14 de febrero de 2014

Guerra por Malvinas. Pesquero María Alejandra. Misión cumplida

Jorge Muñoz

        Juntamente con el Narwal y el Constanza, el pesquero María Alejandra, resultó ser uno de los barcos que mayor actividad desarrolló en las tareas de inteligencia durante el conflicto malvinense dentro del marco del operativo ordenado por la Jefatura de Inteligencia de la Armada al Comando Naval de Transito Marítimo (COLCO). Su mérito quizá no esté basado en haber emprendido alguna acción temeraria o efectuado un acto más allá del deber. Pero sin duda alguna el cumplimiento estoico de las tareas encomendadas, permaneciendo tras muchos y penosos días de navegación hasta el final de su misión en la peligrosa área infectada de naves y aviones enemigos, próxima a donde fuera atacado el Aviso Alférez Sobral y hundido el pesquero  Narwal, acreditan suficientemente el mérito por el cual, al finalizar la guerra, la Armada y el Congreso Nacional otorgaron a sus tripulantes el Diploma de Honor y Botón Solapa “EN RECONOCIMIENTO DE LOS SERVICIOS PRESTADOS A LA PATRIA ”, y el Diploma y Condecoración “A LOS COMBATIENTES”. Ley 23.118, respectivamente.



       El pesquero de altura María Alejandra de 55 metros de eslora y un porte de 669 toneladas, propiedad de la Armadora Marplatense ARGENBEL S.A., fue elegido para la misión por tratarse de un barco moderno, construido y botado, hacía poco tiempo, en el astillero Freire de España, el cual contaba, entre otros elementos propios de este tipo de buque, con piloto automático; dos equipos de sonda de profundidad, uno con expansor visual; un sonar; dos radios VHF Sailor RT 144; dos equipos de radio de frecuencia BLU Sailor de 100 y 750 watts de salida respectivamente; dos radares de rango de 96 millas ; un equipo de navegación y posicionamiento satelital; un radiogoniómetro; un equipo receptor facsímil meteorológico, y además un equipo de radio para balsas salvavidas. En el momento de ser designado, su tripulación, un total de veinte hombres, todos argentinos, decidieron voluntariamente permanecer a bordo para cumplir la misión. Su patrón de Pesca era Luis Alberto Quagliarella, un marplatense egresado hacía casi diez años de la Escuela Nacional de Pesca “Luis Piedra Buena”.

       El 12 de abril de 1982, el María Alejandra había partido del Puerto de Mar del Plata con su dotación completa para efectuar tareas de pesca de altura y escalas en una amplia área de nuestro mar Atlántico. Llevaba más de una semana pescando en alta mar cuando recibieron por radio la orden, de la Empresa Armadora, de regresar inmediatamente a puerto. Cuando llegaron, poco después del mediodía del día 22, se les comunicó la novedad que su barco iba a pasar a cumplir funciones en una zona cercana a Malvinas a órdenes de la Inteligencia Naval de la Armada.

       Enterado el Capitán, de los pormenores de la misión, reunió al resto de los tripulantes para anunciarles la decisión personal de ir y otorgándoles a los mismos la opción de poder desembarcar si no estaban de acuerdo. La respuesta afirmativa fue unánime y todos aceptaron integrar la dotación que quedó confirmada.

        Por: Luis Alberto QUAGLIARELLA, Capitán; Juan María ALSINA, 1er Oficial de Cubierta; Néstor H. ORTIZ, Jefe de Máquinas; Fredi A. PEREZ, 1er Oficial de Máquinas; Norberto Francisco ALVAREZ, 2do Oficial de Máquinas; Carlos E. MÁRMOL, Electricista; José L. ACURSO, Motorista; Rodolfo JUÁREZ, Contramaestre; Alfredo NADEO, Cocinero y los Marineros Julio D. DI GERÓNIMO; Cirilo BENITEZ; Nicolás AGUILAR; Eugenio FLORES; Julio MEANA; Rodolfo H. ALVAREZ; Tomás PARRA; Rubén FITTIPALDI; Juan Carlos FRATE; Sergio TRILLO y Juan D. TORRES.

