Por Alicia Castro *
Comentarios: La nota que sigue es de una ex-dirigente
sindical.
- Coincido con algunos comentarios y con otros no tanto. Por ejemplo comparto la descripción del periodo de Menem, pero no creo que vuelva a repetirse hoy
- Pienso que algún sindicalista puede no utilizar más el reclamo del índice supermercado para pedir la recomposición salarial y luego niega una reunión secreta con el Presidente para poner un marco a los reclamos. Pero quiero creer que va a primar la pertenencia solidaria.
-
Entre otros hechos sobresalientes podemos ver al Ministro de Trabajo diciendo que los aumentos estarían entre el 20 y el 25%.
- Los docentes de la provincia de Buenos Aires piden de 35 a 40% de recomposición.
- La CATT pidió discutir desde un piso del 30%, "paritarias libres, sin techo y sin piso".
- Por presión gremial, el BCRA cedió y el envío de resúmenes por e-mail será gradual, paulatina. Léase camioneros.
-
Los bancarios ya tienen asegurado un piso de 32,7% de aumento. Además continúan con la participación en las ganancias empresarias, que perciben prorrateada de forma mensual.
- En el otro rincon el diario LA NACION del 03.02.2016. reproduce comentarios de "Daniel Funes de Rioja, vicepresidente de la UIA, presidente de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios "En este calentamiento de febrero cada uno marca la cancha", y a continuación dice: rechaza la posibilidad de que el sector fabril otorgue un incremento del 30 por ciento en las próximas paritarias".
- Son diferentes datos de una realidad compleja, donde lo peor que podemos hacer es permanecer indiferente cuando otros deciden nuestros destinos.
_____________________
Estimados compañeros, Hace algunos años, a comienzos de los 90, un
gobierno peronista empezó a aplicar un modelo que llamamos neoliberal,
abiertamente contrario a los intereses de los trabajadores y trabajadoras.
Con desazón, comprobamos que Carlos Saúl Menem se decidió a desguazar el
Estado, a privatizar y desnacionalizar las empresas públicas, capital social de
todos los argentinos, a liberalizar y desregular la economía, a abrir las
exportaciones hasta casi liquidar a la industria argentina y a pulverizar
cientos de miles de puestos de trabajo. Ese margen de desempleados permitió la
degradación sistemática y progresiva del salario; como sabemos, el desempleo es el gran disciplinador
laboral, ya que los trabajadores se ven forzados a aceptar condiciones
precarias con tal de no caer en el desempleo. Se redujo drásticamente el
poder de compra de los trabajadores activos y jubilados achicando
irremediablemente el mercado interno.
Así nació una nueva y dolorosa era para quienes jamás habíamos visto a
nuestros compatriotas durmiendo a la intemperie en las calles y en las plazas,
comiendo de los tachos de basura, viendo ante nuestros ojos como todo se
desmoronaba. Así surgió otra clase en la Argentina, los “nuevos pobres”,
personas de clase media que aun conservaban un techo pero ya no tenían qué
darles de comer a sus hijos.
Comenzaron entonces a proliferar ciudadanos y ciudadanas que no tenían
trabajo, futuro ni visibilidad, carecían de representación política, social y
gremial: los “excluidos”, que el
gobierno trataba como una estadística. Mientras tanto, Argentina se endeudaba en el exterior convirtiéndose en la alumna
estrella del FMI. Los medios de prensa comerciales de Argentina y el mundo
y las calificadoras internacionales de riesgo, definían a los cambios -tal como
sucede hoy- como una acertada y exitosa apertura y modernización de la
economía. “Argentina vuelve al mundo”, proclamaban.
Los dirigentes sindicales no complacientes con estas transformaciones
-entre ellos los grandes sindicatos del transporte- dimos batalla dentro de la
CGT, tratamos de modificar la conducta de quienes nos recomendaban inacción y
“prudencia’’, lo recuerdo como si fuera hoy. Nos separamos y formamos el Movimiento de los Trabajadores Argentinos,
el MTA, que, honrosamente, comenzó a dar la batalla de las ideas y a
organizar la lucha en los sindicatos, movilizar en las calles, en el congreso,
junto a otras organizaciones políticas y sindicales como la CTA y la CCC y
buscando la solidaridad internacional.
Cuando analizamos y estudiamos cómo fue posible que Menem haya logrado
privatizar Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles, la flota fluvial, el
sistema previsional y degradar los derechos laborales, la respuesta es clara: lo pudo hacer gracias a la complicidad de
grandes sindicatos.
¿Cómo lo hizo? La respuesta
también surge clara: poniendo a su disposición el manejo de grandes sumas de
dinero del sistema de Obras Sociales que iban a parar directamente a los
bolsillos de los dirigentes, sin ningún control. De quienes entonces se
llamaron “los gordos”, más por el tamaño de sus ávidos bolsillos que por el de
su abdomen.
El gobierno de Macri, como hemos comprobado, está reconfigurando al
Estado por decreto, sin respetar leyes, poderes ni ciudadanos.
