11 de julio de 2021

Marinos mercantes. Ni solos… ni olvidados

Observaciones:

Leo con gusto la opinión del Sacerdote Rafael Castillo Torres, de Cartagena Colombia, y el mensaje de gratitud del Cardenal Turkson, destacando que durante el Covid-19 los barcos nunca se pararon entregando equipos médicos y medicamentos, que con 1,7 millones de tripulantes mueven el 90% del comercio mundial. Conocen de nuestra actividad y no solo recuerdan a marinos y pescadores, si no que a través del Apostolado del Mar brindan apoyo espiritual y solidario en las Misiones, dando alojamiento y otras atenciones a los marinos con problemas en ciudades portuarias lejanas a sus domicilios.

 

También menciona a las "...empresas gestoras...",  pero lamentablemente a nivel mundial las grandes multinacionales navieras de carga, priorizan el lucro desde sus remotas oficinas no enviando los relevos en tiempo, obligando a sobrecargas en los dias de embarque y privando de trabajo a sus relevos.

 

Situación más aberrante porque coincide con ganancias exponenciales de estas empresas, porque aprovecharon aumentando los fletes.

 

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Texto completo:

Ni solos… ni olvidados

 

11 Jul 2021 Columnistas, Opinión

Por Rafael Castillo Torres *

 

Hoy la Iglesia celebra el Domingo del Mar y lo hace en el contexto de esta pandemia en que las gentes del mar no son indiferentes para ella que, con especial solicitud, recuerda a los marinos y pescadores, a los propietarios de buques, empresas gestoras, a los capellanes y voluntarios de las Stella Maris y a todos los agentes y reclutadores de las tripulaciones. Tripulaciones que, para la Iglesia, antes que “mano de obra” son seres humanos. 

 

               Foto de Wikipedia

El señor cardenal Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en su mensaje para este día, nos ha dicho que “es posible que el mundo se haya parado por el Covid-19, pero los barcos nunca han dejado de navegar de puerto en puerto entregando equipos médicos y medicamentos esenciales para apoyar la lucha contra la propagación del virus. Qué necesario es reconocer que son precisamente los barcos los que mueven el 90% del comercio mundial o más exactamente ese 1,7 millones de marinos que trabajan en los barcos.

 

 

La Iglesia siente profundamente las situaciones que se experimentan en los barcos como son el aislamiento, la soledad, la separación, la ansiedad por la familia y los seres queridos que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. A ello se le suma la incertidumbre sobre su futuro con lo cual se incrementa el estrés físico y psicológico, trayendo, en no pocas ocasiones, trágicas consecuencias.

 

Para nosotros, aquí en Cartagena, no es aislado el hecho de un barco de bandera boliviana recientemente desaparecido con sus diez tripulantes, ni la desaparición en altamar, hace tres años, de los cinco pescadores miembros de la cooperativa de pescadores de Tierrabomba que hacían parte del Programa de Desarrollo y Paz del Canal del Dique y la Zona Costera y quienes fueron parte activa en la construcción de la Casa del Pescador y en la dotación de embarcaciones y equipos para pesca. Hoy seguimos recordando a Carmelo Acevedo, Reinaldo Reales Cervantes, René Fernández, Emilio Herrera Martínez y Argel Acevedo. Esta tragedia vivida, al igual que aquella del barco boliviano Carmen I, ha traído como consecuencia el desespero de sus familias, niños sin padres y sin un lugar donde poner una flor y decir una oración.

 

La Iglesia nació con las gentes del mar y a Cartagena el Evangelio nos llegó por el mar. Ello hace que el Apostolado del Mar sea una de nuestras mayores responsabilidades pastorales. Por ello sentimos la urgencia de estar no solo presentes con los pescadores del Río y de las aguas internas, sino también haciendo presencia en los puertos de nuestra ciudad, acogiendo a los marinos, acompañando a sus familias, visitando los barcos, articulándonos con las gentes y entidades del mar y brindando una compañía amistosa a través de nuestros voluntarios. Simplemente queremos estar cerca de ellos para hacerles sentir que no están solos ni olvidados.

 

Estamos convencidos de que es la fe el mejor camino para luchar por la dignidad de nuestras gentes del mar y seguir remando juntos por los caminos de la dignidad, la justicia, la libertad y la solidaridad. Retomo las palabras del señor cardenal Turkson en su mensaje de este año: Agradecemos a la Gente del Mar por su trabajo, y nuestra gratitud se transforma en nuestra oración para que el Señor les conceda fuerza en momentos de debilidad, unidad en la diversidad, navegación segura y tranquila, y al final de su contrato, felicidad al reunirse con sus seres queridos”.

 

* Sacerdote de la Arquidiócesis de Cartagena

Enlace a Nota original:   Revista Metro

 Nota relacionada: Mision del Marino Buenos Aires

 

 

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