       Mientras a bordo se cumplían los aprestos para la salida, el Capitán Quagliarella se dispuso a recibir las instrucciones y elementos provistos por personal de Inteligencia Naval.

       Junto con un sobre de órdenes secretas que debía abrir a partir de los 43 grados de latitud Sur, le fue entregada una máquina fotográfica Asahi Pentax K 1000, con varios teleobjetivos con zoom. La técnica indicada para fotografiar unidades era: tomar a los buques en tres segmentos; primero un 30% de proa, luego un 30 % del centro del casillaje y luego la porción restante de la popa. De esta manera se obtenía la eslora del buque y por los contrastes de la superestructura, después en laboratorio, se estimaba la manga. Junto con ese material también recibió un manual con las claves de identificación para reconocer a las naves enemigas según sus características estructurales (grúas, directores de tiro, antenas, chimeneas, mástiles, cañones o torres de artillería, columnas, lanzadores de mísiles, torpedos bombas, etc.). así también estaban detalladas en esa guía todas las naves inglesas de guerra y mercante que podían llegar a operar en cercanías de Malvinas, clasificadas por su nombre, tipo, función, características, velocidad, armamento, tripulación, etc. como anexo tenía además de la silueta, una fotografía de cada una de las naves.

       El Grupo de Tareas, organizado por el Comando Local de Control (COLCO)  estaría formado además del María Alejandra, por los pesqueros Constanza y Narwal, junto a los cuales debía partir ese mismo día. A cargo del grupo, con asiento en el Narwal en calidad de Oficial Enlace, se encontraba el Capitán de Corbeta Carlos Gonzalez Llanos. De acuerdo a una grilla que les fue facilitada, los tres barcos ocuparían tres estaciones yuxtapuestas, ubicadas a unas 300 millas al noroeste de Malvinas, con puntos de reunión predeterminados. Esta posición los situaba dentro de lo que se definió por parte de las Fuerzas armadas Argentinas como el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (T.O.A.S.) y en este caso no solo al borde de la zona de exclusión, impuesta por los británicos de 200 millas alrededor de Malvinas, sino también en un lugar estratégico que los dejaba a medio camino entre las islas y la Flota británica. Estimativamente y en razón de la apreciación de la derrota enemiga, por allí iban a pasar casi obligatoriamente los barcos británicos en su desplazamiento hacia Malvinas y el criterio resultó acertado.

       Los atrevidos pesqueros iban a ser testigos de los movimientos de numerosos barcos de guerra enemigos y esa vital información iría a manos de la inteligencia naval para su elaboración táctica. Fundamentalmente la misión consistía en vigilar la zona marítima asignada a fin de detectar e informar la presencia y movimiento de unidades, aéreas, de superficie y submarinas británicas.

       Las instrucciones generales para el G.T. indicaban que una vez en las Estaciones asignadas, deberían simular estar cumpliendo tareas de pesca, sin “largar” los equipos de pesca al mar y permitirse desplazamientos de hasta 30 millas de sus respectivas posiciones a velocidad de arrastre. Si se lograba una detección, informarían de acuerdo con las tablas y grillas indicadas en el Plan de Comunicaciones. En el caso que las unidades británicas superaran la línea de su zona de observación, deberían tratar de navegar con un rumbo que permitiera mantener el contacto de radar con las naves enemigas.

       De no tenerse contacto alguno con las embarcaciones enemigas inglesas, se dirigirían en forma independiente a los puntos de reunión, pre-acordados y una vez allí regresarían a sus Estaciones iniciales. Este procedimiento deberían repetirlo si no surgían detecciones y si no se producía ningún contacto regresarían al puerto más cercano el día 6 de mayo. Cualquier cambio imprevisto lo recibirían por órdenes radiales.

       Se dejó bien aclarado que de producirse alguna visita o registro a bordo por parte de Fuerzas británicas, no debían presentar ninguna resistencia y por el contrario deberían mostrar sus certificados de pesca en prueba de que estaban ejerciendo una actividad comercial y lícita.

       Todos los mensajes debían enviarse en código, aparentando estar dando cuenta de las operaciones de pesca a una supuesta Empresa Armadora, que operaba bajo la denominación de Pesquera Campana y que en realidad se trataba de la Estación de Comunicaciones de la Armada en Río Grande.