En un brutal retroceso de las libertades individuales se hacen “listas
negras” como en la época de la dictadura, se persigue a los militantes
políticos y se criminaliza la protesta social, llegando hasta a encarcelar a
una emblemática dirigente social y a balear niños. Se han hecho decenas de
miles de despidos y un ajuste salvaje a los trabajadores por vía de la
preanunciada devaluación y la inflación. Mientras se libera del pago de
impuestos a los grandes exportadores, se aplica un tarifazo del 500 % que no
tiene antecedente en el mundo entero; se desmantelan los controles y se liberan
los precios de alimentos y medicamentos. Se ha elegido ajustar a los
trabajadores para privilegiar el pago a los fondos buitre, un pequeño grupo de
usureros que no se avino a la negociación soberana de la deuda pública,
apostando a la especulación financiera. Ahora, además, se pretende poner techo a las paritarias para negociar salarios
a la baja y seguir asegurando la brutal trasferencia directa de ingresos
del bolsillo de los trabajadores a los sectores del capital concentrado. En un
país que estaba desendeudado -y por lo tanto libre de las presiones y
condicionamientos del FMI- se está contrayendo deuda externa a toda velocidad,
comprometiendo a varias generaciones de argentinos, ya que el pago de la deuda
más sus intereses exigirá sacrificios crecientes a los que menos tienen. No
necesitamos ver Grecia o España para saber cómo terminan estas políticas, basta
con recordar la explosión de la crisis que sufrimos los argentinos en el 2001 y
que con tanto esfuerzo logramos remontar. Como consecuencia del endeudamiento
externo llegamos a la miseria de las cuasi monedas, al trueque, al corralito.
En materia de Relaciones Exteriores, se pretende desandar el camino de
la unión suramericana lograda hábilmente en los últimos doce años, que concretó
el sueño independentista de la Patria Grande de San Martín y Bolívar. Se
denigra al gobierno democrático y popular de Venezuela, apostando por una oposición
golpista títere de los Estados Unidos; Macri va a reclinarse y a endeudarse a
Davos, pero no concurre a la Cumbre de países de América Latina y el Caribe a
cimentar la unidad regional que nos haría políticamente libres y económicamente
poderosos. Y en su primer encuentro con el Gobierno del Reino Unido Macri se
olvidó de que las Malvinas son Argentinas.
En el desprecio por la cultura y la memoria histórica, donde había
próceres en nuestro papel moneda ahora habrá animales, así como un perro se
burla mirándonos sentado desde el sillón de Rivadavia. En el balcón desde donde
Perón movilizó el protagonismo de los trabajadores organizados, donde Evita se
despidió dejando su legado revolucionario, bailotea un presidente que hace
llamar “grasa sobrante” a los trabajadores. Verdaderamente representa un
“cambio”.
Compañeros, la hora presenta una encrucijada similar a la de los ‘90.
Macri ha ofrecido a los
sindicatos, el mismo trueque de favores económicos que Menem: complicidad y
silencio a cambio del manejo sin control de los fondos de las Obras Sociales.
Que los dirigentes consientan los despidos masivos, cedan derechos y acepten
salarios a la baja y endeudamiento a cambio de “ la caja”.
La dirigencia sindical leal a los intereses de los trabajadores
cuestionará estas políticas y enfrentará al gobierno en los sindicatos, en las
bases, en las calles, en el Congreso de la Nación, como lo hicimos antes.
Y habrá quienes repitan la historia de los ‘90 -esta vez como farsa-,
entregando a los trabajadores por dádivas personales, y serán, también,
juzgados por la historia, ya no como “gordos”, sino como traidores.
Les escribo con profunda preocupación y puedo hacerlo sinceramente
porque muchos de Ustedes me honraron como compañera dentro del Movimiento de
Trabajadores Argentinos, me enseñaron mucho, me acompañaron codo a codo en la
histórica lucha por el salvataje de Aerolíneas Argentinas y la actividad
aerocomercial argentina; porque durante años marché y combatí en todos los
frentes junto a Ustedes por una Patria libre, justa y soberana.
Puedo hacerlo hoy porque cuando
fui diputada en el Congreso de la Nación voté contra mi partido pero jamás
traicioné a los trabajadores, y como Embajadora en la República Bolivariana
de Venezuela y en el Reino Unido llevé en alto los sagrados intereses de los
trabajadores y trabajadoras de la Patria emancipada.
Esperemos que haya una dirigencia sindical que sepa comprender la
gravedad y los peligros del momento actual, esté a la altura de sus
responsabilidades y sepa honrar las mejores tradiciones de lucha y dignidad del
movimiento obrero argentino.
* Secretaria general del Sindicato de Aeronavegantes (1991-2003).
Miembro fundadora del MTA
Consejo ejecutivo Federación Internacional de
Trabajadores del Transporte (ITF)
Diputada Nacional (1997-2005).
Embajadora
ante la República Bolivariana de Venezuela (2006-2011).
Embajadora ante el Reino
Unido (2012-2015).
Página 12 del 09.02.2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario