Jorge Muñoz
Juntamente con el Narwal y el Constanza, el pesquero María Alejandra, resultó ser uno de los barcos que mayor actividad desarrolló en las tareas de inteligencia durante el conflicto malvinense dentro del marco del operativo ordenado por la Jefatura de Inteligencia de la Armada al Comando Naval de Transito Marítimo (COLCO). Su mérito quizá no esté basado en haber emprendido alguna acción temeraria o efectuado un acto más allá del deber. Pero sin duda alguna el cumplimiento estoico de las tareas encomendadas, permaneciendo tras muchos y penosos días de navegación hasta el final de su misión en la peligrosa área infectada de naves y aviones enemigos, próxima a donde fuera atacado el Aviso Alférez Sobral y hundido el pesquero Narwal, acreditan suficientemente el mérito por el cual, al finalizar la guerra, la Armada y el Congreso Nacional otorgaron a sus tripulantes el Diploma de Honor y Botón Solapa “EN RECONOCIMIENTO DE LOS SERVICIOS PRESTADOS A LA PATRIA ”, y el Diploma y Condecoración “A LOS COMBATIENTES”. Ley 23.118, respectivamente.
Juntamente con el Narwal y el Constanza, el pesquero María Alejandra, resultó ser uno de los barcos que mayor actividad desarrolló en las tareas de inteligencia durante el conflicto malvinense dentro del marco del operativo ordenado por la Jefatura de Inteligencia de la Armada al Comando Naval de Transito Marítimo (COLCO). Su mérito quizá no esté basado en haber emprendido alguna acción temeraria o efectuado un acto más allá del deber. Pero sin duda alguna el cumplimiento estoico de las tareas encomendadas, permaneciendo tras muchos y penosos días de navegación hasta el final de su misión en la peligrosa área infectada de naves y aviones enemigos, próxima a donde fuera atacado el Aviso Alférez Sobral y hundido el pesquero Narwal, acreditan suficientemente el mérito por el cual, al finalizar la guerra, la Armada y el Congreso Nacional otorgaron a sus tripulantes el Diploma de Honor y Botón Solapa “EN RECONOCIMIENTO DE LOS SERVICIOS PRESTADOS A LA PATRIA ”, y el Diploma y Condecoración “A LOS COMBATIENTES”. Ley 23.118, respectivamente.
El pesquero de altura María
Alejandra de 55 metros de eslora y un porte de 669 toneladas,
propiedad de la Armadora Marplatense ARGENBEL S.A., fue elegido para la misión
por tratarse de un barco moderno, construido y botado, hacía poco tiempo, en el
astillero Freire de España, el cual contaba, entre otros elementos propios de
este tipo de buque, con piloto automático; dos equipos de sonda de profundidad,
uno con expansor visual; un sonar; dos radios VHF Sailor RT 144; dos equipos de
radio de frecuencia BLU Sailor de 100 y 750 watts de salida respectivamente;
dos radares de rango de 96 millas ; un equipo de navegación y posicionamiento
satelital; un radiogoniómetro; un equipo receptor facsímil meteorológico, y
además un equipo de radio para balsas salvavidas. En el momento de ser
designado, su tripulación, un total de veinte hombres, todos argentinos,
decidieron voluntariamente permanecer a bordo para cumplir la misión. Su patrón
de Pesca era Luis Alberto Quagliarella, un marplatense egresado hacía casi diez
años de la Escuela Nacional de Pesca “Luis Piedra Buena”.
Enterado el Capitán, de los
pormenores de la misión, reunió al resto de los tripulantes para anunciarles la
decisión personal de ir y otorgándoles a los mismos la opción de poder
desembarcar si no estaban de acuerdo. La respuesta afirmativa fue unánime y
todos aceptaron integrar la dotación que quedó confirmada.
Por: Luis Alberto
QUAGLIARELLA, Capitán; Juan María ALSINA, 1er Oficial de Cubierta; Néstor H.
ORTIZ, Jefe de Máquinas; Fredi A. PEREZ, 1er Oficial de Máquinas; Norberto
Francisco ALVAREZ, 2do Oficial de Máquinas; Carlos E. MÁRMOL, Electricista; José
L. ACURSO, Motorista; Rodolfo JUÁREZ, Contramaestre; Alfredo NADEO, Cocinero y
los Marineros Julio D. DI GERÓNIMO; Cirilo BENITEZ; Nicolás AGUILAR; Eugenio
FLORES; Julio MEANA; Rodolfo H. ALVAREZ; Tomás PARRA; Rubén FITTIPALDI; Juan
Carlos FRATE; Sergio TRILLO y Juan D. TORRES.