       Dentro de las pautas marcadas por un nomenclador de sustantivos y verbos en clave, donde por ejemplo “abadejo” era un buque de guerra inglés y “brótola” un submarino. Como así “completar” era “avistar” y “seguir” significaba “comunicar”, se estableció una comunicación diaria y permanente con la Base en tierra por ondas HF Simplex y Duplex alternando las frecuencias de sintonía. De tal manera un mensaje que se transmitía y que luego de los saludos de práctica decía “INFORMO ACTIVIDAD PESCA HASTA 151600 COMPLETE TRES DE ABADEJO”; en realidad quería decir “AVISTE TRES BUQUES DE GUERRA BRITANICOS EL DÍA 15 A LAS 16:00 HORAS”.

       Las demás comunicaciones de buque a buque se cursaron por las ondas VHF/ HF, en las frecuencias habituales de trabajo.

       Quedó por otra parte bien claro que no se llevaría armas a bordo y que la misión jamás podría ser considerada como un acto de espionaje, ya que solo se trataba de un buque civil con bandera nacional que navegando en una zona de jurisdicción nacional cumplía con informar la actividad de naves y aeronaves hostiles a nuestro país.
  
       Finalmente a las 20:15 hs. del día 23 de abril, los tres pesqueros partieron rumbo a sus respectivas Estaciones.

       A medida que se acercaron a la zona de exploración en el Atlántico Sur, fueron sintiendo cada vez más los efectos de una furiosa tormenta. El mar embravecido, la lluvia y el viento parecían conspirar para hacer más lento el avance, pero también la mala visibilidad y esas grandes olas de espumosas crestas que barrían las cubiertas fueron sus cómplices para ocultar su desplazamiento.

       La Flota británica, cuyo núcleo principal se dirigía hacia Malvinas, había partido el día 18 de abril de Ascensión, situada a unas 3.500 millas y se calculaba que iba a arribar a la zona de exclusión alrededor del 30 de abril; por eso resultó oportuna la llegada de los pesqueros el día 26, al lugar designado.

       Durante los tres primeros días no se registraron mayores novedades, pues la Task Force aún no había arribado a la zona, y los partes diarios solo daban cuenta del cielo cubierto, con lluvias y el mar con fuerza 7.

       Para ese tiempo también comenzaron a registrarse las primeras dificultades técnicas en el pesquero Constanza que denunció tener una avería importante en los cojinetes y falta de agua en el servicio general y aunque el María Alejandra acudió en su auxilio la reparación no pudo ser completada.

       Analizada la situación del Constanza, por el Oficial de Enlace, la Base de Tierra y el Comando de Operaciones Navales, se le ordenó que abandonara la zona de patrulla y regresara a mínima velocidad y aguardara órdenes en Cabo Blanco. En tanto se consideraba la posibilidad de enviar una unidad reemplazante, el María Alejandra y el Narwal cubrirían la zona asignada al pesquero averiado.

       Pero fue a partir del día 29 en que se produjeron las primeras detecciones y éstas no solo correspondieron a naves británicas, sino que también el enemigo se percató de que estaban siendo observados por los “molestos” pesqueros.

       Los barcos de guerra, submarinos, aviones y helicópteros de combate británicos trataron por diversos medios de mantener alejados a los pescadores hostigándolos de diversas formas. La impresionante aparición de naves inglesas delante de su derrota y las evoluciones de aeronaves enemigas sobre los pesqueros que buscaban acercarse más allá de los permitido, eran avisos muy serios que mantuvieron en tensión a los tripulantes argentinos, quienes vieron en esas actitudes una clara advertencia de que serían atacados si persistían en su actitud.

       Con el inicio de las hostilidades, el día 1 de mayo, por parte de las Fuerzas británicas en procura de recuperar las Islas Malvinas, se generalizó un clima de violencia bélica el cual traería aparejado una serie de ataques a naves indefensas que se encontraban en esa zona. Las principales víctimas iban a resultar cargueros y pesqueros, pero ello no arredró a nuestros marinos.

