“El lunes 25 de noviembre de 1799 el Consulado de Buenos Aires se vistió de fiesta…
Así se inauguraba oficialmente la Academia de Náutica luego Escuela Nacional de Náutica, con: “…texto íntegro de la reglamentación suscripto de puño y letra por Manuel Belgrano…” (1)
Libro de Belgrano y la Escuela Nacional de Náutica
Para eso tuvo que sortear la férrea oposición de las autoridades de Montevideo, por suerte de este lado había un Dr., un político y luego Gral., Don Manuel Belgrano, dispuesto a confrontar por sus ideas y proyectos.
Simple, para modificar algo establecido hay que estar dispuesto a confrontar.
Su interés por el “progreso” de la sociedad lo lleva a escribir:
“He visto con dolor, sin salir de esta Capital, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y desnudez…”. Y enunciado el problema notorio, abordó inmediatamente la solución: Crear “escuelas gratuitas… [para] inspirarles amor al trabajo…”. (2)
“… El primer artículo comienza indicando que:
El principal objeto de este establecimiento es fomentar, con trascendencia a todos estos Dominios, el estudio de la Ciencia Náutica, proporcionando por este medio a los jóvenes una carrera honrosa y lucrativa...” (3)
Con lo cual ya nos indica uno de los problemas recurrentes de argentina: riquezas concentradas (mucha fugada) por un lado y gente viviendo en situaciones deplorables como contraste. Resultado de las exasperantes diferencias socio económicas. Habiendo teniendo soluciones que ya fueron puestas en práctica exitosamente y luego se las hizo derivar para poder destruir esas industrias.
Belgrano, seguramente mientras navegaba por el Atlántico, tuvo que llegar a la obvia conclusión que sin Marina Mercante estábamos aislados y/o dependientes del mundo y que estamos en un extremo del globo.
Pasaron más de 200 años y todavía hay políticos y empresarios que miran esta circunstancia con un raro desdén.
Olvidan que al finalizar la primera guerra mundial nos quedamos aislados por falta de fletes; que durante la segunda guerra pasó lo mismo; del papel importante cumplido por la marina mercante durante el Conflicto de Malvinas; del actual encarecimiento de los fletes consecuencia del COVID.
Inexplicable “candidez” de no intervenir en negocios poco o nada transparentes
Mapa bajado de Nuestro Mar
Justamente leía el Twetter de Paulo Botta @PauloBotta_1974:
Imagen de Twetter
"Respondiendo a preguntas a través de un mapa: ¿Nos tiene que interesar el AUKUS? ¿La Antártida debería ocuparnos? ¿Para qué necesitamos una Armada? ¿Para qué una marina mercante? ¿En el mar hay riquezas? ¿África está lejos?"
A lo cual se puede agregar:
En cambio y por suerte nadie duda que lógicamente necesitemos caminos, puentes, vías férreas, aeropuertos, etc. en la parte continental, pero lamentablemente muy pocos cuestionan la indiferencia política y económica sobre el espacio marítimo y fluvial argentino, que a su vez tiene una superficie mayor que la parte terrestre.
Con casi nula difusión de las riquezas que se pierden continuamente.
Ni siquiera tenemos barcos en nuestro Rio Paraná.
Deberíamos recordar que en la década del 80 con una flota estatal/privada de unos 100 buques dedicados exclusivamente al comercio exterior se obtenían de 20 a 25% de los fletes expo/impo.
Imaginen hoy que esos buques no existen y el crecimiento del comercio exterior lo reflejan los 5000 barcos extranjeros que navegan anualmente por el Paraná, y sin incluir los puertos marítimos.
Las divisas y trabajos que se pierden, por no tener flota ni de rio ni de ultramar.
Argentina, en el confín del mundo y con más territorio marítimo que continental carece de flota mercante.
Solo aquí puede suceder y no es por casualidad.
Los Marinos Mercantes Argentinos tenemos poco para celebrar y mucho para preocuparnos.
Y la sociedad no lo sabe, e igual que nosotros soportan las consecuencias.
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Comentarios extraídos del libro de: Horacio Guillermo Vázquez Rivarola
Belgrano y la ESCUELA NACIONAL DE NÁUTICA. Dos siglos de historia
(1) Pág. 85
(2) Pág. 72
(3) Pág. 84
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