Mientras a bordo se cumplían los aprestos para la salida, el Capitán
Quagliarella se dispuso a recibir las instrucciones y elementos provistos por
personal de Inteligencia Naval.
Junto con un sobre de órdenes secretas que debía abrir a partir de los 43
grados de latitud Sur, le fue entregada una máquina fotográfica Asahi Pentax K
1000, con varios teleobjetivos con zoom. La técnica indicada para fotografiar
unidades era: tomar a los buques en tres segmentos; primero un 30% de proa,
luego un 30 % del centro del casillaje y luego la porción restante de la popa.
De esta manera se obtenía la eslora del buque y por los contrastes de la
superestructura, después en laboratorio, se estimaba la manga. Junto con ese
material también recibió un manual con las claves de identificación para
reconocer a las naves enemigas según sus características estructurales (grúas,
directores de tiro, antenas, chimeneas, mástiles, cañones o torres de
artillería, columnas, lanzadores de mísiles, torpedos bombas, etc.). así
también estaban detalladas en esa guía todas las naves inglesas de guerra y
mercante que podían llegar a operar en cercanías de Malvinas, clasificadas por
su nombre, tipo, función, características, velocidad, armamento, tripulación,
etc. como anexo tenía además de la silueta, una fotografía de cada una de las
naves.
El Grupo de Tareas, organizado por el Comando Local de Control (COLCO)
estaría formado además del María Alejandra, por los pesqueros Constanza y Narwal,
junto a los cuales debía partir ese mismo día. A cargo del grupo, con asiento
en el Narwal en calidad de Oficial Enlace, se encontraba el
Capitán de Corbeta Carlos Gonzalez Llanos. De acuerdo a una grilla que les fue
facilitada, los tres barcos ocuparían tres estaciones yuxtapuestas, ubicadas a
unas 300 millas al noroeste de Malvinas, con puntos de reunión predeterminados.
Esta posición los situaba dentro de lo que se definió por parte de las Fuerzas
armadas Argentinas como el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (T.O.A.S.) y
en este caso no solo al borde de la zona de exclusión, impuesta por los
británicos de 200 millas alrededor de Malvinas, sino también en un lugar
estratégico que los dejaba a medio camino entre las islas y la Flota británica.
Estimativamente y en razón de la apreciación de la derrota enemiga, por allí
iban a pasar casi obligatoriamente los barcos británicos en su desplazamiento
hacia Malvinas y el criterio resultó acertado.
Los atrevidos pesqueros iban a ser testigos de los movimientos de numerosos
barcos de guerra enemigos y esa vital información iría a manos de la
inteligencia naval para su elaboración táctica. Fundamentalmente la misión
consistía en vigilar la zona marítima asignada a fin de detectar e informar la
presencia y movimiento de unidades, aéreas, de superficie y submarinas
británicas.
Las instrucciones generales para el
G.T. indicaban que una vez en las Estaciones asignadas, deberían simular estar
cumpliendo tareas de pesca, sin “largar” los equipos de pesca al mar y
permitirse desplazamientos de hasta 30 millas de sus respectivas posiciones a
velocidad de arrastre. Si se lograba una detección, informarían de acuerdo con
las tablas y grillas indicadas en el Plan de Comunicaciones. En el caso que las
unidades británicas superaran la línea de su zona de observación, deberían
tratar de navegar con un rumbo que permitiera mantener el contacto de radar con
las naves enemigas.
De no tenerse contacto alguno con
las embarcaciones enemigas inglesas, se dirigirían en forma independiente a los
puntos de reunión, pre-acordados y una vez allí regresarían a sus Estaciones
iniciales. Este procedimiento deberían repetirlo si no surgían detecciones y si
no se producía ningún contacto regresarían al puerto más cercano el día 6 de
mayo. Cualquier cambio imprevisto lo recibirían por órdenes radiales.
Se dejó bien aclarado que de
producirse alguna visita o registro a bordo por parte de Fuerzas británicas, no
debían presentar ninguna resistencia y por el contrario deberían mostrar sus
certificados de pesca en prueba de que estaban ejerciendo una actividad
comercial y lícita.