       Sin embargo, según se producían las diversas detecciones y pasaban los días en ese mar tormentoso y agitado, comenzaron a registrarse dificultades a bordo de los dos pesqueros que habían quedado para cubrir la tarea.
  
       El Narwal advirtió sobre inconvenientes en sus motores principales y el María Alejandra, debido al incremento de los desplazamientos a que estaba sometido, hizo notar la falta de combustible y aceite que no había llegado a completar en toda su carga por la premura de su partida. En el caso del Narwal, el mismo siguió operando a media máquina.
       El 3 de mayo, el Constanza, que regresaba a puerto navegando a mínima velocidad con rumbo norte, fue requerido por el Comando de Operaciones Navales para que se desplazara en ayuda del ARA Aviso Sobral, el cual había sido atacado por helicópteros enemigos, cuando se encontraba buscando pilotos derribados dentro de la zona de exclusión.   Lamentablemente esta solicitud de auxilio no pudo ser cumplimentada por problemas mecánicos y el pesquero continuó navegando hacia puerto.

       Ese mismo día y poco antes de que se dirigiera al puerto más cercano para reabastecerse de combustible, aceite y víveres, el María Alejandra fue llamado también por el Comando del Atlántico Sur para ir en socorro del Aviso Sobral – que se dirigía lentamente hacia Puerto Deseado – Dando cumplimiento a lo solicitado, el pesquero navegó a toda máquina con rumbo de encuentro al buque siniestrado sin saber que a muy pocas millas de su derrota se encontraba uno de los sumergibles enemigos en busca de alguna presa fácil.          
                                      
En esta oportunidad, según consta en fuentes Navales, el María Alejandra habría contado con ayuda providencial, pues el día 5 hora 10:06, en latitud 44° 33´ (S), longitud 64° 16´ (W), un avión “Tracker” de la Escuadrilla Naval Antisubmarina de nuestra Armada, aseguró haber atacado y averiado  a un submarino que merodeaba por la zona.

       Cuando ya finalizaba ese agitado día, hora 21:15, el pesquero alcanzó al maltrecho Sobral en la rada exterior de Deseado y ambas naves entraron casi simultáneamente a puerto.

       Poco antes de arribar, el María Alejandra recibió un último mensaje del Narwal para ser retransmitido a la base. El mismo decía: “COMPLETE BRÓTOLA Y ABADEJO EN EL ULTIMO LANCE”, que en realidad quería decir: “AVISTE SUBMARINO Y BUQUE DE GUERRA INGLES”. Quagliarella quedó intrigado con esta comunicación, que marcaba un lugar muy adentro en la zona de exclusión, (52° 45´(S) 58° 02´(W) 66 millas al sur de Puerto Argentino) pues nada se había comentado respecto a un cambio de posición en la grilla que tenían fijada y supuso que ese movimiento había sido una decisión del Oficial de Enlace, Capitán de Corbeta, Carlos González Llanos.

       Al entrar en puerto la tripulación tomó mayor conciencia de los graves acontecimientos bélicos ocurridos hasta ese momento y quedaron azorados. Sin perjuicio de ello la tripulación continuó con el alistamiento del buque para una inminente salida hacia su zona de exploración pero un nuevo suceso los impactó aún más.
  
       En ese ínterin tuvieron conocimiento que el pesquero de altura Invierno convocado por los Mandos Navales, bajo instrucciones secretas, había partido el 8 de mayo del puerto de Mar del Plata y se dirigía al mando del Capitán, Carlos Alberto Ballestero, llevando como asesor Naval al Teniente de Navío Oscar Humberto Martínez, hacia una zona de operaciones ubicada al Este de la Isla Soledad en Malvinas. Sin embargo, este barco no iba a llegar a integrarse al Grupo de Tareas, en reemplazo del Constanza, pues al producirse, el día 9, el ataque y hundimiento del Narwal con el resultado de una baja mortal y varios de sus tripulantes heridos y prisioneros, recibieron a través del servicio de comunicaciones navales la orden de levantar el operativo y regresar a puerto. Esta orden fue emitida también para el resto de pesqueros que estaban integrados a las operaciones de inteligencia entre ellos el Margot que estaba cumpliendo con la misión ordenada desde el 6 de mayo y  en ese momento se encontraba al norte de Malvinas en posición estimada de 45° de Latitud Sur y 59° 40´ de Longitud Oeste.

