta que si bien
las actividades que se les podrían encomendar no correspondían a ninguna
actitud bélica, subyacía un peligro por el solo hecho de la presencia de naves
de guerra enemigas en la zona. De producirse inconvenientes de este tipo se
estimó proceder a efectuar reemplazos con otro personal voluntario.
Otra expresión surgida de parte del funcionario estuvo relacionada con la idea
de que intervinieran, no solo barcos de Buenos Aires, sino también otros
pertenecientes a empresas del puerto de Mar del Plata, pues el criterio general
estaba por evitar que la tarea recayera sobre una sola compañía, disminuyéndose
así la posibilidad de los perjuicios económicos individuales.
Respondiendo a las premisas acordadas se propuso a los integrantes de la Cámara
que ellos mismos decidieran cuales podrían ser los barcos que estarían en
condiciones de cumplir las actividades. Para completar la idea se acordó
también que las empresas tuvieran informada, al día, a la subsecretaría sobre
el nombre de las embarcaciones en condiciones de actuar y la zona donde se
encontraban para que pudieran ser empleadas ante cualquier requerimiento.
Los Armadores totalizaron la propuesta proporcionada además de las
características y equipamiento de los barcos designados, su expresa voluntad de
compensar entre todos, a las empresas que se vieran involucradas en el tema,
con el fin de mitigar posibles perjuicios económicos.
La visita del Subsecretario de Pesca a la Ciudad de Mar del Plata sirvió para
reafirmar, de los Armadores de la zona, la más amplia adhesión a la propuesta
oficial y por parte del gremio pesquero el total apoyo que se evidenció con la
presentación de listas de personal voluntario para participar de las
actividades.
La acción coordinada de Inteligencia de la Armada, la Subsecretaría de Pesca y
la Cámara de Armadores dio no solo un resultado positivo para la operatoria
militar, sino que además sirvió para reafirmar una vez más la valentía y
espíritu de sacrificio de los hombres de mar, entre ellos algunos tripulantes
extranjeros, quienes se expusieron voluntariamente en defensa de una causa
justa.
La actitud de muchos pesqueros que pese al peligro de verse rodeados de buques
de guerra británicos continuaron proporcionando información y decidieron
permanecer en sus puestos, teniendo la opción de poder regresar a puerto, habla
a las claras de una conciencia marítima nacional que sabe hacer respetar
nuestra soberanía y se enlaza con nuestras mejores tradiciones.
Demás está decir que el ataque y
hundimiento del pesquero Narwal, con la muerte de uno de sus
tripulantes es la muestra más acabada de una gesta patriótica que debe quedar
grabada en la historia de los argentinos y nos debe llenar de orgullo por la
grandeza espiritual de los hombres que la protagonizaron.
ELEMENTO DE TAREAS 17.3 – “USURBIL”- “MAR AZUL”-“MARIA LUISA”
A partir del 20 de abril
de 1982 la Jefatura de Inteligencia Naval (JEIN) asumió el control de las
Operaciones de Inteligencia tendientes a localizar a la Fuerza de Tareas
Británica mediante la búsqueda aérea y de superficie con objeto de proveer
información a la conducción superior. Entre otras unidades oficiales (Armada,
Fuerza Aérea, ELMA) agrupados en un Grupo de Tareas que fue denominado con el
número 17, fueron integrados en calidad de Elemento número 3, los pesqueros de
altura pertenecientes a empresas privadas. Usurbil, María Luisa y Mar
Azul.
El barco de pesca Usurbil,
con un registro neto de 450 toneladas y 70 metros de eslora perteneciente
a la Empresa Pesquera del Atlántico había zarpado en la primera quincena
de abril del Puerto de Ingeniero White para emprender su trabajo habitual.
Cumplir una y otra “marea” (salida a altamar) en busca de merluza o calamar y
regresar a White con el producto de la cosecha...). en esta “marea 23” se
dirigió a una zona ubicada al noroeste de Mar del Plata. Luego de treinta horas
de navegación, al llegar a las proximidades de dicho puerto el Capitán de
Pesca, Adolfo Arbelo y el Oficial de Navegación, Luis Villa reunieron a toda la
tripulación en el comedor de la nave para comunicarles que habían recibido la
orden de dirigirse al puerto marplatense, aclarando que dicha orden no provenía
ni de la Compañía de Pesca ni de los Armadores del buque.
Una vez cumplida la maniobra de fondeo en el entrepuerto se aproximó una
embarcación de la Armada Argentina que se colocó en andana con el pesquero y de
la cual ingresó al mismo un grupo de oficiales navales quienes luego de
presentarse a los allí reunidos procedieron a dar lectura a un acta por la cual
se les notificaba que toda la tripulación del Usurbil se
encontraba desde ese momento afectada al servicio de la Patria con objeto de
dar cumplimiento a una misión que les había sido asignada por los mandos
militares navales.
En medio de la expectativa de los tripulantes el oficial continuó explicando
que ese buque, al igual que el María Luisa y el Mar
Azul, había sido elegido para esas tareas dadas sus condiciones de
autonomía y desplazamiento. Su destino de trabajo sería a partir de una línea
ubicada entre Malvinas y Georgias para desde allí efectuar una navegación en
dirección a la Isla Ascensión hasta llegar a la zona comprendida dentro de la
latitud 33° 55´ Sur y 3° 35´ de longitud Oeste. Desde ese punto debía regresar
nuevamente hacia Malvinas y así sucesivamente hasta interceptar la flota
inglesa o de cualquiera de sus buques para luego informar a los mando militares
ubicación, cantidad, velocidad y forma desplazamiento de los mismos.
