23 de agosto de 2014

EL REMO DE ODISEO

Comentario: Aleix Gainza. Copiado de su blog: El Marenauta (*)
Es probable que solo nosotros utilizamos la palabra “tierra” dándole un significado muy especial.

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                                                                          Ulysses

Cruzando las intrincadas calles de los recuerdos acompañado de lecturas absurdas y tiempos muertos a gastar en un aeropuerto inerte, he encontrado en la memoria cierta historieta que ha vuelto a llamar mi atención. Remembrando los clásicos, y no se a cuento de qué, Homero salió de su madriguera con “su” Odiseo de Ítaca, hijo de Leartes, de linaje divino, rico en ardides.



En su largo viaje de vuelta a Ítaca, Odiseo se encuentra con numerosos personajes, fantasmas, dioses y rameras camufladas que marcarán su derrota hacia su amada Ítaca. En uno de sus viajes al infierno, Odiseo se encuentra con el fantasma del ciego Tiresias de Tebas.

Tiresias, hablando a Odiseo le hace una premonición que me conmueve por su acertividad. Le dice a Odiseo que cuando regrese a Ítaca, una orda de pretendientes se encontrarán ocupando su hogar, ansiando poseer la mano de su hermosa Penélope, que retrasa su decisión con viejas esperanzas y a la espera de la vuelta a casa de su rey (el “Home Again” de los clásicos). No obstante, Tiresias no cree que su viaje acabe  con la expulsión de los pretendientes de su palacio, ya que asegura no ser esta la solución al descanso que merece después de dos décadas de derrotas tempestuosas.

Éste augura que una vez limpiado el palacio de mugrientos personajes, deberá hacerse construir un remo de madera, al mejor remero que encontrase. Con el remo en el hombro debería caminar tierra adentro y no dejar de caminar hasta que las gentes del lugar confundieran el remo con una pala de hornear el pan. Sólo en ese lugar, donde nadie supiera nada de la mar, podría descansar tranquilo. Así que Odiseo debería caminar y preguntar en cada poblado que encontrase si sabían que objeto llevaba en el hombro.


¿Es eso cierto? ¿Es certero pensar que aquellos que pasan la vida en la mar, solo pueden encontrar el descanso en la tierra? Tierra, donde el salitre no se cuela entre tus huesos, donde las olas no componen las liturgias abominables que ocultan constantemente el silencio. Me gusta pensar en la tierra, en el olor a hierba mojada, en las alturas de una cima montañosa, en los lagos helados… Me pregunto si no son pensamientos parecidos los que empujan a los hombres a adentrarse en la mar. Con la que, sin duda, muchos no podríamos vivir.

                                      (*)   El Marenauta


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