       A esta altura de los acontecimientos y ante la envergadura y gravedad de los sucesos, la Armada Argentina se vio obligada a confiscar al María Alejandra, junto con otros barcos civiles (entre ellos el Margot) que se hallaban en la zona para disponerlos a operar con personal naval militar. El pesquero fue entregado el día 26 de mayo mediante acta rubricada por el Capitán, Quagliarella y el Capitán de Fragata, Carlos Enrique Debento, quién en su carácter de Jefe del Estado Mayor del Comando Naval de Tránsito Marítimo en representación del Comando en Jefe de la Armada, efectuó la requisición conforme a los términos del artículo 37 de la Ley 16.970.

       En un clima de franca camaradería y aptitud de servicio se acordó que después de la entrega formal del barco, la dotación civil adiestrara en el manejo y uso de la nave a la dotación militar que iba a hacerse cargo de la misma. Simultáneamente a la instrucción de ese personal se fue completando la carga en las bodegas del barco con materiales y víveres destinados a nuestras tropas en Malvinas.

       Cumplida la adaptación y completada la carga, ambas tripulaciones se despidieron con no poca emoción. El día 27 mientras los hombres de la Armada se preparaban para zarpar, los marinos del pesquero abordaron un colectivo de la Empresa Costera Criolla que estaba a disposición de las Fuerzas Armadas y emprendieron el regreso a Mar del Plata donde arribaron dos días después.

       De allí en más el María Alejandra pasó a integrar, junto al Margot y otros pesqueros convocados, una pequeña flotilla, con tripulaciones de la Armada, a los efectos de dar cumplimiento a un operativo logístico denominado “Relámpago”, organizado para llevar munición, víveres, medicamentos y otros abastecimientos a Malvinas. En una primera etapa los pesqueros debían ir navegando costa a costa hasta la Isla de los Estados, desde donde, en un segundo momento, se intentaría cruzar al archipiélago. La flotilla a cargo del Capitán de Navío Guillermo E. Estrada, arribó a San Juan de Salvamento en la Isla de los Estados, el 1 de mayo, donde aguardó la orden para iniciar el cruce.

       Una meteorología adversa y la acción abrumadora del enemigo en torno a las islas impidieron la decisión de enviarla en tiempo. Finalmente cuando se encontraban en espera del momento propicio para cruzar y tratar de descomprimir la necesidad de aprovisionamiento de las tropas combatientes, fueron sorprendidos por el cese de fuego que dio fin a la guerra y tuvieron que regresar a Puerto Dorado.

       Al arribar al Puerto Deseado, el María Alejandra  fue descargado y acondicionado para ser devuelto a su legítimo propietario, la Empresa Armadora ARGENBEL S.A., la que fue informada de tal decisión el día 21 de junio. Con inocultable alegría por parte de la empresa y de los tripulantes, rápidamente se nombró una dotación reducida para que se trasladara con la mayor brevedad, a Puerto Deseado a efectos de recibir al barco y proceder a trasladarlo, al Puerto de Mar del Plata.

       El día 23 viajaron por tierra los tripulantes designados quienes llegaron a Deseado dos días después. Sin demora se embarcaron, procediendo a chequear los sistemas operativos del barco. Una vez comprobado que todo se hallaba en orden y funcionando, el Capitán designado, Juan María Alsina, que se había desempeñado como 1er Oficial de Cubierta, recibió conforme el buque en representación de la Armadora y se hizo cargo del mismo.


       Finalizando el alistamiento zarparon en la mañana del día 26 rumbo al Puerto de Mar del Plata donde arribaron tres días más tarde. Un cielo despejado y radiante sol, dieron su bienvenida al pesquero cuya tripulación había dado cumplimiento, sobradamente, a la misión asignada.

1 comentario:

  1. Hola yo estuve en ese buque con la gente de la marina eramos del ejército grupo de defensa aérea con los blowepipe, me gustaría contactar con algunos de los camaradas

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