El patrullaje de los tres pesqueros, con separación unas veinte millas entre
uno y otro, se efectuaría formando una barrera perpendicular a la derrota de la
flota enemiga.
Sin encontrar oposición por parte de ninguno de los hombres, quienes estuvieron
de acuerdo en realizar la misión requerida, el Usurbil, al igual
que los otros dos pesqueros, partió el 21 de abril hacia la zona de Malvinas
llevando a bordo en calidad de asesor militar al Teniente de Fragata, Fernando
Pedro Amorena, quien estuvo a cargo del grupo de tareas.
El día 25 la pequeña flotilla de pesqueros se dirigió a su posición de base en
busca del encuentro con las naves de guerra británicas que avanzaban desde
Ascensión. Un día después la Fuerza de Tareas británica al sobrepasar la
latitud 34° S, se encontró dentro de los controles que ejercía el Comando del
Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (COATLANSUR). Era el momento en que se
iban a ver los resultados del plan de operaciones de la inteligencia naval.
Los cálculos no fallaron. El día 26 los vigías que cumplían tiempo de guardia
en los aleros de la timonera avistaron la primera nave de guerra inglesa. La
misma apoyada por el sobrevuelo de helicópteros y aviones los obligó a
desviarse y alejarse de la zona que aquellos denominaban de exclusión.
Dos días más tarde los tres pesqueros establecieron una barrera de exploración
que teóricamente debía interceptar los movimientos hacia Malvinas de cualquier
elemento del oponente. Esa operación les proporcionó el primer éxito. En
posición 34° 28´ S y 31° 26´ W avistaron al buque de abastecimiento HMS Fort
Grange.
Concretadas las primeras localizaciones de la flota inglesa, el Mar
Azul, cuyo Patrón de Pesca era el Sr. González fue derivado al Puerto
de Río Grande en Brasil, donde, según manifestaciones de uno de sus
tripulantes, se procedió a cargar numerosos cajones, que contendrían, supuestamente,
pertrechos bélicos, los cuales, más tarde, transfirieron a un Transporte Naval.
Una vez cumplida esta tarea el pesquero se reintegró a su misión de patrullaje,
en una zona fijada previamente.
El día 30 el pesquero María Luisa regresó a puerto aduciendo
falta de combustible.
El Usurbil que para ese entonces contaba con la mitad de su
tripulación de origen español, a pedido de los mismos fueron desembarcados y
completó su dotación con personal de argentinos. Dicho barco, en cumplimiento
de la misión asignada y siguiendo las directivas del oficial Amorena que se
encontraba a bordo continuó incursionando reiteradamente dentro del área donde
los barcos ingleses debían atravesar en sus movimientos de ida y vuelta a
Malvinas. De esa manera, al igual que el Mar Azul, lograron
diversos contactos visuales y radarizados.
Estos audaces movimientos, donde se cambiaba constantemente de rumbo llamaron la
atención de los marinos británicos, que enviaron aeronaves enemigas para
demostrarles con amenazantes sobrevuelos que no debían permanecer en esos
lugares.
El 8 de mayo, cuando comenzaba a anochecer, la esforzada tarea de patrullaje tuvo
su punto culminante cuando desde el Usurbil se logró avistar a
escasas 15 millas, al núcleo de la Flota británica. Se trataba de los dos
portaaviones al cual rodeaban en formación de protección unas diez naves de
guerra, el buque hospital Canberra que pasó frente a ellos y
otras tantas no identificadas. La impresionante visión fue interrumpida por un
fuerte haz de luz de color lila claro emitido desde uno de los portaaviones que
los enfocó de lleno.
Posteriormente apareció un helicóptero que evolucionó sobre la nave y los
siguió durante una media hora hasta que pudieron alejarse del lugar.
Después de un par de horas desde la radio del pesquero se informó en clave
secreta a los mandos navales argentinos la posición y composición de la flota
que habían localizado. Dentro de esas informaciones los tripulantes de los
pesqueros no olvidarían un mensaje muy especial que salió fuera de código. En
oportunidad de haber localizado a un portaaviones británico seriamente
dañado y escorado, un pesquero avisó: “Avisté a ballena herida” cuando
en realidad de acuerdo a la clave debía haber transmitido: “Completé
(avisté) sardina (portaavión) en cardumen (avería importante)”. De
todas formas el mensaje fue interpretado claramente.
Al día siguiente tomaron conocimiento del ataque que había sufrido el pesquero Narwal con
el cual mantenían frecuente comunicación. En horas de la noche de esa infausta
jornada los mandos navales ordenaron finalizar la misión y levantar el
operativo. Los pesqueros Usurbil y Mar Azul recibieron
la directiva de regresar a la costa. El primero fue derivado a la Dársena Norte
en el Puerto de Buenos Aires, donde descansaron un par de días tras lo cual se
los mandó de vuelta al mar, pero ya con su labor cotidiana de pesca. Al otro se
le indicó dirigirse al desolado fondeadero de Cabo Blanco, al sur del Golfo San
Jorge, junto al pesquero Constanza, debía esperar nuevas órdenes.
Después de cuarenta y cinco días, sin poder bajar a tierra y sometidos a la
incertidumbre de un futuro incierto, el 14 de junio, al finalizar la guerra,
ambas naves quedaron liberadas de ese servicio y volvieron a su puerto de
origen para continuar con su tareas habituales.
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