Todos los mensajes debían enviarse
en código, aparentando estar dando cuenta de las operaciones de pesca a una
supuesta Empresa Armadora, que operaba bajo la denominación de Pesquera Campana
y que en realidad se trataba de la Estación de Comunicaciones de la Armada en
Río Grande.
Dentro de las pautas marcadas por
un nomenclador de sustantivos y verbos en clave, donde por ejemplo “abadejo”
era un buque de guerra inglés y “brótola” un submarino. Como así “completar”
era “avistar” y “seguir” significaba “comunicar”, se estableció una
comunicación diaria y permanente con la Base en tierra por ondas HF Simplex y
Duplex alternando las frecuencias de sintonía. De tal manera un mensaje que se
transmitía y que luego de los saludos de práctica decía “INFORMO ACTIVIDAD
PESCA HASTA 151600 COMPLETE TRES DE ABADEJO”; en realidad quería decir “AVISTE
TRES BUQUES DE GUERRA BRITANICOS EL DÍA 15 A LAS 16:00 HORAS”.
Las demás comunicaciones de buque a
buque se cursaron por las ondas VHF/ HF, en las frecuencias habituales de
trabajo.
Quedó por otra parte bien claro que
no se llevaría armas a bordo y que la misión jamás podría ser considerada como
un acto de espionaje, ya que solo se trataba de un buque civil con bandera
nacional que navegando en una zona de jurisdicción nacional cumplía con
informar la actividad de naves y aeronaves hostiles a nuestro país.
Finalmente a las 20:15 hs. del día
23 de abril, los tres pesqueros partieron rumbo a sus respectivas Estaciones.
A medida que se acercaron a la zona
de exploración en el Atlántico Sur, fueron sintiendo cada vez más los efectos
de una furiosa tormenta. El mar embravecido, la lluvia y el viento parecían
conspirar para hacer más lento el avance, pero también la mala visibilidad y
esas grandes olas de espumosas crestas que barrían las cubiertas fueron sus
cómplices para ocultar su desplazamiento.
La Flota británica, cuyo núcleo
principal se dirigía hacia Malvinas, había partido el día 18 de abril de
Ascensión, situada a unas 3.500 millas y se calculaba que iba a arribar a la
zona de exclusión alrededor del 30 de abril; por eso resultó oportuna la
llegada de los pesqueros el día 26, al lugar designado.
Durante los tres primeros días no
se registraron mayores novedades, pues la Task Force aún no había arribado a la
zona, y los partes diarios solo daban cuenta del cielo cubierto, con lluvias y
el mar con fuerza 7.
Para ese tiempo también comenzaron
a registrarse las primeras dificultades técnicas en el pesquero Constanza que
denunció tener una avería importante en los cojinetes y falta de agua en el
servicio general y aunque el María Alejandra acudió en su
auxilio la reparación no pudo ser completada.
Analizada la situación del Constanza,
por el Oficial de Enlace, la Base de Tierra y el Comando de Operaciones
Navales, se le ordenó que abandonara la zona de patrulla y regresara a mínima
velocidad y aguardara órdenes en Cabo Blanco. En tanto se consideraba la
posibilidad de enviar una unidad reemplazante, el María Alejandra y
el Narwal cubrirían la zona asignada al pesquero averiado.
Pero fue a partir del día 29 en que
se produjeron las primeras detecciones y éstas no solo correspondieron a naves
británicas, sino que también el enemigo se percató de que estaban siendo
observados por los “molestos” pesqueros.
Los barcos de guerra, submarinos,
aviones y helicópteros de combate británicos trataron por diversos medios de
mantener alejados a los pescadores hostigándolos de diversas formas. La
impresionante aparición de naves inglesas delante de su derrota y las
evoluciones de aeronaves enemigas sobre los pesqueros que buscaban acercarse
más allá de los permitido, eran avisos muy serios que mantuvieron en tensión a
los tripulantes argentinos, quienes vieron en esas actitudes una clara
advertencia de que serían atacados si persistían en su actitud.
Con el inicio de las hostilidades,
el día 1 de mayo, por parte de las Fuerzas británicas en procura de recuperar
las Islas Malvinas, se generalizó un clima de violencia bélica el cual traería
aparejado una serie de ataques a naves indefensas que se encontraban en esa
zona. Las principales víctimas iban a resultar cargueros y pesqueros, pero ello
no arredró a nuestros marinos.
Sin embargo, según se producían las
diversas detecciones y pasaban los días en ese mar tormentoso y agitado,
comenzaron a registrarse dificultades a bordo de los dos pesqueros que habían
quedado para cubrir la tarea.
El Narwal advirtió
sobre inconvenientes en sus motores principales y el María
Alejandra, debido al incremento de los desplazamientos a que estaba
sometido, hizo notar la falta de combustible y aceite que no había llegado a
completar en toda su carga por la premura de su partida. En el caso del Narwal, el
mismo siguió operando a media máquina.
El 3 de mayo, el Constanza,
que regresaba a puerto navegando a mínima velocidad con rumbo norte, fue
requerido por el Comando de Operaciones Navales para que se desplazara en ayuda
del ARA Aviso Sobral, el cual había sido atacado por helicópteros
enemigos, cuando se encontraba buscando pilotos derribados dentro de la zona de
exclusión. Lamentablemente esta solicitud de auxilio no pudo ser
cumplimentada por problemas mecánicos y el pesquero continuó navegando hacia
puerto.
Ese mismo día y poco antes de que
se dirigiera al puerto más cercano para reabastecerse de combustible, aceite y
víveres, el María Alejandra fue llamado también por el Comando
del Atlántico Sur para ir en socorro del Aviso Sobral – que se
dirigía lentamente hacia Puerto Deseado – Dando cumplimiento a lo solicitado,
el pesquero navegó a toda máquina con rumbo de encuentro al buque siniestrado
sin saber que a muy pocas millas de su derrota se encontraba uno de los sumergibles
enemigos en busca de alguna presa
fácil.
En esta oportunidad, según consta en fuentes Navales, el María
Alejandra habría contado con ayuda providencial, pues el día 5 hora
10:06, en latitud 44° 33´ (S), longitud 64° 16´ (W), un avión “Tracker” de la
Escuadrilla Naval Antisubmarina de nuestra Armada, aseguró haber atacado y
averiado a un submarino que merodeaba por la zona.
Cuando ya finalizaba ese agitado
día, hora 21:15, el pesquero alcanzó al maltrecho Sobral en la
rada exterior de Deseado y ambas naves entraron casi simultáneamente a puerto.
Poco antes de arribar, el María
Alejandra recibió un último mensaje del Narwal para
ser retransmitido a la base. El mismo decía: “COMPLETE BRÓTOLA Y ABADEJO EN EL
ULTIMO LANCE”, que en realidad quería decir: “AVISTE SUBMARINO Y BUQUE DE
GUERRA INGLES”. Quagliarella quedó intrigado con esta comunicación, que marcaba
un lugar muy adentro en la zona de exclusión, (52° 45´(S) 58° 02´(W) 66 millas al
sur de Puerto Argentino) pues nada se había comentado respecto a un cambio de
posición en la grilla que tenían fijada y supuso que ese movimiento había sido
una decisión del Oficial de Enlace, Capitán de Corbeta, Carlos González Llanos.
Al entrar en puerto la tripulación tomó mayor conciencia de los graves
acontecimientos bélicos ocurridos hasta ese momento y quedaron azorados. Sin
perjuicio de ello la tripulación continuó con el alistamiento del buque para
una inminente salida hacia su zona de exploración pero un nuevo suceso los
impactó aún más.
En ese ínterin tuvieron
conocimiento que el pesquero de altura Invierno convocado por
los Mandos Navales, bajo instrucciones secretas, había partido el 8 de mayo del
puerto de Mar del Plata y se dirigía al mando del Capitán, Carlos Alberto
Ballestero, llevando como asesor Naval al Teniente de Navío Oscar Humberto
Martínez, hacia una zona de operaciones ubicada al Este de la Isla Soledad en
Malvinas. Sin embargo, este barco no iba a llegar a integrarse al Grupo de
Tareas, en reemplazo del Constanza, pues al producirse, el día 9,
el ataque y hundimiento del Narwal con el resultado de una
baja mortal y varios de sus tripulantes heridos y prisioneros, recibieron a
través del servicio de comunicaciones navales la orden de levantar el operativo
y regresar a puerto. Esta orden fue emitida también para el resto de pesqueros
que estaban integrados a las operaciones de inteligencia entre ellos el Margot que
estaba cumpliendo con la misión ordenada desde el 6 de mayo y en ese
momento se encontraba al norte de Malvinas en posición estimada de 45° de
Latitud Sur y 59° 40´ de Longitud Oeste.
A esta altura de los
acontecimientos y ante la envergadura y gravedad de los sucesos, la Armada
Argentina se vio obligada a confiscar al María Alejandra, junto con
otros barcos civiles (entre ellos el Margot) que se hallaban
en la zona para disponerlos a operar con personal naval militar. El pesquero
fue entregado el día 26 de mayo mediante acta rubricada por el Capitán,
Quagliarella y el Capitán de Fragata, Carlos Enrique Debento, quién en su
carácter de Jefe del Estado Mayor del Comando Naval de Tránsito Marítimo en
representación del Comando en Jefe de la Armada, efectuó la requisición conforme
a los términos del artículo 37 de la Ley 16.970.
En un clima de franca camaradería y
aptitud de servicio se acordó que después de la entrega formal del barco, la
dotación civil adiestrara en el manejo y uso de la nave a la dotación militar
que iba a hacerse cargo de la misma. Simultáneamente a la instrucción de ese
personal se fue completando la carga en las bodegas del barco con materiales y
víveres destinados a nuestras tropas en Malvinas.
Cumplida la adaptación y completada
la carga, ambas tripulaciones se despidieron con no poca emoción. El día 27
mientras los hombres de la Armada se preparaban para zarpar, los marinos del
pesquero abordaron un colectivo de la Empresa Costera Criolla que estaba a
disposición de las Fuerzas Armadas y emprendieron el regreso a Mar del Plata
donde arribaron dos días después.
De allí en más el María
Alejandra pasó a integrar, junto al Margot y otros
pesqueros convocados, una pequeña flotilla, con tripulaciones de la Armada, a
los efectos de dar cumplimiento a un operativo logístico denominado
“Relámpago”, organizado para llevar munición, víveres, medicamentos y otros
abastecimientos a Malvinas. En una primera etapa los pesqueros debían ir
navegando costa a costa hasta la Isla de los Estados, desde donde, en un
segundo momento, se intentaría cruzar al archipiélago. La flotilla a cargo del
Capitán de Navío Guillermo E. Estrada, arribó a San Juan de Salvamento en la
Isla de los Estados, el 1 de mayo, donde aguardó la orden para iniciar el
cruce.
Una meteorología adversa y la
acción abrumadora del enemigo en torno a las islas impidieron la decisión de
enviarla en tiempo. Finalmente cuando se encontraban en espera del momento
propicio para cruzar y tratar de descomprimir la necesidad de aprovisionamiento
de las tropas combatientes, fueron sorprendidos por el cese de fuego que dio
fin a la guerra y tuvieron que regresar a Puerto Dorado.
Al arribar al Puerto Deseado,
el María Alejandra fue descargado y acondicionado para ser
devuelto a su legítimo propietario, la Empresa Armadora ARGENBEL S.A., la que
fue informada de tal decisión el día 21 de junio. Con inocultable alegría por
parte de la empresa y de los tripulantes, rápidamente se nombró una dotación
reducida para que se trasladara con la mayor brevedad, a Puerto Deseado a
efectos de recibir al barco y proceder a trasladarlo, al Puerto de Mar del
Plata.
El día 23 viajaron por tierra los
tripulantes designados quienes llegaron a Deseado dos días después. Sin demora
se embarcaron, procediendo a chequear los sistemas operativos del barco. Una
vez comprobado que todo se hallaba en orden y funcionando, el Capitán
designado, Juan María Alsina, que se había desempeñado como 1er Oficial de
Cubierta, recibió conforme el buque en representación de la Armadora y se hizo
cargo del mismo.
Finalizando el alistamiento
zarparon en la mañana del día 26 rumbo al Puerto de Mar del Plata donde
arribaron tres días más tarde. Un cielo despejado y radiante sol, dieron su
bienvenida al pesquero cuya tripulación había dado cumplimiento, sobradamente,
a la misión asignada.
Hola yo estuve en ese buque con la gente de la marina eramos del ejército grupo de defensa aérea con los blowepipe, me gustaría contactar con algunos de los camaradas
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